La primera parte de El Hoyo se estrenó en 2019. Cinco años después, en 2024, nos han presentado la segunda parte. Su director es Galder Gaztelu-Urrutia. Creo haberlo mencionado varias veces a lo largo de la crítica, pero, la idea tras el proyecto de El Hoyo me parece brillante. Me alegra que sea un producto nacional el que triunfa de esta manera y que, nuevamente, demuestra que las películas no necesitan ser americanas para ser buenas.
Atención: la siguiente crítica contiene spoilers sobre el desarrollo de la película y está fundamentada en opiniones personales.
El hoyo
La primera parte me impactó bastante. En más de una ocasión, tuve que retirar la vista de la pantalla o taparme los ojos. Contenía escenas muy gráficas y sangrientas y, para alguien tan aprensivo como yo, no resulta fácil de ver. Pero, no hay que dejarse impresionar por las amputaciones, ejecuciones, hambre y canibalismo. El Hoyo es mucho más que el horror que encierran sus paredes. A mi parecer, difunde un mensaje, que puedo atisbar con la punta de los dedos. Pero, me resulta muy difícil trasladarlo a palabras.
El hoyo es una prisión en la que los reclusos ingresan por voluntad propia. Aunque a mí y a cualquier otra persona que haya visto las dos cintas, no se nos ocurran motivos cuerdos por los que alguien querría aventurarse en aquel lugar. Antes de entrar, te hacen una entrevista y te preguntan por qué quieres ser parte del hoyo. Eliges un plato de comida que engullirás durante tu estancia allí. Ninguno de los que se condenan a semejante suplicio cuentan con una fecha de salida. Yo pienso que, del hoyo, no sale nadie con vida.
El protagonista, Goreng (Iván Massagué) entra en el hoyo para obtener un diploma. Le colocan en la misma celda que Trimagasi (Zorion Eguileor), quien se convertirá en una especie de mentor, guía y amigo para Goreng. Trimagasi le explica como funciona la cuestión de la comida. Los primeros niveles son los afortunados, mientras que a los más bajos no llegan más que sobras, masticadas y regurgitadas, y platos sucios. Una vez al mes, duermen a todos los prisioneros y los cambian de nivel de forma aleatoria.
Los presos de los pisos superiores pisotean, escupen y orinan encima de los alimentos para que, los de las plantas inferiores, se traguen sus escupitajos y orines. No importa que las posiciones se inviertan. El que está arriba siempre se dedica a humillar y denigrar al de abajo. Aquí hay una diferencia sustancial con la segunda parte que comentaremos después.
La primera parte termina de forma poco clara. Goreng baja en la plataforma, que transporta la comida, junto con una niña. Cuando llegan más allá del nivel 333, el más bajo de todos, Goreng tiene una visión de Trimagasi. El que fuera su amigo le dice que su viaje ha terminado, que él ya no podrá subir, pero que la niña es el mensaje. Así que, Gorenng sitúa a la pequeña en la plataforma y se queda en aquel lugar. No sabemos si está muerto o vivo.
La segunda parte
Era de esperar que la segunda parte actuase como secuela, sin embargo, no podíamos estar más equivocados. El hoyo 2 es una precuela. De hecho, no sabemos en qué punto, pero puede ser que los acontecimientos de las dos películas ocurran simultáneamente, ya que al final de la segunda cinta los respectivos protagonistas de El Hoyo y de El Hoyo 2 se reencuentran.
Nada más comenzar la peli se nos muestra a los diversos personajes haciendo una entrevista en la que comentan sus motivos para querer ingresar al hoyo. Aquí vemos a personajes principales como; Perempuán o Zamiatin y secundarios, que no tendrán mucha relevancia en la trama más allá de representar roles de acompañamiento. Como dato curioso, la que oficia las entrevistas es Imoguiri (interpretada por la fabulosa Antonia San Juan), a quien en la primera entrega conocemos dentro del hoyo como compañera de celda de Goreng. Este es el primer indicio de que El Hoyo 2 actúa como precuela.
