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Crítica de Cabrini (2024): un homenaje a la vida y al valor de la mujer

Un imperio bajo la palabra de Dios

Una mujer italiana (Cabrini), dirigida por Alejandro Gómez Monteverde y escrita por Rod Barr, es una producción de dos horas y veinte minutos que construye una ventana en el tiempo a finales del siglo XIX. Nos traslada al contexto social e histórico de la inmigración masiva de italianos que huían de la guerra a la tierra prometida americana en búsqueda de una vida mejor.

América era un continente espléndido, en vías de desarrollo a la industrialización y el progreso. Estados Unidos era el país de las oportunidades. El principal responsable de que muchos pobres y extranjeros confiasen en que pasear por sus aceras y sus calles asfaltadas e iluminadas les convertiría en ciudadanos de provecho y en parte de aquella ansiada clase media. Sin embargo, esta falsa promesa no se extendía a la cantidad de inmigrantes que venían hacinados en barcos y se daban cuenta de que no serían recibidos por un puesto de trabajo digno y bien remunerado, un techo sobre sus cabezas y un hogar cálido.

¿Quién es Francesca Cabrini?

El largometraje comienza con la dura imagen de un niño que, desesperado, arrastra una carreta con su madre moribunda dentro. El pequeño suplica por ayuda a los extraños de las calles neoyorquinas, que obvian por completo sus peticiones atropelladas y continúan con su rutina nocturna. Pide asistencia en hospitales, donde, ante el desgarrador grito de que su madre se está muriendo, una enfermera le dedica una pérfida mirada de soslayo y le responde que no pueden ayudarle y que los hospitales no son para italianos.

Básicamente, le da una palmada en el hombro y le dice que su madre se va a morir y no van a hacer nada para impedirlo. Y, así es. La madre perece. Para desgracia del niño y conmoción del espectador, es arrebatada de los brazos de su hijo por un par de policías y enterrada en una fosa común.

Enzo y Paolo en el barrio de Five Points en Cabrini.
Enzo y Paolo son los dos hermanos que pierden a su madre al principio de la cinta.

Desde el primer fragmento de no más de diez minutos queda perfectamente claro que la película va a ser difícil de tragar, que no de masticar, y que va a tratar temas como la pobreza, el racismo, la inmigración, la diferencia social entre clases, el machismo en general y el machismo dentro de la iglesia. A mí modo de ver es un filme con mucha fuerza. Lo cual se refleja cuando conocemos a la Madre Cabrini.

Francesca Cabrini es una superviviente nata, una monja testaruda, generosa y persistente con un propósito en mente tan poderoso como su fe. Es una mujer frágil, enferma y debilitada por una experiencia cercana a la muerte que sufrió en su juventud. Estuvo a punto de ahogarse en un río y fue rescatada por alguien, cuya identidad no se nos desvela.

Las consecuencias de ese incidente son que, de mayor, sufre episodios periódicos de tos, tiene los pulmones delicados y le cuesta respirar. Le ofrecen un pronóstico de cinco años de vida, que el doctor Murphy describe de benevolente y amigable. Vaticina que, basado en su experiencia médica y de voluntariado, le restan a lo sumo dos años si guarda reposo absoluto.

Pero, Cabrini es el tipo de mujer que no conoce el descanso. No cesa de trabajar y de ayudar aun sabiendo que, por su propio bienestar y salud, debería frenar. No se resigna, no claudica, no acepta el destino truncado y fija la mira en un horizonte delineado, definido y posible a sus ojos. La madre cuenta con un orfanato en Lombardía, donde cuidan, visten, lavan, alimentan y educan a niños desamparados. Su deseo es fundar una misión que empiece por Oriente y se propague, ya que, tal y cómo le expresa al mismísimo Papa; el mundo es demasiado pequeño para sus planes.

Francesca Cabrini se reúne con su Santidad, el Papa.
Francesca Cabrini le explica sus motivos al Papa para querer fundar una misión.

Cuando la película nos ha puesto en situación y nos ha proporcionado el contexto básico para entender a los personajes y sus motivaciones, Cabrini debe partir a Roma. Se nos explica que ha realizado la misma petición catorce veces y en todas las ocasiones se la han denegado. Sin embargo, esta vez, Francesca no se conforma y exige conversar con su Santidad personalmente.

