Harry Potter y la Piedra Filosofal se estrenó en 2001. Adapta a la gran pantalla un libro del mismo título con 256 páginas. Toda la detallada y minuciosa creación del mundo mágico corresponde a la autora de los libros, J.K. Rowling, que, en poco más de una travesía de tren, visualizó y anotó la historia del que sería el gran éxito de su carrera. La película dura aproximadamente dos horas y media y se queda bastante corta para representar todo el contenido del libro, pero hace un fantástico trabajo.
La dirección viene de la diestra mano de Chris Columbus y la majestuosa banda sonora fue compuesta por John Williams, que ha realizado grandes trabajos, como; la Marcha Imperial en Star Wars o el tema de la película Tiburón. Todo ello culmina en una obra maestra para cualquier público y en un deleite para el que quiera embarcarse en las aventuras de Harry Potter u obtener una perspectiva ligeramente distinta a la de los libros. Warner Bros produjo Harry Potter y ostenta sus derechos, aunque J.K. Rowling siempre ha sido muy recelosa de que el resultado sea fiable y se asemeje a su obra original.
Atención, magos y brujas, este análisis contiene spoilers por doquier. Así que, si queréis evitároslos, subid al Expreso de Hogwarts y poned rumbo a casa.
El niño que vivió
La leyenda del niño que vivió nace un 31 de octubre de 1981. En el libro, se especifica que; «Albus Dumbledore, no parece darse cuenta de que todo en él, desde su nombre hasta sus botas, es mal recibido en Privet Drive«. Tanto en las pelis como en los libros, Dumbledore (Richard Harris) es un personaje de aspecto ingenuo, excéntrico, cómico y amante de lo absurdo. Sin embargo, tras esa apariencia de anciano con gafas de media luna y una barba kilométrica, se esconde uno de los magos más fuertes de todos los tiempos. La sabiduría de Dumbledore es inmensa. Su seriedad, malicia y astucia propia de un Slytherin se manifiestan en el característico brillo de sus ojos azules.
La primera idea que tiene el director de Hogwarts, que cambiará el curso de las cosas, es alejar a Harry Potter (Daniel Radcliffe) del mundo mágico. La noche de Halloween en que Voldemort y sus secuaces llegaron a Godric’s Hollow, Aquel-que-no-debe-ser-nombrado fue directo a casa de los Potter. Asesinó a James Potter (Adrian Rawlins) en el recibidor y después subió a por su mujer y su hijo. El objetivo de Voldemort era matar al pequeño Harry para evitar que se cumpliese la profecía de Sibyll Trelawney. Lily Evans (Geraldine Somerville) se interpuso entre el Señor Oscuro y su hijo y se negó a apartarse. Murió del mismo modo que su marido. La maldición asesina dirigida a Harry rebotó en su frente, otorgándole la reconocida cicatriz con forma de rayo, y Voldemort desapareció en una nube de humo.
Hay quienes piensan que Voldemort se esfumó para siempre aquella noche y quienes están seguros de que no le quedaba lo bastante de humano como para morir. En aquel entonces, en lo único que Harry Potter podía pensar era en arroparse con su mantita y llevarse el dedo gordo a la boca. Su nombre sería famoso en toda la comunidad mágica y esa es la razón principal por la que Dumbledore decide apartarle del foco. La única familia viva que tiene Harry son los Dursley. Los Dursley son, en palabras de Minerva McGonagall (Maggie Smith); «la peor clase de muggles que ha visto jamás«. Petunia (Fiona Shaw) era la hermana mayor de Lily Evans, lo que la convierte en la tía biológica de Harry. Está casada con Vernon Dursley (Richard Griffiths), una auténtica joya de hombre.
La noche en que los padres de Harry fueron asesinados, Albus envió a Hagrid (Robbie Coltrane) a rescatar al bebé de entre los escombros. Hagrid llegó a Privet Drive sobre la moto voladora de Sirius Black con Harry dormido entre sus brazos. McGonagall aguardó a recibir la confirmación de Dumbledore para asimilar que los Potter habían fallecido y que quien-tú-sabes se había desvanecido como si fuese polvo. Hagrid se sonó la nariz con su clásico pañuelo de lunares y se despidió de Harry. Albus Dumbledore depositó al niño en el felpudo de la casa de los Dursley y colocó una carta sobre su regazo. El destinatario era Petunia Dursley.

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Solo se cumple once años una vez
Los años pasaron y Harry se convirtió en un niño pálido, delgaducho y de cabellos desordenados. Físicamente, Harry Potter era una réplica de su padre, James Potter, pero eso no lo averiguaría hasta varios años después, ya que ni siquiera tenía fotografías de sus padres. Los Dursley mintieron a su sobrino sobre muchos aspectos con la intención de extirpar la parte mágica que heredaría de sus progenitores, debido a que Vernon no aprobaba la imaginación y Petunia odiaba la hechicería, porque había tenido una hermana bruja. Le dijeron que el matrimonio de los Potter había fallecido en un accidente de coche, aunque Harry no recordaba nada de aquel trágico suceso. Si forzaba su memoria durante horas, lo único que obtenía era un destello cegador de luz verde.
Los Dursley tenían un hijo glotón, malcriado y caprichoso de la misma edad que Harry. Dudley Dursley (Harry Melling) es el resultado de la crianza permisiva de su padre y la sobreprotección de su madre. En los libros, Harry, hace una comparación de Dudley que me causa mucha gracia; «a menudo decía que parecía un cerdo con peluca«. En el número cuatro de Privet Drive vivía una familia con dos hijos, aunque uno de ellos fuera adoptado, pero solo uno de ellos importaba. Harry era utilizado para completar las tareas del hogar, cocinar, limpiar los desastres de su primo y servir como tópico de queja para su tío.
Harry creció siendo un niño humilde, con una extraña cicatriz con la forma de un rayo, gafas de montura redonda pegadas con cinta adhesiva y con ropa usada y demasiado ancha, heredada de Dudley. Se convirtió en la principal víctima de las palizas y persecuciones de su primo y de su panda de abusones. Pensaba que podía ser cualquier cosa, menos un mago. A pesar de que ya había conversado con serpientes (utilizando la lengua Pársel sin saberlo), hecho desaparecer la cristalera del zoo y atrapado a Dudley en el habitáculo de los reptiles, encogido jerséis solo con pensar que no quería ponérselos porque eran muy feos e, incluso, saltado por encima de los tejados de la escuela para escapar del grupito asesino de Dudley.
Por eso, cuando las cartas dirigidas al Señor H. Potter, Alacena Debajo de la Escalera, Privet Drive, 4, Little Whinging, Surrey, empezaron a llegar, Harry se sintió desorientado. Pasó de creer que no tenía ninguna familia aparte de los Dursley, a pensar que, tal vez, algún familiar oculto y muy remoto en las ramas del árbol genealógico vendría a rescatarle de su tormento. Sin embargo, sus esperanzas se vieron truncadas cuando el tío Vernon le arrancó la primera carta de las manos. El resto cayeron después. Las cartas para el Señor Potter no paraban de llegar. El cartero las introducía a la fuerza por debajo de la puerta y por las ventanas. Incluso, llegaron camufladas en el interior de una docena de huevos (lo que, en la película, fue una escena eliminada).