Da un poco de impresión ver como entran al hoyo; bien peinados, maquillados, limpios y con buen aspecto en general, y en lo que se convierten al llevar un tiempo encerrados; sucios, desgastados, famélicos, violentos y mermados. Esto me conduce al argumento de que nadie en su sano juicio escogería entrar en esa prisión por voluntad propia. Lo cual es cierto, ya que todos los personajes tienen algún tipo de problema, trauma o culpa de la que están intentando escapar o persiguiendo una redención inalcanzable. Puede que algunos entrasen para poner a prueba sus límites o por mero aburrimiento como Trimagasi, pero no creo que ninguno de ellos supiera lo que les esperaba allí dentro.
La historia sigue a Perempuán (Milena Smit), que acaba de ingresar en el hoyo. Perempuán toma la difícil decisión de recluirse allí para redimirse. Resulta que, en una de sus exposiciones de arte, el hijo de su pareja sufrió un accidente. Ella había realizado una escultura de un perro con afiladas garras, que se enfrentaba al espectador, para reivindicar su rechazo al maltrato animal. Pasó por alto colocar un perímetro de seguridad, creyendo que no ocurriría nada. Sin embargo, su hijastro se acercó mucho a la obra y una de las cuchillas se le clavó en el ojo, matándolo en el acto. Perempuán es asediada por ese pensamiento con frecuencia y se rebate entre los remordimientos y el cargo de conciencia.

Imagen sacada de aquí.
Compañeros de celda
Perempuán pasa por unos cuantos compañeros de celda y casi todos sufren el mismo destino.
Zamiatin
En primer lugar, tenemos a Zamiatin (Hovik Keuchkerian). Un tipo fuerte, alto, robusto y, aparentemente, enfermo. Zamiatin pidió que le sirvieran pizza como su cena predilecta y, cuando alguien le roba su comida, pierde el control de sus emociones. No es alguien a quien le gusten las confrontaciones y las peleas. Es pacífico. Aprecia que respeten lo suyo y que le dejen tranquilo, y él hará lo propio con los demás. Aunque al principio parece hostil y con tendencia a brotes de agresividad repentina, traba una amistad con Perempúan y hacen el pacto mudo de protegerse el uno al otro.
Comparte con Perempuán la historia de cómo terminó en aquel tugurio. Según narra, le prendió fuego a la casa de sus padres. Zamiatin explica que solía ser un hombre de ciencias y ostentar un puesto como profesor en la universidad, pero que, un día, se obsesionó con la raíz cuadrada de menos uno. Aquello provocó que sus estándares se desmoronasen y que sus percepciones de lo real y lo imaginario se volvieran difusas. La operación no tenía una respuesta clara y él, como matemático y arraigado a los asideros de la realidad, no pudo aceptar el hecho de que existiese algo intangible que la ciencia no pudiese justificar. Abandonó su plaza como profesor, a su familia y retornó a casa de sus padres.
Me causó especial impresión cuando, después de este relato, Perempuán le preguntó si tenía hijos y Zamiatin ni lo desmintió ni lo confirmó, pero la mirada en sus ojos hablaba mucho más que el silencio. Zamiatin le devolvió la pregunta a Perempuán y ella se dio media vuelta en la cama. Estos dos personajes son como la noche y el día y precisamente por eso se complementan tan bien. Zamiatin no puede aceptar lo fantástico, imaginario e irreal, mientras que Perempuán vive de ello. Los artistas son su imaginación y hasta donde esa capacidad les permite llegar. Ella intenta inculcarle que la fantasía es buena, pero él no puede parar de aferrarse a sus ideales.
Garabatea en las paredes de forma compulsiva la raíz cuadrada de menos uno y juguetea con un mechero, que fue el objeto que escogió meter en el hoyo. Esas son sus dos obsesiones; el fuego, como representación de algo que, indudablemente, existe, y aquella maldita operación, con ningún resultado exacto. Hay una secuencia que lo plasma muy bien. Zamiatin está pasando la llama del mechero por su mano, quemándose la piel, y Perempuán le saca del trance. Lo que yo pienso es que, Zamiatin, siente que su trayectoria y su vida entera han sido una mentira, que todas sus creencias y titulaciones han caído en saco roto. El fuego se ha convertido en una manera de confirmar y asegurarse de que él no es un resultado imaginario, como el de la raíz cuadrada de menos uno.