El anciano Papa se muestra reacio al principio y le ofrece la misma respuesta que le había dado la Iglesia en los trece previos intentos. Cabrini, persistente e implacable, logra convencerle. El hombre acepta con la condición de que su misión no inicie en Oriente, sino en Estados Unidos. Nueva York para ser precisos, ayudando a sus compatriotas inmigrantes que partieron de su Italia natal en busca de un futuro mejor.

En una escena, que me parece de las más emotivas, el religioso saca un pequeño cofre repleto de cartas y lee un fragmento que dice así; «vinimos a este país pensando que sus calles estaban pavimentadas en oro, pero están cimentadas por muerte«. Más adelante, el periodista de The New York Times, Calloway, diría en su artículo «Hasta las ratas viven mejor que la gente de Five Points» que Nueva York está construida sobre los huesos de los inmigrantes. Cabrini se convence y parte junto con su grupo de monjas en una travesía por el Atlántico hacia el país de las barras y las estrellas.

La realidad de la vida para los niños italianos de Five Points.
Así viven los niños huérfanos en el barrio de Five Points. Esto queda muy bien retratado en el artículo de Calloway; «Hasta las ratas viven mejor que la gente de Five Points«.

A su llegada a Nueva York son abandonadas por el Padre Morelli, dueño del hospital y el orfanato, quien debía ir a recogerlas y escoltarlas. Las monjas deben llegar por sus propios medios a Five Points. A pesar de que les aconsejan que se den media vuelta y retornen de día, porque es una parte peligrosa de la ciudad y no es lugar para monjas. Son ayudadas por una prostituta, Vittoria, que las esconde y proporciona cobijo para la noche.

Al día siguiente, Morelli se muestra sorprendido de que las religiosas no hayan desistido y retornado al puerto. Las conduce al orfanato; un edificio inmundo, invadido por las ratas y la suciedad, que se cae a pedazos. Cabrini entra en un estado de profunda indignación y pide ver a los niños.

La terrible realidad es que los huérfanos de origen italiano de Five Points viven a la intemperie y en las cloacas. Aquí conocemos al niño del principio, Paolo, y descubrimos que su padre se suicidó. Cabrini emprende su obra de adecentar el orfanato y de acoger a los huérfanos. Sin embargo, su lucha no ha terminado ni de lejos. Llegados a este punto de la trama no llevamos ni una hora de película.

El barrio de Five Points en toda su gloria y esplendor.
La realidad de Five Points.

Los conflictos de Cabrini (Una mujer italiana)

El primer frente de Cabrini en tierra estadounidense es con el arzobispo Michael Corrigan. Este es un personaje que me causa un poco de conflicto y controversia. Por un lado, se le ve dispuesto a apoyar y comulgar con las ideas de Francesa. Por otro, no quiere perder el favor del alcalde ni poner en riesgo a su iglesia o a sus feligreses. El propio Corrigan es de origen irlandés, al igual que el Doctor Murphy. Cabrini debe convencerle de que cerrar el orfanato sería una atrocidad. Le plantea una cuestión recurrente a lo largo de la película; que, si por el hecho de ser una mujer, piensa que no podrá lograrlo.

Corrigan y Cabrini intercambian correspondencia en Una mujer italiana.
Cabrini y el arzobispo Corrigan en uno de sus primeros encuentros.

Como ya he mencionado en los temas que trata esta producción basada en hechos reales, Cabrini se enfrentará a una sociedad eclesiástica compuesta exclusivamente por hombres, al alcalde, a las autoridades, al rechazo de los estadounidenses y hasta a senadores.

Contará con la mano amiga del Doctor Murphy, que la asistirá en su propia salud y en algunos momentos críticos de la película, del periodista Calloway, que visitará la cruda realidad de Five Points y la plasmará en un artículo, del arzobispo Corrigan, que participará económicamente para que puedan comprar una propiedad bastante amplia y transformarla en la nueva ubicación del orfanato, y hasta de un cantante de ópera, que ahogado en el éxito, el dinero y los lujos se ha olvidado de dónde proviene.