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Petunia y Vernon, a pesar de la curiosidad insaciable y los berrinches de su hijo, ya que jamás le habían negado nada, y de los intentos fallidos de Harry por robar una carta, no permitieron que los niños pusieran sus manos sobre el correo. Cuando acogieron a Harry, juraron que pondrían fin a toda esa cuestión mágica. Decidieron ignorar las cartas, pensando, amablemente, que el remitente dejaría de enviarlas en algún momento. Se equivocaron, porque para el domingo, día en el que no hay correo, la calle se llenó de búhos y lechuzas y un torrente de cartas se coló por la chimenea como si fuera Papá Noel. El tío Vernon decide que ya ha tenido bastante, hace las maletas, monta a su familia en el coche y se marchan.
Si quisiera huir del estrés mundano y de las actividades cotidianas, no sé si escogería el mismo lugar que Vernon Dursley. Vernon preocupa a su mujer e hijo, haciéndoles sopesar la posibilidad de que haya enloquecido. A Harry ya no le impresiona nada, porque está acostumbrado a las chifladuras y desplantes de su tío. Dan tropecientas vueltas hasta llegar al sitio donde pasarán la noche; un islote, con un risco y una choza solitaria sobre su extensión de tierra. Vernon desafía a quien sea que envía las cartas a encontrarles en aquel maravilloso escondite.
Allí se ocultan un 30 de julio de 1991, día previo al undécimo cumpleaños de Harry Potter. A las doce de la noche, cuando el día 31 ya asoma por entre las nubes y la luna, unos golpes tumban la puerta de la casa. El medio gigante Rubeus Hagrid, guardián de las llaves y los terrenos de Hogwarts, se presenta para entregar a Harry sus cartas, ya que sabe que no las ha estado recibiendo. Dumbledore le ha enviado a buscar a Harry y Hagrid ha obtenido permiso para hacer un poco de magia. A Hagrid le rompieron la varita en dos cuando le expulsaron de Hogwarts en su tercer año. Los fragmentos de la varita se esconden en un paraguas rosa que el medio gigante bate a diestro y siniestro.
Al guardabosques se le va de las manos lo de la magia cuando descubre que los Dursley no le han contado a Harry la verdad sobre la muerte de sus padres. Le extiende la carta y Harry, finalmente, puede leer su contenido. Tras el escudo con una «H» en el centro, blandiendo un tejón, una serpiente, un águila y un león, se oculta un papel de pergamino con una delicada caligrafía en tinta esmeralda. Resulta que Harry tiene una plaza en el Colegio de Magia y Hechicería, llamado Hogwarts. Esperan que confirme su asistencia antes del 31 de julio, fecha en la que el plazo quedará cerrado.
Harry no entiende nada y está convencido de que ha habido un error. Él no puede ser un mago. Es Harry Potter, solo Harry, un niño normal y corriente. Hagrid le ilustra lo justo y necesario sobre quiénes eran sus padres, qué es Hogwarts y quién es el director más grande de todos los tiempos. A la mención de Dumbledore, Vernon Dursley se pone como un basilisco y escupe que no va a pagar ni un duro para que un viejo chiflado le enseñe trucos de magia a su sobrino.
Si hay algo que todo fan de Harry Potter sabe, es que no puedes hablar mal de Albus Dumbledore delante de Hagrid. El medio gigante pierde los estribos y con una sacudida de paraguas provoca que a Dudley, que estaba aprovechando el caos para hincar el diente a la tarta de cumpleaños que Hagrid había horneado para Harry, le crezca una cola de cerdo, similar a un muelle, en el trasero. Los Dursley se retiran a la única habitación de la planta superior con su hijo. En esta parte hay una diferencia bastante grande entre el libro y la peli; en el libro, pasan la noche en la choza y parten al alba del día siguiente para Londres, mientras que, en la peli, por el bien de la duración de la cinta, se marchan inmediatamente.
La parte mágica de Londres
Aquí es donde empieza de verdad la magia del universo de Harry Potter. Harry va caminando con Hagrid y leyendo la lista de útiles escolares. Se pregunta en qué parte de Londres se puede comprar un caldero de peltre, unos guantes de piel de dragón, una varita y un frasco de esencia de hígado de murciélago. Hagrid responde que esos lugares existen, pero que tienes que saber dónde mirar. La entrada al Londres mágico es invisible para los muggles (gente no mágica).
Ambos cruzan la puerta de El Caldero Chorreante (The Leaky Cauldron), que es un antro sucio, abarrotado y con un camarero desdentado, llamado Tom. Como curiosidad, este personaje cambiará de actor en futuras entregas. Allí, Harry, tiene su primer roce con la fama. Las personas le reconocen y quieren estrecharle la mano y abrazarle. Harry sigue sin comprender muy bien por qué es tan famoso en la comunidad mágica y está deseando de marcharse de la taberna. También conoce a Quirinus Quirrell (Ian Hart), un hombre tartamudo, con un extraño turbante morado y un pestilente aroma a ajo, que será su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Salen a la parte trasera de El Caldero Chorreante y Hagrid utiliza la punta de su paraguas para tocar algunos ladrillos (tres horizontales, dos verticales). La pared se abre y da paso a una calle repleta de tiendas, personas con túnicas y sombreros extrafalarios y niños correteando. La cara de ilusión de Harry la primera vez que ve el Callejón Diagon (Diagon Alley) es inigualable. En la película, nos hacen un recorrido rápido por los escaparates de las tiendas que se describen con más detalle en el libro; Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones, Flourish y Blotts, Artículos de Calidad para Quidditch (con la Nimbus 2000 en primera plana y niños mirándola embelesados), el Emporio de las Lechuzas, Ollivander’s…

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La primera parada es Gringotts, el banco de los magos. Gringotts se extiende a metros y metros bajo tierra de la ciudad de Londres y es administrado por duendes, que son grandes herreros y unas criaturas muy inteligentes, pero reacias al trato con los magos. Se rumorea que en sus profundidades habitan dragones. Hagrid le dice a Harry que uno estaría loco si intentase robar en Gringotts, como bien advierte la inscripción de las puertas de entrada. La infraestructura de Gringotts es similar a la de una mina. Para acceder a las cámaras hay que montar en unos carros que van a toda velocidad por los raíles.
Harry se sorprende al descubrir que es rico. Bueno, tal vez, no rico. Pero, que no va a depender de los Dursley para costearse y completar su educación mágica, ya que sus padres le dejaron una cámara repleta de oro. En el mundo mágico se utilizan tres tipos de moneda; galeones, sickles y knuts. El galeón es la de más valor y se compone de oro. Equivale a diecisiete sickles y 493 knuts. Le sigue el sickle, que es de plata y corresponde a veintinueve knuts. Y, por último, está el knut, que es de bronce y la que menos vale de las tres. La cámara de los Potter encierra montañas y montañas de galeones. Aunque, no es de extrañar, porque el apellido Potter fue bastante importante en otros tiempos.
Humildemente, Harry se lleva un poco de oro. Decide que es mejor no abusar y se siente aliviado de que los Dursley no sepan que es dueño de una pequeña fortuna bajo el suelo londinense. Hagrid aprovecha para cumplir otro encargo de Dumbledore y recoger un paquete de la cámara setecientos trece. Después, continúan haciendo compras y Harry porta más paquetes de los que puede sostener. La última visita es a la tienda de Garrick Ollivander (John Hurt). Los Ollivander llevan fabricando varitas desde el 382 a.C.
Harry prueba varitas de madera de haya, arce y ébano con núcleos de nervios de corazón de dragón y pelos de unicornio. Sin embargo, cada una es más catastrófica que la anterior. Al final, Ollivander parece estar eufórico y no caber en sí de la dicha. Saca una caja, farfullando y reflexionando sobre lo curiosas que son las cosas. Coloca entre las manos de Harry una varita de acebo, de veintiocho centímetros y con una pluma de fénix como núcleo. Harry agita la varita y una lluvia de chispas rojas surge de la punta. Ollivander le explica que la varita escoge al mago y no al revés.
Lo que es sumamente irónico y extraño es que el fénix que produjo la pluma de la varita de Harry, dio una segunda pluma y esta se utilizó para fabricar otra varita. La varita resultante de madera de tejo fue la que le grabó la cicatriz del rayo en la frente. Es casi profético que Harry estuviera destinado a poseer la varita que era hermana de la de Lord Voldemort. Todo lo relacionado con ambas varitas no se trata hasta futuras entregas, pero me parece fascinante la dedicación, premeditación y planificación que J.K. Rowling invirtió en su obra desde los capítulos iniciales del primer libro.
Hagrid obsequia a Harry con una lechuza blanca por su cumpleaños, a la que llama Hedwig. Harry aprovecha para vertir sus dudas sobre la única persona del mundo mágico que conoce, Hagrid, y le pregunta por el funesto destino de sus padres. Sospecha que el que le hizo la cicatriz de la frente (por lo que le ha dicho Ollivander) fue el mismo que mató a sus padres. El guardabosques le habla de un mago que se volvió malo, tan malo como se puede ser, que tenía gran cantidad de seguidores y que constituyó un episodio muy oscuro de la historia mágica de Gran Bretaña. Aunque han pasado diez años desde la caída de Voldemort, a Hagrid le cuesta mucho pronunciar su nombre. Sin embargo, la primera vez que Harry tantea el apodo del Señor Tenebroso, lo hace sin un ápice de miedo en su voz.
Harry descubre el origen de su cicatriz. No fue provocada por un accidente o un golpe, sino por una maldición. La noche en que sus padres fueron asesinados, Voldemort intentó matarle, pero la maldición rebotó y Harry salió ileso. Nadie sabe por qué sobrevivió Harry ni si Voldemort desapareció para no volver. Lo que si es cierto es que Harry Potter, apodado como el niño que vivió, se convirtió en una leyenda y se hizo famoso por todo el mundo mágico.
El Expreso de Hogwarts
Hay algo que me hace mucha gracia y es que, en la película, Hagrid le entrega a Harry la carta y su billete para el Expreso de Hogwarts antes de despedirse. Tomemos en cuenta que el tren sale el 1 de septiembre a las once de la mañana del andén nueve y tres cuartos y que Harry recibe el pasaje el 31 de julio. Pues, de algún modo, Harry está en King’s Cross con todas sus pertenencias preparado para abordar un tren que parte en septiembre y, al mismo tiempo, despidiéndose de Hagrid a finales de julio. Parece ser que si que es posible estar en dos lugares a la vez. Lo último que Hagrid le dice antes de marcharse es que no pierda su tren, ya que sale en diez minutos.
En los libros ocurre de forma distinta y bastante más coherente. Después de su encuentro con Hagrid, Harry vuelve a casa de sus tíos y se pasa el mes de agosto entre castigado y ansioso por su partida a Hogwarts. No le queda otra opción que pedirle al tío Vernon que le lleve a King’s Cross. Sospechosamente, su tío acepta de buen grado cuando ve de qué andén sale el tren. En sus adentros piensa que su sobrino se quedará solo en la estación, con una lechuza en una jaula y un baúl, preguntando por un andén que ni siquiera existe. Es por eso que accede a llevarle, ya que Vernon no haría nada desinteresado por Harry.
Volviendo a la peli, Harry se ve en la tesitura de localizar el andén nueve y tres cuartos por su cuenta. Pregunta a un guarda de seguridad, que piensa que el niño se está burlando de él, porque lo único que hay entre el andén nueve y el diez es una vía de tren y columnas. Revisa el hueco minuciosamente y empieza a creer que se lo ha imaginado todo, que todo ha sido uno de esos sueños de los que no te quieres despertar. De repente, oye la voz de una mujer quejándose sobre la cantidad de muggles que hay en la estación y aquello le devuelve la esperanza. Sigue a Molly Weasley (Julie Walters), que va acompañada de su tropa de cinco hijos, hasta una columna.
Percy Weasley (Chris Rankin) es el primero en entrar. Coge carrerilla con el carrito y se va de frente contra la columna, solo que, en vez de chocarse, desaparece. Detrás van los gemelos Fred Weasley (James Phelps) y George Weasley (Oliver Phelps), engañando como siempre a Molly sobre quién es quién y acusándola de ser una mala madre. Harry se arma de valor y le pide ayuda para entrar al andén. Ginny Weasley (Bonnie Wright), la pequeña de los Weasley y la única chica de entre siete hijos, le desea buena suerte. Harry obedece las palabras de Molly e imita los gestos de Percy. A pesar de creer que se va a estampar con la columna y a hacer el ridículo de su vida, nada más lejos de la realidad.
Emerge al otro lado, donde una locomotora escupe nubes de vapor y un montón de niños con carritos, baúles y mascotas pasean por el andén y se despiden de sus padres. Harry busca un compartimento vacío y se instala en él. Al poco rato, Ron Weasley (Rupert Grint) desliza la puerta y le pregunta si se puede sentar allí. Y, así es como Harry conoce a su mejor amigo. El Expreso de Hogwarts sale puntual y avanza por prados, campos cultivados y montañas. Ron se presenta y, cuando Harry dice su nombre, muestra interés por su cicatriz. No debemos olvidar que, aunque Harry no conozca a nadie del mundo mágico, es una especie de celebridad.