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Este personaje me hizo sentir empatía y pavor al mismo tiempo. Es evidente que Zamiatin está desequilibrado. Pero, al mismo tiempo, es una persona que valora la lealtad, los principios y los límites establecidos. Su final viene determinado por su misma condición de pirómano. En una de las cenas, consumió más alimentos de los que le correspondían. Se trataba de comida que pertenecía a algún fallecido. Pero, según la ley, esa comida debía tirarse a la basura, ya que si no implicaría el privilegio de los de arriba y la desigualdad de los de abajo.
Zamiatin sabe que vendrán a buscarle por ello y no quiere arrastrar a Perempuán. Ella está dispuesta a protegerle y guardar su secreto, pero él no corre el riesgo. Se cubre con una sábana y se prende fuego. Antes de despedirse y arrojarse al vacío, le pide a Perempuán que, cuando salga de allí, les diga a sus hijos que siempre los quiso y que aquello no era una mentira.
Sus últimas palabras tienen mucho sentido, ya que en su entrevista inicial dio una versión muy distinta de la que le ofreció a Perempuán. Zamiatin no daba cátedra en ninguna universidad. Abandonó los estudios a los dieciséis años, con lo cual no era licenciado en ciencias. Sin embargo, el aspecto de su obsesión con la raíz cuadrada de menos uno y lo físico, real y tangible no era mentira. Tampoco prendió fuego a la casa de sus padres. Su mujer e hijos se hartaron de él y Zamiatin tuvo que volver a casa de sus padres. Pero, sus padres no estaban dispuestos a tolerar mas tonterías, así que le enviaron al hoyo para disciplinarle.
Por la longitud de esta sección podréis observar que Zamiatin me ha generado un interés particular. No se nos especifica qué enfermedad o trastorno tiene. En mi opinión, podría ser desde ludopatía, obsesión por la comida hasta mitomanía. Lo que está claro es que Zamiatin es como un bebé grande o un niño mimado. Si le das lo que pide, todo irá bien. Pero, si se lo niegas, patalea. Le gusta imponer y dar miedo a la gente. Sin embargo, cuando la confrontación se aproxima, él dice no querer problemas. Al final, parece que se redime y que hace algo de lo que está orgulloso por primera vez en su vida. Se sacrifica para que Perempuán no sufra por su culpa. Tal es el cariño que ella le ha tomado a Zamiatin, que hubiera preferido enfrentarse a las consecuencias con él a perderle.
La mujer del nivel 51
Su siguiente compañera de celda es una mujer manca, que pidió ciruelas como comida y una almohada como objeto, ya que no puede dormir sin abrazarse a ella. Este personaje no tiene nombre, pero es interpretado por Natalia Tena, a quien reconozco por el papel de mi querida Nymphadora Tonks. Así que, por el bien de la coherencia y la estructuración, la llamaremos 51.
51 expresa que es nueva en el hoyo, pero más adelante le cuenta a Perempuán que ya lleva unos cuantos meses allí. Es ella quien nos explica más sobre el radical orden que reina en el hoyo. Cuando entró allí, sus dos extremidades superiores estaban intactas. Sin embargo, un día, junto con su compañera Kekasih, se encontró a un joven malnutrido y en las últimas. Le alimentaron con comida de un fallecido, aun sabiendo que aquello iba contra la ley.
Los ungidos vinieron a buscarlas para restablecer el orden y castigar la ofensa. 51 tuvo que apretar los dientes mientras un hombre sostenía su brazo con firmeza junto al agujero y, cuando la plataforma bajó, la extremidad fue arrancada de cuajo. Kekasih no corrió con tanta suerte, porque se resistió. Dagin Babi (Óscar Jaenada), el más sádico, violento y terrible de los ungidos, le arrancó los ojos, la desnudó y la ató a la plataforma para enviarla a los niveles inferiores. 51 fue obligada a presenciar como los habitantes de lo más bajo del hoyo se comían a su amiga.

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Perempuán y 51 se hacen amigas, al igual que ocurrió con Zamiatin. 51 comparte con Perempuán su plan de huida. Parece que 51 es de mi escuela y piensa que del hoyo se sale en ataúd, convertido en longanizas o escapando de alguna manera. Cada mes reconfiguran el hoyo para mover a los presos y utilizan un gas para dormirlos. 51 piensa que esa es la única oportunidad para escapar. Para lograrlo, necesitan encontrar una pintura, que está en alguno de los niveles, y tragarse un pedazo. Luego, durante el intervalo, fingirán estar muertas y ahí estará su billete hacia la libertad.