El cantante de ópera de Cabrini preparándose para la función.
El cantante de ópera se prepara para la función y ofrece una emotiva representación de Pagliacci.

Tras conseguir establecer el orfanato, el pequeño Paolo y su hermano mayor, Enzo, se proponen ayudar a Cabrini de algún modo y empiezan a trabajar cargando carbón en hornos. Hay una explosión y muchos trabajadores resultan heridos. Enzo y muchos inmigrantes italianos mueren como consecuencia de las heridas ante la desesperación de Murphy. Este hecho propulsa la segunda parte de la trama. Cabrini, respaldada por el Doctor Murphy, se plantea construir y fundar un hospital para italianos en Estados Unidos. Si consolidar un orfanato había sido una ardua tarea, construir un hospital de cero parecía una misión imposible.

El verdadero villano de la historia es el alcalde. Intentará por todos los medios detener la obra de Cabrini aprovechándose de su posición y jugando sucio. Su motivación es expulsar a los italianos, a los que considera una plaga, de los barrios influyentes, pudientes y prósperos, dónde solamente merecen vivir los americanos de verdad. Cuando Cabrini organiza un festival italiano para recaudar fondos para la compra del terreno del hospital, el alcalde ordena que lo interrumpan, que detengan a Cabrini y requisen las ganancias. Francesca Cabrini se verá obligada a retornar a Roma para tratar de persuadir al Papa y a los senadores para que le proporcionen capital para poder seguir con el proyecto del hospital.

El final de Cabrini

Aquí se manifiesta el aspecto que más me molesta y rechina de la película. Cuando las cosas se tuercen para Cabrini, se parapeta, se pone en pie y vuelve a intentarlo. Me agrada que sea una mujer desafiando a un mundo de hombres y demostrándoles que es válida, suficiente y más que capaz. Pero, la manera en que se ejecuta es repetitiva, cliché y se antoja un poco pastosa e inverosímil.

Cabrini ofreciendo un discurso para defender sus principios.
Cabrini frente a una mesa de hombres convenciéndoles con su imparable fe y su narrativa firme de la viabilidad de sus planes.

Cabrini se sienta y da un discurso inspirador. Lo cual, si fuera en una o dos ocasiones, estaría bien. Sin embargo, lo vemos al principio con el Papa, con el arzobispo Corrigan, con miembros de la autoridad, con integrantes de la Iglesia, con el cantante de ópera y con el senador. Al final te genera cierta indiferencia. Porque eres consciente de que, por más imprevistos que le surjan, dirá cuatro palabras sobre la fe, la represión y la caridad y convencerá hasta al más reticente.

Lo que me genera más rechazo es el final. El alcalde envía a sus secuaces a que prendan fuego al hospital de Cabrini. Se pueden imaginar el catastrófico resultado que supone para nuestra protagonista después de haber partido a Roma y endeudado todas sus propiedades a cambio de dinero para la construcción del hospital.

Cabrini, acompañada por Calloway, se dirige al ayuntamiento para hablar personalmente con el alcalde. Este hombre que durante toda la película se nos ha presentado como un racista, machista, xenófobo y casi misántropo recibe a regañadientes a Cabrini. Después de uno de esos «discursos inspiradores», esboza una sonrisa cómplice y le dice a Cabrini que Corrigan no se la había descrito bien. Brindan, llegan a un acuerdo y parece que, de repente, todo está resuelto. Llegados a ese punto, me pregunté; ¿ya está?

La reunión entre Cabrini y el alcalde.
La última reunión del alcalde de Nueva York y Cabrini que pone fin a la película y anula todos los conflictos que se han vivido en esas dos horas.

Cabrini continuaría desafiando a todos, inclusive a la muerte, y viviría hasta los sesenta y seis años. Su imperio se expandiría por América, Oriente y Occidente, dando paso a una de las obras caritativas más grandes de la historia. Cuando menos, Cabrini, es un personaje impactante, decidido, valeroso y sumamente fuerte. A pesar de dejarme con la sensación de que, en este caso, la inspiración superó a la realidad (y no la ficción).

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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