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La mujer del carrito (Jean Southern) les ofrece su catálogo por si quieren comprar algo. Ron, cuya familia es bien conocida por las estrecheces económicas, ha traído unos sandwiches de casa. Pero, Harry, que nunca ha presenciado los dulces y comidas del mundo mágico, compra todo lo que hay en el carro. Ron y Harry se meriendan las ranas de chocolate, que vienen con una carta de un mago famoso y detalles sobre su vida (a Harry le toca la de Dumbledore), pasteles de caldero, varitas de regaliz y grageas Bertie Bott de todos los sabores. Te puede tocar desde una gragea con sabor a menta a una que sepa a cera de oído o mocos. Los bocadillos de Ron quedan olvidados en el asiento.
Ron va a probar un hechizo que le enseñó su hermano Fred para cambiar de color a su rata, Scabbers. Entonces, Hermione Granger (Emma Watson) abre la puerta y pregunta si han visto a un sapo, ya que Neville Longbottom (Matthew David Lewis) ha vuelto a perder de vista a Trevor. Al ver que van a hacer magia, Hermione, que procede de una familia de muggles, decide quedarse como público. El hechizo de Ron es un fiasco, aunque Harry le consuela diciéndole que los bigotes de Scabbers están un poco amarillos. Hermione hace una demostración de magia y conjura un Oculus Reparo para arreglar las gafas rotas de Harry. La primera impresión que causa en los chicos no es muy positiva.
Cuando el Expreso de Hogwarts se detiene en la estación de Hogsmeade, los alumnos de primer año se marchan con Hagrid para ir hasta Hogwarts en bote surcando el Lago Negro. Los estudiantes de cursos superiores acceden al castillo de otras maneras. Hogwarts, en la distancia e iluminado bajo el cielo nocturno, es precioso. Cualquier muggle que pasase por allí no vería la fortaleza mágica, sino un conglomerado de ruinas y señales de advertencia.

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La ceremonia de selección
Al atravesar las puertas, los recién llegados son recibidos por Minerva McGonagall, la subdirectora y jefa de la casa Gryffindor. McGonagall les explica qué es la ceremonia de selección y cuáles son las distintas casas de Hogwarts. Gryffindor es la casa de los valientes y osados, la casa de los héroes. Su fundador fue Godric Gryffindor y la propia MgGonagall perteneció a su casa. Slytherin es la que peor reputación tiene, ya que entre sus filas estuvo el mismísimo Voldemort y varios mortífagos (seguidores de quien-tú-sabes). La casa de la serpiente fue fundada por Salazar Slytherin y recibe a los astutos, ambiciosos y sedientos de grandeza. Ravenclaw admite a los ingeniosos, inteligentes y sabios. La fundó Rowena Ravenclaw. Hufflepuff es la casa de los trabajadores, leales y honestos y fue fundada por Helga Hufflepuff.
McGonagall les instruye en la utilidad de los puntos para cada casa. A lo largo del año, los estudiantes irán ganando o perdiendo puntos en función de su comportamiento y logros académicos. Cualquier castigo individual que implique la pérdida de puntos afectará a toda la casa. Al final del curso, la casa que tenga más puntos se alzará con la Copa de las Casas. La subdirectora anuncia que la ceremonia tendrá lugar en el Gran Comedor y que comenzará en breve y se retira.
Draco Malfoy (Tom Felton) aprovecha la ocasión para dirigirse a Harry Potter y tenderle, lo que él considera, una mano amiga. Lo que ocurre a continuación desencadena siete años de rivalidades, peleas e insultos. Ron se ríe de Malfoy y Draco se burla de su túnica de segunda mano. Presenta a sus dos guardaespaldas personales; Vincent Crabbe (Jamie Waylett) y Gregory Goyle (Joshua Herdman). Le aconseja a Harry que tenga cuidado de con quien se junta, ya que existen familias de magos más poderosas que otras.
Por ejemplo, la familia Weasley es una de las que pertenecen a los Sagrados Veintiocho. Sus miembros son de sangre pura, pero, a diferencia de otras familias tan antiguas, no viven en una gran mansión ni les sobran los galeones y, para colmo, Molly y Arthur Weasley (Mark Williams) no paran de tener hijos. En cambio, los Malfoy valoran mucho la tradición, la pureza de la sangre y manejan una fortuna ancestral. Draco Malfoy es el resultado de la unión de dos familias muy poderosas; la de los Malfoy y la noble y más antigua Casa de Black.
Draco, que piensa que es preferible contar con un aliado de la fama, repercusión y magnitud de Harry, le ofrece su amistad y le tiende la mano. Harry, al más puro estilo Gryffindor y siendo fiel a sus principios, deja que la mano de Draco se quede flotando sola en el aire y le responde que es capaz de elegir a sus amigs por sí mismo. En los libros se conocen de forma distinta. Su primer encuentro tiene lugar en la tienda de Madame Malkin y las presentaciones en el Expreso de Hogwarts. Sin embargo, el momento es bastante similar. Harry humilla a Draco y el joven Malfoy, que adora a su orgullo por encima de cualquier otra cosa, reacciona con socarronería.
McGonagall llega en el momento apropiado y guía a los alumnos de primer año al interior del Gran Comedor. El Profesor Dumbledore se pronuncia, dándoles la bienvenida y recordando algunas normas imprescindibes; el Bosque Prohibido está fuera del alcance de todos los alumnos y, como la insistencia del conserje y vigilante de Hogwarts, Argus Filch (David Bradley), indica, el pasillo derecho del tercer piso no está permitido para todos aquellos que no quieran experimentar una muerte horrible.

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La ceremonia da comienzo. El sombrero seleccionador, que también perteneció a Godric Gryffindor, uno de los cuatro fundadores de Hogwarts, reposa sobre un taburete en el que se irán sentando los niños. McGonagall tiene una larga lista de pergamino para ir llamando en orden alfabético a las asustadas y emocionadas criaturas una por una. Hermione, Harry y Ron son seleccionados para Gryffindor y se unen a la mesa de Fred y George, que los reciben entre vítores. Al sombrero le cuesta decidir el destino de Harry, ya que adivina mucha valentía en su interior, pero también una grandeza y excelencia propias de los de la casa de Salazar Slytherin. Harry le pide al sombrero que no le ponga en Slytherin y este tiene en cuenta su petición, enviándole a Gryffindor.
El sombrero seleccionador puede ver dentro de tu cabeza y valorar en qué casa encajas mejor según tus cualidades. A veces, como en el caso de Harry, tiene en cuenta tus preferencias y, en otras ocasiones, se equivoca. Con Draco Malfoy ocurre lo opuesto. Los Malfoy siempre han pertenecido a Slytherin. Antes de que el sombrero toque la cabeza de Draco, grita; ¡Slytherin! Neville Longbottom, Seamus Finnigan (Devon Murray) y Dean Thomas (Alfred Enoch) también van a Gryffindor.

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Harry se topa por primera vez con Severus Snape (Alan Rickman), que está sentado a la mesa de los profesores con Quirrell de espaldas a su lado, se miran fijamente y la cicatriz de la frente le comienza a doler. Más adelante, le pregunta a Percy Weasley por el misterioso hombre de capa negra, con apariencia de murciélago y aquel cabello que se asemeja a dos cortinas negras. Percy explica que Snape es el jefe de la casa Slytherin y maestro de pociones, pero que tiene una afición peligrosa por las artes oscuras y que lleva años detrás del puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Si hay algo en que los fans de Snape podemos ponernos de acuerdo, es en que Severus sería un excelente profesor en cualquier materia en lo que a conocimientos se refiere. La parte del trato estudiantil la dejamos para otro apartado.
El festín de bienvenida empieza con unas palabras de Dumbledore y la comida se materializa en las cuatro mesas. El ambiente general es festivo. Harry no da crédito a la inmensa cantidad y variedad de comida que hay y, por primera vez en su vida, no se va a la cama con hambre. Ron come todo lo que puede y más. Aunque en su casa no faltan los alimentos precisamente, en Hogwarts son gratis.
Obtenemos el primer vistazo a los fantasmas de las cuatro casas, que sobrevuelan el Gran Comedor emocionados por la llegada de nuevos alumnos. Peeves el poltergeist no aparece en las películas, aunque en los libros es un personaje bastante molesto y gracioso al mismo tiempo. Nick Casi Decapitado (John Cleese), a quien, por el amor de Dios, no le preguntes qué es estar «casi decapitado», es el fantasma de la torre de Gryffindor. El Fraile Gordo (Simon Fisher-Becker) es el fantasma de Hufflepuff. El Barón Sanguinario (Terence Bayler) es el espectro de Slytherin y alguien que insufla un terror paralizante al resto de fantasmas. Por último, la Dama Gris (Nina Young) es el espíritu de Ravenclaw. Se dice que el Barón asesinó a Helena y que después se suicidó por la culpa.
Después, los prefectos, en el caso de Gryffindor, Percy, conducen a los alumnos de primer año a sus dormitorios. Ascienden por las escaleras que se mueven a su antojo y los habitantes de los cuadros les saludan. La sala común de Gryffindor se encuentra en la séptima planta custodiada por el cuadro de la Señora Gorda (Elizabeth Spriggs), que aguarda a recibir la contraseña para abrir la puerta. Como dato curioso, Elizabeth Spriggs interpretó a la Señora Gorda en Harry Potter y la Piedra Filosofal. Pero, en posteriores entregas se la sustituyó por Dawn French, una cómica, actriz y escritora que encajaba más con la esencia del personaje que Spriggs.
Mi primera impresión sobre la sala común es que es más pequeña de como me la imaginaba. Harry comparte dormitorio con Ron, Neville, Seamus y Dean. Acompañado de Hedwig, se siente extraño. Es la primera vez en su vida que está en un sitio que puede considerar su hogar.
El buscador más joven en un siglo
El tema de las clases es complicado, ya que en los libros se aborda de otra manera. En las películas, los protagonistas comparten aula siempre. Imagino que por el bien de la duración de la cinta y por economizar escenas. En los libros, los miembros de cada casa toman sus clases por separado a excepción de unas pocas. Sin embargo, en el primer día del curso, como no podía ser de otra forma, Harry y Ron llegan tarde a su primera clase. McGonagall es la encargada de impartir la asignatura de Transfiguración, que consiste en alterar o modificar la apariencia de objetos mediante hechizos. Lo cual es irónico, porque Minerva es una animaga y puede transformarse en un gato atigrado. Así recibe a Harry y a Ron y les suelta una buena reprimenda sobre transfigurarles en un reloj de bolsillo para que no vuelvan a retrasarse.
Severus Snape enseña Pociones. Se le conoce por ser muy severo, exigente y favorecer a Slytherin. Por alguna razón, Harry parece no caerle muy bien. En su primer día, Snape le acusa de creerse demasiado habilidoso e inteligente como para atender en su clase. Cosa que no tiene sentido, ya que Harry estaba copiando al pie de la letra las palabras de Snape en su pergamino. El maestro de Pociones le lanza tres preguntas sobre ingredientes, plantas mágicas y bezoares. Evidentemente, Harry no se sabe la respuesta, debido a que ha crecido en una familia muggle y sin la menor idea de que existía la magia. A Hermione, que se ha pasado el verano leyendo los libros de primer curso, le falta ponerse de pie en la silla para intentar que Snape la vea levantando la mano.