No entiendo muy bien cómo comerse un trozo de un cuadro impide que uno caiga en la inconsciencia, ni de dónde sale ese cuadro para empezar. Mi deducción es que la pintura tenga algún componente que logre mitigar el efecto del gas en el cuerpo o que sea relevante de alguna forma que no nos han mostrado o que no he sabido entender.
En una ocasión, Perempuán y 51 quebrantan la ley al descender en la plataforma para castigar a los de un nivel inferior que habían comido más de lo que les tocaba. 51 le habla a Perempuán de Dagin Babi. Sabe que vendrá a buscarlas y que deben estar preparadas. Efectivamente, Dagin Babi, un tipo greñudo y tuerto, se presenta en su celda y las recompensa con un festín. 51 y Perempuán saben, mientras ingieren comida a la fuerza, que no es una buena señal.
El castigo para ellas es implacable. Al ser su segundo encontronazo con la ley, 51 es ajusticiada del mismo modo que su excompañera. Perempuán pierde un brazo como primer aviso, igual que le ocurrió a 51, y grita mientras se desangra y cobra consciencia de que su amiga será devorada por los de los niveles inferiores. Este es el punto en que Perempuán pierde el poco respeto que le quedaba por la ley y empieza a pensar como 51. Una ley que favorece a unos pocos y se disfraza de igualitaria, no es justa.
Trimagasi
Llegados a este punto, cuando vemos a Don Obvio, nos queda más que claro que estamos ante una precuela, ya que Trimagasi murió en la película anterior. Los que hayan visto El Hoyo, ya conocerán su personalidad excéntrica, egocentrista y despreocupada. El objeto escogido por él es un cuchillo de cocina Samurai Plus.
La película no les da a Perempuán y Trigamasi el mismo tiempo que tuvieron Zamiatin y 51 para hacerse amigos. Se ve que, a Perempuán, Trimagasi no le ha caído ni bien ni mal y, cuando se decide a iniciar un motín, le invita a que le acompañe. Trimagasi se apuntaría a un bombardeo con tal de distraerse de la monotonía. Poco le importan las leyes sobre niveles, alimentos y jerarquías. Esto lo demuestra abalanzándose sobre la plataforma y atiborrándose con toda la comida que sus manos alcanzan.
Juntos, van descendiendo en la plataforma y reclutando más rebeldes. Llegan al nivel en el que se oculta la pintura que 51 le había mencionado a Perempuán y se detienen allí. Deciden que ya son suficientes. Comienza una fiesta en la que prenden una fogata, Trimagasi canta y toca la guitarra y todos se divierten.
Al día siguiente, reciben la visita de los ungidos. Desde el piso superior, les rodean y les cortan los suministros. Dagin Babi amenaza con dejarles pasar hambre, hasta que estén tan débiles que no puedan ni moverse, y entonces bajar y matarlos. Está dispuesto a dejar sin comida a sus fieles de otros niveles inferiores, siendo este el precio a pagar para proteger la ley. Trimagasi contraataaca soltando que, si intentan matarles de hambre, ellos bajarán y se comerán a los devotos de Dagin Babi. Conociendo a Trimagasi, nos podemos imaginar que no va de farol.
Los ungidos y el grupo de rebeldes llegan a un empate técnico. Así que, a los ungidos no les queda más opción que atacar. Se desata una batalla campal entre ambos bandos y, finalmente, Dagin Babi y sus soldaditos son aniquilados. Los únicos supervivientes son Trimagasi, Perempuán y Dagin Babi. Dagin Babi le dice a Perempúan que se ha cargado todo el sistema del hoyo y en ella, en respuesta, le arroja por el hueco de la plataforma. Perempuán decide que debe seguir bajando. Recoge el cuadro e invita a Trimagasi a que se una a ella, pero él lo rechaza, argumentando que ese ha sido el mejor mes de su vida.