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Harry, que tiene la mala suerte de ser tan orgulloso como el propio Snape y de poseer esa valentía que te convierte en estúpido, le responde; «No lo sé, señor. Pero, parece que Hermione sí que sabe la respuesta. ¿Por qué no le pregunta a ella?«. Sin darse cuenta, ha llevado a cabo una acción que Severus detesta. Se ha burlado de él y le ha ridiculizado delante de la clase, aunque esa no fuera la intención de Harry. Y, si ya de por sí Snape veía a James cuando miraba al joven Potter, ahora también le escucha cada vez que habla. Snape es el responsable de que Harry le desprecie durante los próximos seis años, porque él fue quien inició aquella persecución de odio indebido e injustificado.
En el Gran Comedor, Harry descubre cómo llega el correo a Hogwarts. Cientos de búhos y lechuzas llevan paquetes y los depositan delante de su destinatario. Neville Longbottom recibe una Recordadora por parte de su abuela. Es un objeto que emite un brillo rojo si su portador ha olvidado algo importante y Neville es tan despistado, que tiene suerte de no olvidarse de su propio nombre. A Ron le llega una copia de El Profeta, periódico del mundo mágico, y Harry lo toma prestado. Resulta que se ha producido un robo en Gringotts. El hurto en cuestión se define como un trabajo de magos oscuros y ha tenido lugar en la cámara 713, que ya había sido vaciada en el mismo día. Harry reconoce que la 713 fue la cámara que visitó con Hagrid.
En la clase de vuelo, impartida por Madame Hooch (Zoë Wanamaker), averiguamos que el mayor talento de Harry no es para la magia, sino para surcar los cielos en escoba. La instructora reúne a los alumnos en torno a unas escobas viejas, desobedientes y con ramitas sobresalientes. Los niños deben extender la mano y ordenar a la escoba; «arriba«. Las escobas de Draco y Harry ascienden directamente a sus manos, la de Hermione se empieza a revolcar por el suelo como si fuera un perrito haciendo la croqueta y la de Ron le da un golpe en toda la cara. Lo siguiente es montarse en la escoba y, cuando suene el silbato de la Sra. Hooch, dar una patada al suelo y subir lentamente para volver a aterrizar.
Neville Longbottom, cuya escoba está descontrolada, sale volando por los aires y se choca contra la pared del castillo. Se desploma en el suelo y Madame Hooch se lo lleva a la enfermería, ya que tiene algún hueso fracturado. Malfoy recoge la recordadora, que se le ha caído a Neville, y se la guarda en el bolsillo de la túnica. Draco despega del suelo con la escoba y utiliza la recordadora como cebo para que Harry le persiga. Su objetivo es que castiguen o expulsen a Harry de Hogwarts. Harry ignora por completo las advertencias de Hermione (como de costumbre) y hace justo lo que Malfoy espera. Draco lanza la recordadora lo más lejos que puede y Harry sale como una flecha detrás de ella. La atrapa al vuelo antes de estamparse contra una pared y regresa con sus compañeros. Minerva lo ha presenciado todo desde su ventana.

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La Profesora McGonagall desciende al campo a buscar a Harry y se lo lleva. Harry piensa que no ha durado más de dos días en Hogwarts, mientras Draco festeja que su plan ha tenido éxito. McGonagall interrumpe la clase del Profesor Quirrell y pregunta si puede llevarse a otro estudiante, Oliver Wood (Sean Biggerstaff). Wood es el capitán del equipo de Gryffindor de Quidditch y McGonagall, que es una gran forofa del deporte y ha divisado las habilidades de vuelo de Harry, propone a Harry como nuevo buscador.
Harry se convierte en el buscador más joven en un siglo, porque los alumnos de primer año nunca acceden a los equipos de Quidditch. Hermione le muestra una placa dorada en una vitrina, que reza el nombre de James Potter en la posición de buscador. Esta es la primera averiguación que Harry hace de su padre, además de encontrar un punto de conexión entre ambos.
Oliver Wood y Harry se reúnen para que el capitán le explique al nuevo integrante los fundamentos del deporte. El Quidditch es una de las actividades deportivas sobre escoba que más disfrutan los magos. Puede ser muy peligroso y ha llegado a cobrarse víctimas mortales. Cuenta con una alineación de siete jugadores por equipo; dos golpeadores, tres cazadores, un guardián y un buscador. Hay tres tipos de pelotas; quaffle, bludger y snitch. Los cazadores se pasan la quaffle e intentan meterla por alguno de los aros. Las bludger son para los golpeadores y sus bates y el blanco son los miembros del equipo contrario. La snitch dorada es para la refinada vista e instinto del buscador. Se mueve de un lado a otro del campo a velocidad vertiginosa. Si uno de los buscadores atrapa la snitch, su equipo se anota 150 puntos y concluye el partido.
Halloween
Puede decirse que, para octubre, Harry y Ron ya son inseparables. Hermione sigue siendo difícil de aguantar, ya que tiene la enervante manía de corregir a todo el mundo. No cuesta mucho entender que Hermione Granger proviene de una familia de muggles y que siente la necesidad de probarse a sí misma y de demostrar que es igual de válida que cualquier mago de nacimiento. Además de que le encanta leer, aprender cosas nuevas y ser una pequeña enciclopedia ambulante. Ron y Harry no sienten la misma pasión ni por la magia ni por el tedioso arte del estudio. Antes de Halloween se desencadenaron dos eventos que marcarían la futura amistad del trío dorado.
Primero, el inesperado paseo por el castillo que les condujo al tercer piso. En el libro, son Harry, Ron, Neville y Hermione los que se aventuran en aquel lugar prohibido. Sin embargo, en la peli, están solo Harry, Ron y Hermione. Los tres se embarcan por un pasillo repleto de estatuas tenebrosas y adornadas con telas de araña y se topan con la Sra. Norris, la gata de Argus Filch, cuyos ojos se describen como un par de linternas capaces de ver en la oscuridad. Huyen del animal y llegan a una puerta cerrada, que parece un callejón sin salida. Hermione usa Alohomora y la cerradura se abre. Filch acude a la llamada de su mascota y a investigar si hay niños fuera de la cama.
Los tres alumnos respiran con alivio durante medio segundo, ya que reparan en las tres bocas de afilados colmillos de un enorme perro de tres cabezas y entienden por qué el pasillo del tercer piso estaba prohibido. Ron está histérico y asustado, mientras que Hermione hace un descubrimiento bastante interesante. El perro de tres cabezas estaba sobre una trampilla, con lo cual es probable que se encuentre protegiendo algo. Aquí Hermione dice una de sus frases más famosas que, además, creo que es la preferida de Emma Watson; «Me voy a la cama antes de que a alguno de los dos se os ocurra otra genial idea y acabemos muertos, o peor, expulsados«.
Segundo, la clase de encantamientos que imparte el Profesor Flitwick (Warwick Davis). Este personaje tendrá un cambio total de aspecto y vestuario de Harry y el Prisionero de Azkaban en adelante. Flitwick está enseñando a su grupo más joven a levitar objetos, en este caso una pluma. Consiste en hacer un leve giro de muñeca, agitar y golpear con la varita y pronunciar las palabras mágicas; Wingardium Leviosa. Ron repite un «Wingardium Leviosá» y agita la varita en todas direcciones. Hermione le detiene antes de que se haga daño, le explica cómo entonar la frase y hace una demostración, siendo la primera de la clase en lograr que su pluma se despegue de la mesa.
Esto conduce al tercer acontecimiento, Halloween. Al salir de clase de encantamientos, Hermione escucha a Ron burlándose de ella con Harry, Seamus y Dean y se marcha corriendo. El Gran Comedor está expresamente decorado para la celebración de Halloween y el festín también refleja la festividad. Harry echa en falta a Hermione y Neville le dice que ha oído que lleva toda la tarde llorando encerrada en el baño y que no quiere salir. Quirrell irrumpe en el Gran Comedor gritando que se ha colado un troll en las mazmorras, lugar donde se encuentra la sala común y los dormitorios de Slytherin.
Quirrell se desmaya y todos los alumnos empiezan a gritar y correr despavoridos. Albus Dumbledore hace su primera demostración de autoridad y con un simple grito logra que todos los alumnos se callen. Ordena a los prefectos que se lleven a los alumnos a sus respectivas casas y a los profesores que le acompañen a buscar al troll. Si algo define con exactitud a Dumbledore, es que rara vez le verás perder la calma y los estribos. Los alumnos se van por un lado y los profesores por otro, pero Snape toma una ruta paralela.
Harry y Ron se separan del grupo, porque recuerdan que Hermione está sola y no sabe que hay un troll deambulando por Hogwarts, así que van en su busca. Cuando se aproximan al baño de las chicas, oyen las estruendosas y torpes pisadas de una criatura que proyecta una sombra enorme. Hermione se topa de frente con el troll, grita y se encierra en un cubículo. Los chicos llegan justo a tiempo. Mientras el troll destruye las puertas de los baños y los lavabos con su garrote, Harry y Ron le arrojan trozos de madera para intentar llamar su atención.