Trimagasi es un personaje popular. A mí no me gusta. Me genera bastante rechazo su personalidad y sus elecciones. Es un hombre que haría cualquier cosa para sobrevivir, sin importarle si el que está delante es un amigo o enemigo. Actúa en beneficio propio y ninguno de los pasos que da es desinteresado. Aún así, tiene una parte filosófica y reflexiva, que encuentro más de mi agrado. Se ve que es alguien que ha vivido mucho y que ha llegado a un punto en el que ha descubierto su verdad sobre la raza humana y sus instintos básicos. La frase que le dice a Perempuán antes de que se despidan es que somos prisioneros de nosotros mismos y que de eso no hay escapatoria posible.
El orden de El Hoyo 2
En El Hoyo 2 existe un sistema que no había en la primera película. Al comienzo de esta, cuando conocemos a Perempuán y Zamiatin, Robespierre, uno de los ungidos, les habla sobre el orden del hoyo. Se cuenta que hubo un hombre que quedó confinado en los niveles inferiores y que no comió nada durante dos meses. El misterioso individuo utilizó su propia carne para alimentar a otros. Se convirtió en líder de un orden improvisado e impuesto, en un maestro sin rostro para la mayoría y real para una minoría selecta.
A los espectadores no se nos desvela la identidad del maestro, pero, antes de saber que la secuela es, en realidad, una precuela, nos confunde. Lo primero que yo pensé, e imagino que muchos otros también, es que el maestro tenía que ser Goreng. Tras presenciar su camino, transformación y dudoso final en El Hoyo, es el único personaje que, para mí, reune todas las cualidades para ser un líder amado y respetado. Era lógico llegar a esa conclusión, porque, cuando Goreng entró en la prisión, el orden no existía. El problema es que el sistema nació antes de Goreng, no después. Por lo tanto, descartamos a Goreng como maestro.
Para los que apoyan y creen en la teoría de que el hoyo es un purgatorio, la figura del maestro podría ser una metáfora de Jesucristo. Yo lo veo claro en que ese hombre anónimo usa su propia carne para alimentar a sus semejantes y se asegura de que todos sean tratados por igual, de que reciban lo mismo que el de la celda de al lado y no más, porque sería injusto. Sin embargo, esa cuestión es demasiado debate sobre lo que es justo y lo que no para una crítica de una película.
El punto es que el maestro creó un orden al que los habitantes del hoyo tuvieron adaptarse y que aprender a respetar por las buenas o las malas. Los que no siguen las normas son eliminados o severamente castigados. En mi opinión, aquí pasa de ser un conjunto de reglas para mantener el civismo y la igualdad a una dictadura.
Según el sistema, cada prisionero podrá comer solamente el plato que haya escogido o intercambiarlo con algún compañero. Es un modo de cerciorarse de que la comida llegue a todos los niveles. Si una persona fallece, su comida irá al cubo de basura, ya que, si otro se lo come, estará siendo favorecido por encima de otros. En sí, estos dos aspectos, no son malos. De hecho, son útiles para facilitar la supervivencia de los habitantes del hoyo. Aunque, tampoco sabemos si eso es lo que busca la organización. Es decir, ¿a la organización le interesa que los prisioneros se unan y se vuelvan más fuertes o que se enfrenten entre ellos? Además, queda el inciso de que no todos los presos querrán respetar las normas y los más nuevos ni las conocerán, ni las entenderán, ya que no saben lo que es el hoyo.
A Perempuán dichas reglas le parecen justas, hasta que padece por sí misma lo que le hacen a los rebeldes, sin importar que su causa sea razonable o que tengan motivos de peso, como les ocurrió a 51 y a Kekasih. Empieza a sentirse en conflicto tras la muerte de Zamiatin y su rabia alcanza la cúspide cuando asesinan a 51.
El final de El Hoyo 2
El final podría ser, quizás, la parte más extensa y enrevesada, porque, quitando las teorías y las elucubraciones de uno mismo, no se entiende nada. Repasando lo que sabemos, Perempuán se lleva el cuadro y, al empezar a notar el efecto del gas, lo desgarra y muerde un trozo. Cae fulminada y empieza a convulsionar. En un principio parece que está muerta, pero, más tarde, descubriremos que el plan de 51 ha funcionado. Aquí el final se fragmenta en dos subapartados.
Los niños
A lo largo de toda la película se nos han ido mostrando escenas de niños vestidos de la misma manera, como los personajes del hoyo, y conviviendo juntos. Al inicio, los niños viven en paz y armonía, juegan juntos y se divierten. Sin embargo, conforme el largometraje avanza y la tensión aumenta, los pequeños se vuelven más agresivos y competitivos. Todo culmina en una escena un tanto extraña. Los niños están jugando en un tobogán y, de repente, empiezan a construir una pirámide humana y a pelearse por llegar el primero a la cima. Parece que el vencedor gana algún tipo de premio.

Fuente: Netflix
Entonces aparece un personaje que ya salió en El Hoyo, Miharu (Alexandra Masangkay). En la primera parte, Miharu era una mujer que se paseaba por los niveles buscando desesperadamente a su hija. Muchos la consideraban desequilibrada, pero Goreng la creyó desde el minuto uno. Miharu acabó muriendo a manos de otro prisionero y le encomendó a Goreng la tarea de encontrar y rescatar a su hija. Goreng acabó cumpliendo su última voluntad y salvó a la niña. En El Hoyo 2, no queda muy claro quién es Miharu. No representa a un personaje principal, pero sí relevante para la historia.
Cuando los niños terminan de componer la pirámide, Miharu entra en la sala acompañada de un hombre y se llevan al ganador. El papel de Miharu no me queda claro. Podría formar parte de la organización o de otra parte del hoyo que aún no hemos visto. Lo único que sé es que me perturba la presencia de niños en un lugar así y que se premie a uno de ellos con escapar de la prisión. El caso es que Miharu se lleva al niño que ha ganado y le sitúa en el último nivel, el 333.
Divagaciones y confusión
Para mí, aquí empieza el caos y las mil quinientas teorías que podrían explicar qué es el hoyo. Aparecen los trabajadores, completamente vestidos de negro y con máscaras, que transportan a los presos de nivel en nivel y los recolectores de cadáveres. Perempuán está en la pila de los fallecidos, amarrada a una red. Pero, está viva. Se hace la muerta para que la saquen de allí. Sin embargo, contrario a lo que 51 vaticinó, no sacan a los cadáveres por arriba, sino que los arrastran al fondo. Creo saber que no van a entregarle los restos a sus seres queridos y a darles una sepultura digna. Los arrojarán en aquel pozo oscuro, donde los zombies, humanos hambrientos o cualesquiera que sean las criaturas que moran allí, desgarrarán la poca carne que queda y se la comerán.
Perempuán observa, tan sorprendida como yo, el modo que utilizan para transportar a prisioneros y fallecidos. Anulan la gravedad y se desplazan flotando de nivel en nivel. Esto nos ofrece una nueva perspectiva sobre cómo ve la organización a la estructura del hoyo. Los presos lo ven como un agujero en vertical, una caída en picado a los infiernos y una adaptación del principio de la naturaleza de que solo sobrevive el más fuerte. Mientras que, la organización, contempla el hoyo en horizontal. Visto así, no parece que haya niveles inferiores y superiores. Da la sensación de que son todos iguales. Aunque quieras pensar lo mejor de la gente, sigue siendo un método injusto, ya que, por más que el hoyo esté en horizontal o vertical, la plataforma ingresa primero en un nivel y termina en otro.
El sistema del maestro puede lograr que se respete mínimamente la comida del prójimo, pero no es un orden infalible. De hecho, sufre un fracaso tan estrepitoso, que, Perempuán, termina inutilizando todo un sistema que lleva a saber cuánto tiempo en funcionamiento. Podrían ser años o meses.
Volviendo al tema de la gravedad, aquello me hizo darle vueltas a que el hoyo podría ser una prisión espacial. Tal vez es una idea muy básica e ignorante pensar que, en cuanto un lugar carece de gravedad, debe tratarse del espacio exterior. Sin embargo, obviando esa parte de la ecuación, podría ser una teoría factible. No se nos muestra en ningún momento el exterior y, aunque el hoyo nos produzca la ilusión de estar bajo tierra, podría ser el interior de una nave o hallarse en un planeta remoto que nada tenga que ver con el nuestro. Lo que sí me parece evidente es que la cronología del hoyo se sitúa en el futuro, no en nuestro presente.