/Captura de Max
Harry se agarra al mazo del troll y se sube a su espalda. Saca la varita y, a falta de una idea mejor, se la mete por la nariz. El troll sujeta a Harry por las piernas. le pone cabeza abajo y trata de golpearle con la maza como si fuera una piñata. Ron entona correctamente un Wingardium Leviosa y el arma del troll queda suspendida en el aire. Cuando el garrote cae, golpeándole en la cabeza, le deja inconsciente. Harry recupera su varita, que está bañada en mocos de troll.
Los tres, cuatro si contamos al troll noqueado, son descubiertos por McGonagall, Snape y Quirrell. McGonagall les pide una explicación inmediatamente y Hermione se echa la culpa. Asume la responsabilidad por haber decidido acudir sola en busca del troll, porque pensaba que podría derrotarlo. Mientras la jefa de Gryffindor le lee la cartilla a Hermione y recalca lo decepcionada que está de ella, Harry repara en que Snape tiene una fea herida en la pierna que intenta esconder. Hermione pierde cinco puntos para Gryffindor y Ron y Harry ganan cinco cada uno por haber derrotado al troll. A partir de la batalla con el troll, la amistad entre Harry, Ron y Hermione queda definida, convirtiéndose al fin en el imparable trío dorado.
El partido de Quidditch más largo de la historia
El primer partido de la temporada es de Gryffindor contra Slytherin. Snape, en su enigmático y sarcástico modo de expresarse, le desea suerte a Harry y hace referencia al asunto del troll como burlándose del «acto heroico» del alumno de primer año. Luego, Severus se marcha renqueando y a Harry se le ilumina el cerebro. Su teoría es que Snape soltó al troll para crear caos y distraer a los habitantes de Hogwarts para tener el camino libre hacia el perro de tres cabezas. Sin embargo, tuvo la mala suerte de que el animal le mordió. Las elucubraciones de Harry, sin ser del todo acertadas, no se distancian tanto de la realidad.
A Hermione no le parece muy lógico, pero Harry insiste en que en su primera visita a Gringotts, Hagrid, sacó un paquete de una cámara que era muy valioso para Dumbledore. Piensa que eso es justo lo que codicia Snape y lo que protege el perro. De repente, aparece Hedwig con un paquete enorme para Harry, que contiene una Nimbus 2000. Quiero recalcar que estos acontecimientos suceden de forma distinta y más ordenada en el libro. Si has leído el libro primero y has visto la película después, te puedes quedar con una sensación de que se saltan muchas cosas o de que no se respeta el orden cronólogico. Lo cual es cierto, pero hay que tener en cuenta que la película posee una duración limitada.
Harry avanza vestido con la equipación roja y amarilla de Quidditch con los siete miembros de su equipo hacia el campo. El campo de Quidditch es alucinante. Tiene varias gradas en las que se sientan las distintas casas y los proferores y, si lo sobrevuelas, se ve todo Hogwarts y sus alrededores. Lee Jordan, que es un buen amigo de Fred y George Weasley, es también el comentarista del partido. Cada jugador se sitúa en sus respectivas posiciones y Madame Hooch pide un juego limpio antes de soltar las pelotas.
Los jugadores se disputan el quaffle y Gryffindor anota el primer tanto. Marcus Flint (Jamie Yeates), el capitán del equipo de Slytherin, pone en práctica sus tácticas de juego sucio y el resto de sus compañeros de casa le imitan. Los marcadores se han igualado. Harry alza el vuelo sobre el campo en busca de la snitch dorada y escucha un tintineo pasar por su hombro. Su escoba empieza a girar sombre sí misma, como intentando tirarle al suelo. Hermione y Ron, que están viendo el partido con unos prismáticos desde las gradas, ven que Snape mueve los labios como si estuviese lanzando un encantamiento.
Hermione lanza un Lacarnum Inflamarae y le prende fuego a la capa de Severus. El Profesor de Pociones se distrae y deja de mover los labios en silencio. Los ocupantes de la grada se alborotan y alguien derriba a Quirrell, que estaba sentado detrás de Snape. La escoba de Harry vuelve a funcionar en condiciones y reanuda su persecución de la snitch. Compite con el buscador de Slytherin, que también la ha visto, y la snitch va directa contra el césped del campo. El buscador de Slytherin cambia la trayectoria, pero Harry va dispuesto a estrellarse contra el suelo. En el último momento, vira el rumbo y se pone de pie sobre la escoba para alcanzar la snitch. Pierde el equilibrio y se cae. Parece que la snitch se le ha escapado y que el impacto le ha provocado náuseas.
Harry vomita la snitch dorada, apuntando 150 puntos a favor de Gryffindor. La Sra. Hooch toca el silbato anunciando el final del partido. Los alumnos de Slytherin se dejan caer sobre las sillas resoplando. Ninguno puede creerse la suerte que tiene Harry Potter. Los Gryffindors vitorean, cantan y celebran su victoria. En la grada de los profesores, podemos ver al director de Hogwarts aplaudiendo con ganas.

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Como he mencionado en el título de este apartado, este me parece el partido de Quidditch más largo de la historia. En el libro, J.K. Rowling se puede permitir el lujo de que abarque cuarenta o setenta páginas si le place. Pero, en la película, hay que hacer hueco para todas las tramas en una cantidad de tiempo mucho más reducida. Por eso, creo que el partido tendría que haber durado menos. Aunque, también he de recalcar que el Quidditch es muy bonito de ver y original. Sobre todo, porque cuando lo lees te haces una imagen en la cabeza y esa fotografía mental coincide con lo que Chris Columbus nos quiso mostrar en Harry Potter and the Philosopher’s Stone.
Tras el partido, el trío dorado realiza una visita a Hagrid, que, como ya sabemos, tiende a hablar más de la cuenta de forma involuntaria. Comparten con él sus sospechas de que Snape ha lanzado una maldición sobre la escoba de Harry y de que trató de pasar por delante del perro de tres cabezas en Halloween. Hagrid se refiere al perro como Fluffy y admite que es suyo. Se va de la lengua y explica que se lo prestó a Dumbledore para guardar algo. Harry insiste en que Snape quiere robar lo que Fluffy está custodiando. Hagrid defiende a Severus, argumentando que es profesor en Hogwarts. Les advierte que se olviden del asunto, ya que lo que vigila Fluffy atañe directamente al Profesor Dumbledore y a Nicholas Flamel.
Navidad
La nieve y los gigantescos troncos de abeto arrastrados por Hagrid, han llegado a Hogwarts. Hermione regresa a casa por Navidad. Harry no visita a sus tíos por obvias razones y Ron cambia de planes, porque sus padres se van a Rumania a visitar a su hermano Charlie que trabaja con dragones. Así que, se queda jugando al ajedrez mágico con Harry en la sala común de Gryffindor o en el Gran Comedor. Ambos se comprometen a avanzar en la búsqueda de Nicholas Flamel.
La mañana de Navidad llega y la cara de Harry al comprobar que tiene regalos debajo del árbol puede romperle el corazón a cualquiera. En años previos, los Dursley acostumbraban a obsequiarle con un par de calcetines viejos de tío Vernon, alguna camiseta ensanchada y descolorida de Dudley o dos monedas que bien podrían haber sido botones. Este año Harry tiene cinco regalos; Equipos de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda de Hermione, un surtido de bombas fétidas de Ron, un jersey navideño de la Sra. Weasley, un pañuelo de papel de los Dursley y un misterioso paquete. El regalo sin nombre viene acompañado de una nota críptica, que dice así; «Tu padre dejó esto en mi posesión antes de morir. Ya es hora de que te sea devuelto. Úsalo bien.»
Harry rompe el papel de regalo y descubre el contenido. Se trata de una capa de invisibilidad y, aunque no lo sabemos todavía, una de las reliquias de la muerte. La capa de invisibilidad es un objeto familiar pasado de generación en generación en el lineaje de los Potter, pero James jamás pudo entregárselo a su hijo. Al igual que su padre, Harry la utilizará para escaparse a deshoras de su dormitorio, explorar partes recónditas de Hogwarts y colarse en sitios donde tiene prohibida la entrada. De hecho, la primera vez que se pone la capa es para adentrarse en la sección prohibida de la biblioteca en busca de algún libro que le aclare la identidad de Nicholas Flamel. Casi es descubierto por la Sra. Norris y Filch. En cuanto pierde al viejo conserje de vista, acelera el paso.
Harry se topa con una discusión entre Quirrell y Severus. Desde su perspectiva, parece que Snape está amenazando al Profesor Quirrell y advirtiéndole que tenga cuidado con a quien le es leal. Como si Snape pudiese oler a Harry, cierra la mano en torno al aire que hubiera sido la capa de invisibilidad si Harry no se hubiese desplazado a la derecha. Entonces llega Filch y les alerta de que hay algún estudiante fuera de la cama. Harry se queda solo y continúa explorando el castillo. Termina en una habitación con un espejo de aspecto imponente, que no es otro que el Espejo de Oesed (the Mirror of Erised).
Cuando Harry se mira en el espejo, la imagen que este le devuelve es la de sus padres sonriéndole. Confuso, mira a derecha e izquierda y detrás, pero en la estancia no hay nadie aparte de él. Habla con sus padres y se ve a sí mismo reflejado junto a ellos. Su madre le posa la mano en el hombro y su padre la imita. Esta escena es muy emotiva, porque reprensenta la primera vez que Harry ve físicamente a sus padres y debido a que piensa que verdaderamente están allí y que tal vez pueda comunicarse con ellos o traerlos de vuelta.
Harry corre a despertar a Ron para mostrarle a sus padres en el espejo, pero Ronald no los ve. En cambio, se ve a sí mismo siendo delegado y capitán del equipo de quidditch con la copa en las manos. Lo que Ron ve reflejado en el espejo son todos los logros y méritos de sus cinco hermanos y por lo que desea que algún día se le alabe también. Ron lanza la teoría de que, quizá, el espejo muestre el futuro, pero Harry la descarta, ya que sus padres están muertos. En la película no queda muy claro si Harry se pasa varias horas frente al espejo o si, al igual que en el libro, retorna en diferentes días a maravillarse con la imagen de sus padres.
En una de esas visitas secretas es Albus Dumbledore en persona quien le sorprende y le explica cuál es la función del espejo. Utiliza una frase muy sencilla para que Harry entienda por qué la imagen que devuelve el espejo es imposible o irreal; «El hombre más feliz de la tierra se miraría al espejo y se vería solo a sí mismo tal y como es«. Lo que quiere decir es que para aquellos que sean plenamente felices, que hayan alcanzado sus sueños y que no hayan sufrido pérdidas irreparables el mayor deseo o sueño imaginable es su propia vida. El propósito del espejo es mostrarnos los deseos más profundos y desesperados de nuestro corazón. Harry ve a sus padres porque nunca los ha conocido.

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Dumbledore le advierte de que tenga cuidado, ya que el espejo puede arrebatarte la cordura. Puede enseñarnos cosas ideales y más apetecibles que nuestra propia vida, pero jamás llegarán a hacerse realidad. Muchos hombres brillantes han caído ante el influjo del Espejo de Oesed y se han consumido. El director le confía que el espejo será trasladado al día siguiente y le pide que no acuda a buscarlo. Entonces, Dumbledore le da a Harry uno de sus valiosos consejos (que, por cierto, tengo colgado en una de las paredes de mi casa); «No conviene deleitarse en los sueños y olvidarse de vivir«.
La piedra filosofal
Tras las vacaciones, Hermione regresa con inspiración y recuerda haber sacado un libro de la biblioteca para lectura ligera, que parece dos enciclopedias en una. En él, se menciona a Nicholas Flamel como el único descubridor de la Piedra Filosofal (the Philosopher’s Stone). La Piedra Filosofal es capaz de convertir cualquier metal en oro y produce el Elixir de la Vida, que otorga la inmortalidad al que lo toma. La única piedra que existe pertenece a Nicholas Flamel, que ha alcanzado la friolera de 665 años. Los chicos deducen que ese es el misterioso objeto que Hagrid sacó de Gringotts y que se oculta bajo la trampilla, custodiado por Fluffy. Harry está convencido de que Snape quiere robar la Piedra Filosofal.

/Captura de Max
Harry, Ron y Hermione se presentan en la cabaña de Hagrid y le sueltan que ya saben lo de la Piedra Filosofal. Comparten sus sospechas de que el Profesor Snape está intentando poner sus manos en la piedra. Pero, Hagrid le defiende diciendo que Snape es uno de los que protegen la piedra. Los chicos tardan muy poco en deducir que hay más protecciones, a parte de Fluffy y Snape, rodeando a la piedra. Aunque Hagrid está muy seguro de que nadie puede burlar a Fluffy, ya que tres cabezas son más complicadas de engañar que una, salvo Dumbledore y él mismo que son los únicos que saben como apaciguar al Cerbero.
En esta parte ya estamos adentrándonos en la recta final de la película. Con lo cual, todo se narra de forma distinta que en el libro. El orden se altera y algunas cosas se omiten para que la cinta no dure cinco horas. En concreto, la visita del trío dorado a Hagrid ocurre de forma diferente y el descubrimiento de lo que oculta el grandullón también. Resulta que el guardián de las llaves se ha hecho con un huevo de dragón, cosa que es ilegal en el mundo mágico. Se lo ganó en un pub, que no es otro que Cabeza de Puerco (Hog’s Head), a un extraño de capa negra. Tuvieron una conversación amistosa sobre bestias mágicas, tema que interesa mucho a Hagrid, y el tipo se alegró de quitarse el huevo de encima.
Estando los cuatro sentados alrededor de la mesa, el huevo eclosiona y de él nace una cría de Ridgeback noruego. Ron reconoce la especie del dragón, ya que su hermano mayor, Charlie, trabaja en Rumanía con dragones. Hagrid le bautiza como Norbert. En respuesta, Norbert escupe un aliento flamígero e incinera parte de las barbas de Hagrid. Todos escuchan un gritito proveniente del exterior y ven el rostro pálido y la inconfundible de pelo rubio de Draco Malfoy espiando desde un ventanuco. Draco ha presenciado el nacimiento del dragón y corre al castillo para delatar a sus archienemigos de casa por estar fuera de Hogwarts a esas horas.
Malfoy habla con McGonagall y la jefa de Gryffindor espera a sus alumnos pacientemente. Harry, Ron y Hermione pierden cincuenta puntos cada uno y reciben un tedioso sermón sobre escaparse del castillo de noche y las consecuencias que esto puede traer. Para gran sorpresa de Draco, los cuatro son castigados. Cuando Malfoy replica, McGonagall argumenta que, por más buenas que fueran sus intenciones, él también estaba fuera de la cama y de los confines de Slytherin. Harry esboza una sonrisa de satisfacción al comprobar que a su querido rival le ha salido el tiro por la culata.
Por todos los unicornios y centauros
El castigo que reciben Malfoy, Harry, Ron y Hermione es acompañar a Hagrid al Bosque Prohibido. Son escoltados por Filch, que expresa su lástima porque ya no se castigue a los estudiantes como solía hacerse antaño y habla de tiempos más prometedores en los que se colgaba de los pulgares a los niños desobedientes en las mazmorras. No olvidemos que Filch es todo un sádico y alma gemela de Dolores Umbrige, que no hará acto de presencia hasta Harry Potter y la Orden del Fénix. Conduce a los chicos hasta la cabaña de Hagrid, donde el medio gigante les aguarda.
Se hace una mención de pasada a Norbert y se explica que Dumbledore le envió a una colonia de dragones en Rumanía. En el libro es Ron quien contacta con Charlie para que venga a recoger al dragón de Hagrid y son Harry, Ron y Hermione los que, utilizando la capa de invisibilidad, se aseguran de que el Ridgeback noruego pueda ser transportado con seguridad por Charlie y sus compañeros. Sin embargo, en la película esta trama dura un visto y no visto y se usa como conector con lo que interesa de verdad; que Harry se adentre en el Bosque Prohibido.
Draco expresa su miedo e inseguridad a entrar en el bosque, recalcando (con toda la razón) que los estudiantes de Hogwarts tienen prohibida la entrada y más siendo de noche. Todos caminan tras Hagrid entre espesa niebla y árboles altísimos, hasta que el guardabosques se detiene frente a un charco de líquido plateado y recoge con los dedos una muestra de esa sustancia viscosa. Les explica que se trata de sangre de unicornio y que ya se encontró uno muerto hace unas semanas. La cantidad de sangre indica que debe de haber un unicornio malherido en algún lugar del bosque y su tarea es buscarlo.
Los cinco se dividen en grupos. Ron y Hermione acompañan a Hagrid, mientras que Malfoy y Harry forman un equipo y se quedan con Fang, el perro de Hagrid. El medio gigante les advierte de que su mascota es un poco cobarde. Draco arranca en un monólogo sobre las acciones que tomarán sus padres cuando se enteren de que le han obligado a entrar en el bosque y realizar una tarea de sirvientes y Harry le acusa de estar asustado. Se demuestra que Fang y Draco son unos miedosos cuando se topan con una encapuchada criatura agazapada sobre el cadáver del unicornio y salen corriendo en dirección contraria, dejando a Harry solo.
Cuando el encapuchado alza la cabeza a Harry le empieza a doler la cicatriz. Aquella sombra levitante se aproxima al niño que vivió y le acorrala. No llegamos a verle el rostro, porque un centauro aparece y agita las patas delanteras para ahuyentarle. Se trata de Firenze (Ray Fearon), que se desvía e incumple las normas de su grupo para proteger a Harry. Los centauros son capaces de predecir el futuro mediante la interpretación y lectura de las estrellas, pero no pueden intervenir para cambiarlo. Además, sienten una profunda aversión por los magos y los humanos, ya que se consideran superiores e infinitamente más inteligentes.