Perempuán se libera de sus ataduras y escapa de manera bastante sencilla de los extraños astronautas. Puede que, en realidad, no se esté fugando, sino que la estén permitiendo huir. Llega al nivel 333 y se encuentra con un niño tumbado en la cama. Teniendo en cuenta el pasado de Perempuán y el motivo por el que decidió entrar al hoyo, es más que obvio que no va a abandonar al pequeño allí. Le sujeta por los brazos para llevársele, dándose varios golpes en la cabeza con las paredes en el proceso y regalándonos una escena muy bien elaborada, donde las gotas de sangre flotan sin peso ni textura. Por un momento creí que Perempuán iba a morir allí.
El niño y Perempuán descienden por el hueco del nivel 333. No sabemos a dónde conduce, solo que en su interior brilla una luz roja. Cuando aterriza la plataforma, aparecen esos zombies, que no son otra cosa que humanos harapientos, famélicos y huesudos. Caníbales por obligación, no por elección (como Trimagasi). Agarran las piernas de Perempuán como si fueran las lustrosas patas de un pavo y la evalúan hasta comprender que está viva. Entonces, una mujer le dice que su viaje termina allí. Debe descender de la plataforma, porque no podrá volver a subir. El único que puede ascender es el niño, ya que él es el mensaje. ¿Un mensaje de qué? No lo sabemos.

Fuente de la imagen: Netflix
De lo que si somos conscientes es de que, en la primera película, ocurrió lo mismo. Goreng bajó con la hija de Miharu y se topó con Trimagasi, quien le dijo a su joven caracol las mismas palabras que Perempuán oyó de la boca de esa mujer. Por eso he dicho antes que es factible que los acontecimientos de El Hoyo 2 sean simultáneos a los de El Hoyo, aunque los planos temporales no coinciden y produce incongruencias. Es imposible que Goreng entrase en el hoyo y conociese a Trimagasi en el tiempo en que Perempuán desciende al nivel 333, ya que transcurren meses y no horas.
Perempuán hace lo que toda buena persona haría, se baja de la plataforma y salva al niño. Se entremezcla con la muchedumbre y aquella mortecina luz roja. Allí, ve a Zamiatin y a 51. Aunque no es la primera vez que alucina con Zamiatin. Ya ha habido otras escenas en las que le ha visto de fondo. Esto yo lo justifico razonando que Zamiatin fue su único amigo real en el hoyo. La amistad que Perempuán trabó con 51 también fue verdadera y sincera, pero no tan poderosa y auténtica como el vínculo que formó con Zamiatin.
Hay una escena post-créditos que es, de lejos, la más confusa de toda la película. Perempuán se encuentra con Goreng y se abrazan. Parece que se conocen. Es más, da la impresión de que se quieren o se han querido. Por eso muchas personas, entre ellas yo, asumen que Goreng y Perempuán fueron pareja o amigos en algún punto. Sin embargo, si El Hoyo 2 es una precuela en su totalidad, es inviable que Goreng llegase hasta el fondo del hoyo antes que Perempuán. Con lo cual, el final te deja con más dudas que respuestas y aún más perdido que la primera parte.
De aquí nace una teoría que he escuchado de varias bocas y que me molesta enormemente. Algunos creen que el hoyo es un purgatorio. La luz roja del fondo equivaldría al infierno y ascender por la plataforma a salvarse. Es cierto que tiene sentido, ya que los únicos merecedores de la salvación son los niños, que todavía conservan la inocencia, y los prisioneros son atormentados y deben pagar por los pecados que cometieron en el exterior. Muchos se redimen y alcanzan ese perdón, pero parece que no lo suficiente como para eximirse de las consecuencias de sus actos.
Me opongo firmemente a la teoría del purgatorio por dos razones. Primero, considero que sería la vía fácil para poner el broche final a la historia y dar una explicación a la pregunta de qué es el hoyo. Segundo, es un recurso que ya he visto en muchas series, por ejemplo, Lost (Perdidos) y que no es mejor que el final que le dieron a Oliver y Benji o a Los Serrano. Es lo mismo que si el personaje se despertase de un coma y se diese cuenta de que todo lo que ha vivido es una alucinación. Si el hoyo es un purgatorio, todo lo que han vivido los personajes no es real. Por más metafórico o reflexivo que sea, creo que ese final echaría a perder por completo todas las incógnitas que nos han dejado las dos entregas.