/Captura de Max
Firenze advierte a Harry de que el bosque no es un lugar seguro para él. Harry se muestra intrigado por la identidad y el origen de la criatura que ha tratado de atacarle y Firenze lo describe como un ser monstruoso. Le explica que matar a un unicornio es un crimen terrible, ya que beber su sangre te permitirá mantenerte con vida aunque estés al filo de la muerte, pero con el coste de que poseerás media vida. Una vida maldita contaminada por el pecado de haber asesinado a un ser tan puro y hermoso como es un unicornio. Harry se cuestiona quién desearía ese tipo de vida y Firenze le da una pista bastante obvia haciendo referencia al objeto que se haya oculto tras los muros de Hogwarts. Harry suma dos más dos y sabe que Firenze está hablando de la Piedra Filosofal y de Voldemort.
El camino hacia la Piedra Filosfal
Harry comparte con Hermione y Ron las dudas y revelaciones que su conversación con Firenze le han despertado. Piensa que Snape no quiere la Piedra Filosofal para usarla con él mismo, sino para entregársela a Voldemort. A Ron le preocupa que si Voldemort regresa vaya a por Harry, mientras que Hermione, siendo siempre la parte racional del grupo, le recuerda quién es el único mago al que Voldemort teme; Dumbledore. Mientras Albus Dumbledore permanezca en Hogwarts, Voldemort o lo que quede de él no podrá ponerle las manos encima a Harry.
De repente, nos encontramos a fin de curso y con el dilema de los exámenes finales. Hermione está emocionada por demostrar sus conocimientos y obtener la calificación más alta. Ron parece apático y a Harry le arde la cicatriz con más fuerza que nunca. Los chicos se encuentran paseando por los jardines de Hogwarts, cuando, Harry, sufre una revelación. Se da cuenta de que es más que sospechoso que un tipejo extraño llevase casualmente consigo un huevo de dragón y que se cruzase con Hagrid por azares del destino. Harry es consciente de que Hagrid llevaba años deseando tener un dragón como mascota y también de que a veces se pasa con la bebida.
Los tres van directos a la cabaña de Hagrid, que está tocando la flauta en el exterior y le hacen un breve interrogatorio sobre la procedencia del huevo y el aspecto del sujeto al que se lo ganó. Hagrid lo describe como un hombre con túnica negra y encapuchado, pero recalca que no logró verle el rostro. El tipo se interesó por averiguar qué clase de criaturas mágicas buscaba Hagrid y, cuando él guardabosques le mencionó a los dragones, también habló de su perro de tres cabezas, Fluffy. Un animal imposible de domesticar y apaciguar a no ser que le toques una armoniosa balada con algún instrumento. El desconocido mostró interés por Fluffy y Hagrid le dio la clave exacta para amansar a la fiera.
Si, de acuerdo a la teoría de Harry, Snape es el encapuchado, ya tiene la fórmula exacta para burlar a Fluffy y acceder a la trampilla. Harry, Ron y Hermione acuden como alma que lleva el diablo a advertir a McGonagall. Intentan hablar con Dumbledore, pero la Profesora McGonagall les dice que se ha marchado, porque ha recibido una lechuza urgente del Ministerio de Magia. Para aquellos que no lo sepan, Albus Dumbledore fue seriamente considerado para el cargo de Ministro de Magia, pero lo rechazó porque las cuestiones de poder no le agradan. Sin embargo, el Ministro de Magia le manda correspondencia de forma regular para solicitar su opinión y consejo sobre asuntos importantes. Es sabido por los profesores, alumnos y personas de la comunidad mágica que Dumbledore es muy sabio.
A Harry le huele muy mal que Dumbledore se haya ido justo en ese preciso momento. Alerta a McGonagall de que alguien va a intentar robar la Piedra Filosofal, a lo que Minerva se queda patidifusa y le asegura que la piedra está muy bien protegida. Harry está convencido de que es Snape quien va a tratar de hurtar la piedra delante de sus narices. Deciden bajar por la trampilla al caer la noche.
Cuando están listos para marcharse se encuentran con un obstáculo inesperado; Neville Longbottom. Neville se interpone en su camino y les corta el paso. Les dice que no piensa permitir que se escapen y le sigan costando puntos a Gryffindor. Hemione se disculpa y le lanza un Petrificus Totalus. Neville cae al suelo con los brazos pegados a los costados y las piernas inutilizadas. El trío dorado rodea el cuerpo inconsciente de Neville y se oculta bajo la capa de invisibilidad. Avanzan por el castillo hasta llegar al tercer piso y se sirven del hechizo Alohomora para abrir la puerta. Son recibidos por la dulce melodía de un arpa y los ronquidos pesados y profundos de Fluffy. Snape ya ha pasado por allí.

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Retiran con esfuerzo la zarpa del perro de la trampilla y la abren. Al otro lado lo único que puede verse es oscuridad. No se dan cuenta de que la música ha dejado de sonar y de que Fluffy se ha despertado hasta que un hilo de babas pastosas se derrama sobre el hombro de Ron. Se arrojan al interior de la trampilla sin saber si se darán de bruces contra el suelo o caerán sobre un mullido helecho de flores.
Las pruebas
La Piedra Filosofal está custodiada por una serie de encantamientos y protecciones. La primera de ellas se trata de la prueba perfecta para Hermione o, en su defecto, Neville, que es un excelente alumno en Herbología. Los tres caen sobre un nido de plantas de aspecto nudoso y enraizado. Son apresados por las ramas negras y espinosas y Ron y Harry empiezan a gritar. Hermione no tarda mucho en reconocer que se trata del Lazo del Diablo. Recuerda que, cuanto más nervioso te pones, más te estruja la planta. Logra relajarse y liberarse del agarre. La sigue Harry que obedece sus recomendaciones y se serena lo suficiente como para escurrirse hasta el suelo.
Por el contrario, Ron se pone más histérico al ver desaparecer a Harry y no escucha a sus amigos. Hermione recurre al hechizo Lumus Solem para disparar un rayo de luz a la planta y recupera a Ron. En el libro ocurre de forma distinta. Hermione se bloquea cuando tiene que pensar un modo de encender una hoguera para ahuyentar al Lazo del Diablo y es Ron quien le recuerda que es una bruja y que puede hacer magia. A menudo, en las películas le quitan momentos importantes a Ron y le hacen quedar como un tonto, cuando en los libros es una parte indispensable de la dinámica del trío dorado. Sin embargo, en las pelis es Hermione quien se lleva toda la gloria.
La segunda prueba parece exclusivamente diseñada para Harry. Llegan a una sala en la que hay una gran cantidad de llaves sobrevolando la estancia, una escoba vieja y una puerta cerrada. La cerradura tiene aspecto oxidado y descuidado. Harry utiliza sus dotes de buscador y localiza la llave rápidamente. Se sube a lomos de la escoba y la persigue por los aires. Es atacado por nubes y enjambres de llaves, pero logra hacerse con la indicada. Desciende en picado e introducirla en la cerradura y, cuando los tres han atravesado la puerta, el resto de llaves se clavan sobre la madera. En el videojuego It Takes Two (del que también tenemos una crítica) hay un nivel que hace referencia a esta prueba de Harry Potter y la Piedra Filosofal.
Naturalmente, la tercera prueba tiene que ser para Ron. Si hay algo que se le da bien a Ron Weasley es jugar al ajedrez mágico. Se adentran en otra sala que consiste en un tablero de ajedrez gigante. Para atravesarla deben ocupar el lugar de determinadas piezas y derrotar a sus contrincantes. En la película la partida de ajedrez no tiene mucho sentido, ya que los protagonistas ocupan espacios en los que ya hay piezas. En cambio, en el libro, las piezas que son reemplazadas por Ron, Harry y Hermione se retiran del tablero. Ron consigue hacer jaque mate sacrificándose (interpreta a la figura del caballo). Como he mencionado, en la peli no es muy lógico, porque Ron se monta en la pieza del caballo y es despedazado por la reina rival.

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Tras el desenlace de la tercera prueba surgen dos caminos. Por un lado, el que nos atañe en este análisis que es el de la película y, por otro, el del libro. En la peli, Ron queda malherido y Hermione le acompaña de vuelta a Hogwarts. Harry continúa solo y sus amigos son responsables de alertar a los profesores de lo ocurrido. En el libro, Ron se queda atrás y Harry y Hermione siguen adelante. Se enfrentan a una prueba que no se incluyó en la película. Consiste en una remesa de diversos viales de pócimas con distintas utilidades que deben ingerir correctamente para poder avanzar.
La cuestión es que solo uno de ellos podrá cruzar todos los obstáculos, mientras que el otro tendrá que retroceder. Así que, Harry sigue su camino hacia la Piedra Filosofal y Hermione vuelve con Ron al castillo para acompañarle a la enfermería y tratar de localizar a Dumbledore. Si bien el trío dorado se compone de tres miembros que aportan, se compenetran y complementan a la perfección, hay algunas batallas que Harry Potter debe librar solo.
De hecho hay una teoría bastante interesante y factible en el libro «Dumbledore: The Life and Lies of Hogwarts’s Renowned Headmaster» (Dumbledore: la vida y las mentiras del director más renombrado de Hogwarts). El autor, Irvin Khaytman, nos presenta un exhaustivo análisis sobre la vida temprana, adulta y anciana de Dumbledore, sobre sus decisiones, mentiras y adversa relación con el poder. Es un manuscrito muy ameno y nutritivo de leer para cualquier fan de Harry Potter y firme seguidor de la trayectoria de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. La teoría de Irvin Khaytman sobre las pruebas que rodean a la Piedra Filosofal es que están hechas a medida para el trío dorado.
Claro que, el factor de que unos alumnos de primer año tuvieran las herramientas adecuadas para enfrentarse a los desafíos, podría ser perfectamente una conveniencia de la trama. J.K. Rowling es bantante conocida por recurrir a los plot conveniences a lo largo de la saga. Sin embargo, Irvin diverge y nos plantea la opción de que todo ha sido un minucioso plan de Dumbledore. Durante los siete libros y ocho pelis, Albus Dumbledore, se crea una fama de elaborar planes y mantenerlos en secreto hasta que se revelan por sí mismos. Con lo cual, Dumbledore, habría escogido personalmente las protecciones de la piedra y las habría diseñado solo para que Harry, Ron y Hermione las resolvieran. Esto justifica por qué fue el único en llegar hasta la Piedra Filosofal.
Dumbledore quiso proporcionarle la oportunidad de hacer frente a Voldemort en solitario. Además de ir modelando a Harry a su imagen y semajanza y preparándole para la futura e inevitable batalla con el Señor Tenebroso. El primer paso en el plan de Dumbledore para convertir a Harry en aquel maravilloso cerdo directo al matadero que Snape menciona en el séptimo libro es confiarle al cuidado de los Dursley. Con eso ha logrado que la fama no se le suba a la cabeza y que no tema a Voldemort. Ahora, en su primer año en Hogwarts, tiene sentido que sea Harry el que derrote a Voldemort, ya que si Dumbledore le ofrece la cabeza de su rival en bandeja todo habrá sido en vano.
Más allá del espejo
Harry avanza por unas escaleras y llega a una sala con iluminación tétrica y lúgubre. Allí, se topa con el Espejo de Oesed y una silueta frente a él. Lejos de ser Severus Snape quien se encuentra delante del espejo, el reflejo del Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Quirrell, le devuelve la mirada. Quirrell se quita la máscara de profesor torpe, tartamudo y tímido y se muestra como lo que es; un seguidor de Voldemort. Harry expresa sus dudas y su sopresa ante la presencia de Quirrell y la ausencia del Profesor de Pociones.

Cualquiera podría decir que el Profesor Quirrell tiene dos personalidades.
/Captura de Max
Quirrell confiesa que fue él quién intentó tirarle de la escoba en el partido de quidditch contra Slytherin. Snape estaba murmurando un contrahechizo para proteger a Harry y, cuando Hermione prendió fuego a su capa, Quirrell se distrajo y perdió la concentración. El motivo por el que Snape siempre se hallaba cerca de Quirrell y de la Piedra Filosofal era porque sospechaba de él. En la noche de Halloween fue Quirrell quien liberó al troll en las mazmorras y Snape, siendo más astuto que él, llegó primero al tercer piso y le sorprendió allí. Desde aquel instante, Snape se transformó en la sombra de Quirrell y le acechó sin descanso.
Cada vez que Quirrell se gira para contemplar el espejo, un dolor punzante recorre la cicatriz de Harry. Quirrell se pregunta sobre el poder del espejo y explica que se ve a sí mismo con la piedra en la mano, pero que no sabe cómo obtenerla. Una voz de ultratumba le susurra que utilice a Harry. El Gryffindor se aproxima al espejo y observa como su reflejo le sonríe, le guiña un ojo y se guarda algo en el bolsillo; la Piedra Filosofal. Harry comprueba que un objeto se ha materializado en el bolsillo de su pantalón. Quirrell le insta para que le describa su visión y Harry miente diciendo que se ve dándole la mano a Dumbledore.
De nuevo, la voz espectral se manifiesta y acusa a Harry de mentir. Ese murmullo incorpóreo le ordena a Quirrell que le permita hablar con el chico y Quirrell se retira el turbante de la cabeza, descubriendo un segundo rostro deformado en la parte trasera de su cogote. Se trata de la faz de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Voldemort quiere la piedra para procurarse un cuerpo propio, dejar de alimentarse de sangre de unicornio y de ocupar cuerpos ajenos como si fuera un parásito. El Señor Tenebroso es consciente de que Harry guarda la piedra en el bolsillo y le ordena a Quirrell que lo aprese.

Si queréis saber a qué me refiero, buscad por internet.
/Captura de Max
Con un chasquido de dedos, Quirrell, conjura unas llamaradas de fuego que rodean la sala, atrapándoles juntos. Voldemort le ofrece unirse a él y le promete que puede devolver a la vida a sus padres si le entrega la piedra. Le dice que no existen ni el bien ni el mal, solo el poder y aquellos que son demasiado débiles para ejercerlo. Harry rechaza la oferta, distinguiendo que es una mentira. Voldemort le da instrucciones a Quirrell de matar a Harry y el siervo se abalanza sobre el niño que vivió e intenta estrangularle.
La mano con la que Quirrell ha tocado a Harry comienza a tornarse en polvo y a desvanecerse. Harry no tarda en entender que Quirrell-Voldemort no puede tocarle y le pone las manos en el rostro. El cuerpo terrenal de Quirrel se deshace y sus ropas caen al suelo, vacías. El espectro de Voldemort abandona su refugio en Quirrell, atraviesa a Harry y huye de la estancia. Harry cae inconsciente con la Piedra Filosofal en la mano.
El poder del amor
Harry se despierta en la enfermería rodeado de regalos, dulces y notas deseándole que se mejore pronto. Dumbledore le saluda y mantienen la clásica conversación de final de libro en la que Albus, por fin, se sincera con su pupilo. Harry pregunta por Ron y Hermione y por el desenlace de la Piedra Filosofal. Dumbledore le explica que sus amigos se encuentran bien y que la piedra ha sido destruida. Nicholas Flamel y Albus han llegado a un acuerdo. El alquimista pondrá en orden sus asuntos y, tras seis siglos, morirá cuando se le termine el elixir de la vida.
Dumbledore le ilustra con el misterio del espejo y la piedra y lo cataloga como una de sus ideas más brillantes. La cuestión es que la Piedra Filosofal estaba escondida en el espejo, pero solo una persona que desease encontrarla y no usarla lograría verla. Por eso la piedra acabó en el bolsillo de Harry y Voldemort jamás habría podido extraerla. Dumbledore esclarece por qué el Profesor Quirrell no se atrevió a tocar a Harry y también comprendemos por qué se convirtió en cenizas cuando lo hizo.

con el que le trata. Harry siempre verá a Dumbledore como un referente.
/Captura de Max
En la noche en que Voldemort desapareció, Lily Potter se sacrificó para que su hijo no muriese a manos de una maldición asesina. Ese tipo de actos dejan una marca que no tiene forma de rayo. Otra más grande e imborrable que se oculta bajo la piel, en el corazón. Harry está protegido por ese amor de madre único que supone el sacrificio de una mujer para que su hijo pueda seguir con vida.
Cambios de última hora
En el festín de fin de curso se hace entrega de la Copa de las Casas, que es un premio anual para la casa que más puntos ha recolectado a lo largo del año. La clasificación inicial se encuentra así; en cabeza, Slytherin con 472 puntos, en segundo lugar, Ravenclaw con 426 puntos, en tercer puesto, Hufflepuff con 352 puntos y, por último, Gryffindor con 312 puntos. Sin embargo, Dumbledore, haciendo gala de su malicia y de su lado cómico, realiza unos cambios de última hora teniendo en cuenta los acontecimientos recientes.
La cara de Snape es un cuadro y se puede ver que está pensando; «a ver qué se inventa este viejo ahora«. Dumbledore premia a Hermione Granger con cincuenta puntos por el uso de la lógica cuando otros se hallaban en peligro, a Ronald Weasley con otros cincuenta puntos por la mejor partida de ajedrez mágico que Hogwarts ha conocido en su historia y a Harry Potter con sesenta puntos por su temple e incuestionable valor. Ese ajuste de puntos provoca que Gryffindor ascienda de posición y empate con Slytherin. Dumbledore rompe el empate con una de sus míticas frases; «hace falta mucho valor para enfrentarse a los enemigos, pero mucho más para hacerlo contra los amigos» y recompensa a Neville Longbottom con diez puntos.
Las decoraciones del Gran Comedor pasan de ser plateadas, verdes y serpentinas a rojas, doradas y fieras como el león. Dumbledore le ha dado la cantidad justa de puntos a Gryffindor para que se alce con la victoria de la Copa de las Casas. Los gryffindors celebran y los slytherins se lamentan. Mucho se ha comentado sobre el favoritismo de Dumbledore hacia Gryffindor, considerando que el propio Albus perteneció a Gryffindor en su juventud, y creo que es razonable. Dumbledore no solo siente un cariño especial por Harry, sino también por la que solía ser su casa.
Harry, Ron y Hermione se preparan para subir al Expreso de Hogwarts y volver a sus respectivas casas, pero Harry no considera que se esté marchando a casa. Hogwarts es lo más cercano a un hogar que ha conocido en sus once años de vida. Se queda atrás para despedirse de Hagrid. El medio gigante le entrega un álbum de fotografías con imágenes de sus padres y Harry le abraza con fuerza. Hagrid le espanta y le envía al tren antes de emocionarse, ya que, por su expresión, es evidente que están a punto de saltársele las lágrimas.

volver a casa. Harry no se entristece, porque sabe que al lugar al que regresa no es su hogar.
/Captura de Max
Conclusión
Para leer una opinión más concisa y sin tantos detalles podéis acceder a la crítica de Harry Potter y la Piedra Filosofal. La intención de este análisis es abordar la película de 2001 sin meterse demasiado en los libros. Si tratásemos también el contenido del libro, este análisis sería el equivalente a una enciclopedia. Hay ciertas escenas y detalles que no he comentado que difieren mucho del libro. Los personajes, en general, se mantienen en la misma sintonía.
La película de Harry Potter y la Piedra Filosofal ha cumplido ya veinticuatro años y, para ser tan antigua, ha envejecido con belleza, paciencia y gracia. Considero que el principal pilar de esta franquicia, más allá de la evidente magia, es la nostalgia. Fans nuevos habrá siempre, al igual que hay adolescentes que reproducen canciones de hace cincuenta años en sus listas de Spotify y señores o señoras que bailan piezas de Reggaeton. Sin embargo, los fans antiguos son lo que, coloquialmente, se podrían definir como la vieja confiable. Son aquellos que aman el mundo mágico con orgullo, a pesar de haber superado la treintena y presumir de canas, aquellos que verán la futura serie de Harry Potter o cualquier producto que se estrene, contentos de tener, al fin, contenido nuevo en una franquicia que estaba estancada, al menos en el ámbito narrativo y audiovisual.
Obvio por completo la existencia de Animales Fantásticos y sus incoherencias, la publicación de Harry Potter y el Legado Maldito y los cambios en los personajes para acoplarse a ese ritmo de inclusión forzada que nos están sirviendo hasta en la sopa. En especial, Harry Potter y el Legado Maldito es una aberración de la que no quiero, ni querré saber nada. Creo que cuento con la buena fortuna de poder identificarme como uno de esos fans nostálgicos de Harry Potter, aunque seguro que no llegue tan temprano como la mayoría de vosotros.
Quiero concluir este análisis confesando que, en mi infancia, solía aborrecer Harry Potter. No me gustaba ni llamaba mi atención. Las películas carecían de sentido para mí y desconocía de la existencia de los libros. Me resulta bastante irónico que la magia me alcanzase en la adultez, ya que se supone que son los niños los que creen en la magia. Sin embargo, eso me reveló una gran verdad sobre la vida; los niños creen en la magia por naturaleza, pero son los adultos los que necesitan creer en ella. Me hice fan de Harry Potter a mis veintitantos y me siento muy honrada de poder presentarme como una potterhead.