Estoy deseando de ver qué hace a continuación el director de El Hoyo y El Hoyo 2 y espero que El Hoyo 3 sea una realidad. Como bien he dicho, no soy fan del gore, del canibalismo, los desmembramientos y las matanzas a sangre fría. Soy muy aprensiva en lo que a esos temas se refiere, pero sí que aprecio una historia bien contada y un final digno. El Hoyo, le pese a quien le pese, es una película muy original y una idea buena, innovadora y atrapante. Si al final resulta que es un purgatorio, volveré por aquí para quejarme del desenlace.
El mensaje del Hoyo
El Hoyo no suministra una respuesta clara sobre su origen, líderes o ubicación. La información que tenemos es escasa y pobre. Sabemos que es una prisión, en la que algunos escogen entrar por voluntad propia y otros son enviados allí. Creo que los prisioneros no son conscientes de que se están metiendo en la boca del lobo y eso hace que me pregunte cómo se percibe al hoyo desde el exterior.
En cuanto a mensajes, podemos sacar unos cuantos. El primero que se me ocurre es el de la supervivencia del más fuerte. Esto se ve más en la primera película. En la segunda está un poco más acotado por el orden que reina en el hoyo. Aunque, los ungidos podrían considerarse esa férrea línea de resistencia que mantiene el orden a golpe de puño. Con los presos, si diferenciamos entre los que solo se preocupan por sí mismos y los que actúan en beneficio común, sabemos que no siempre sobrevive quien vela exclusivamente por su interés. Y, más en el hoyo. En este sucio agujero, alejado de la mano de Dios, sobrevivir se reduce a comer más que los demás y conservar la vida. Sin embargo, los que tienen en consideración el destino de sus compañeros pueden seguir dos derroteros; contar con un gran número de apoyo o ser traicionados.
La lección que más resalta es una crítica social al consumismo y al capitalismo. Desde siempre, los que más tienen han sido los ricos y los que con suerte cuentan con alojamiento para la noche y calderilla sobrante en el bolsillo, los pobres. Aquí no se debate la cuestión de si el dinero da la felicidad. Para mí, es un azote al egoísmo humano, reflejado desde ambas perspectivas; de los afortunados y los desamparados. Por ejemplo, los que están en un nivel superior comen todo lo que pueden sin pensar en que la comida debe llegar a otros niveles y las personas que se encuentran abajo y al mes siguiente ascienden hacen exactamente lo mismo. No te creas que reflexionan sobre el hambre que han pasado, no. Se abalanzan sobre los alimentos con el más básico de los instintos animales; el hambre.
Antiguamente, la sociedad se erigía como una pirámide y se dividía en estamentos. En la cima reposaba la monarquía. Los reyes y reinas con sus palacios, banquetes y súbditos, que enfermaban por intentar mantener su lineaje puro y que no habían movido un dedo en su vida si no era para dar órdenes. En la mitad se hallaban la nobleza y el clero. Aquellos nobles que se pensaban con privilegio de rey y trataban a la multitud como lacayos y también aquellos otros que utilizaban su capital para ayudar e ilustrarse en temas modernos y de interés. El clero, que rezaba y cobraba su parte de impuestos, porque Dios no quiera que los campesinos accedan a una vida digna. Más adelante, la burguesía, que es lo más parecido a la clase media o clase obrera que tenemos hoy en día, se haría un hueco en el segundo puesto.
En el tercer nivel estaba el Tercer Estado, que se componía por casi el noventa por ciento de la población. Sabes que algo va mal cuando diez personas se quedan toda la riqueza y las noventa restantes no tienen ni para comer. El hoyo, visto desde abajo, es el tercer escalón de la pirámide. Los niveles superiores son tratados a cuerpo de rey, los intermedios no gozan del mismo privilegio, pero pueden rescatar alguno y los inferiores son el infierno en vida.
En mi opinión la estructura del hoyo es como la de la pirámide. Considero que la intención no es criticar a los que más tienen ni a los que se resienten por pasar hambre. El verdadero motivo es pegarle una sacudida al egoísmo humano, ya que, como expresa el orden en El Hoyo 2, si cada uno come lo que le corresponde la comida llegará a todos los niveles. Pero, ¿cuándo un acto de bondad se convierte en una guillotina de castigos y ejecuciones? Es muy fácil desviarse de una voluntad inicial y terminar siendo lo que odiabas, tal y como ocurre en esta película.