Crítica de God of War Ragnarök (PC)

Superar lo insuperable

El God of War de 2018 es mi exclusivo favorito de la generación de PS4. Aquella reinvención del personaje de Kratos me pareció sublime, en todos los aspectos. Desde una historia madura, dejando atrás la destrucción y venganza de su anterior etapa en Grecia, hasta un nuevo sistema de combate retante y divertido. Con un mundo que daba gusto explorar, tanto en lo jugable como por un apartado audiovisual de lo más potente de la consola. Era una obra tan redonda que al momento que se anunció su secuela, mis ganas eran tantas como las dudas que me generaba un reto tan complicado. Aun así, Santa Monica Studio ha cogido el minotauro por los cuernos y vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores estudios que tiene Sony, compitiendo cara a cara con Naughty Dog actualmente por ser el número 1.

Tras ciertos retrasos, el juego salió al mercado el 9 de noviembre de 2022 tanto para PS4 como para PS5. Esta decisión tuvo cierta polémica, al igual que con otros títulos exclusivos de Sony como Horizon Forbbiden West. Aunque los motivos eran bastante comprensibles, ya que no había suficientes PS5 en el mercado como para rentabilizar una inversión de 200 millones de dólares. Al ser bastante continuista con su primera entrega, meter el juego en una generación anterior no fue un gran problema, rindiendo de maravilla para ser un Hardware de hace 10 años.

Al no tener una PS5, me armé de paciencia y evité todo tipo de spoilers durante estos 2 años hasta que por fin fue anunciado para PC. Este port está realizado por Jetpack Interactive, los mismos que cumplieron con un gran trabajo trayéndonos una muy buena adaptación de la primera entrega. No han sido menos con esta secuela, contando con todas las opciones modernas que ha de tener un juego en PC, tales como DLSS 3.7, NVIDIA Reflex, soporte Ultrawide 21:9 y Super Ultrawide 32:9, respuesta háptica usando un Dualsense, audio en 3D, etc.

Con todo, lo que más me ha sorprendido ha sido la fusión del DLSS con el Frame Generation de AMD. Al tener una RTX 3080, no puedo utilizar el nuevo Frame Gen de NVIDIA; sin embargo, sí que puedo darle uso al de AMD al funcionar por Software, dando una gran calidad de imagen y fluidez al mismo tiempo. Inlcuso en las zonas más exigentes, con todo al máximo en 2K.

Como punto negativo, han tardado un poco más allá del lanzamiento en tenerlo en condiciones óptimas, ya que arrancó con crasheos utilizando el sonido 3D o problemas para reconocer el Dualsense estando en Bluetooth. Aun así, a día de hoy es completamente disfrutable y puede ser catalogado como uno de los mejores ports de un exclusivo de PS5. Además, viene con el DLC llamado Valhalla, que salió el 12 de diciembre de manera gratuita. Vamos a entrar a diseccionar poco a poco uno de los juegos más redondos de los últimos años.

Una paternidad más grande que nueve reinos

Comenzaremos con la que me parece la parte más importante y que más diferencia a este juego del resto de grandes superproducciones. Sí, los gráficos, el combate, el diseño artístico, el contenido principal y secundario, las animaciones… todo ralla a un nivel de sobresaliente y lo analizaremos un poco después. Sin embargo, quiero pararme en la base de esta nueva saga nórdica de nuestro semidiós favorito. No es otra que la motivación principal de Kratos desde el primer minuto del anterior juego, cuidar y educar a Atreus, su hijo. En el primer juego recorren varios de los nueve reinos nórdicos para llegar al punto más alto que existe y lanzar las cenizas de Faye, mujer y madre de Kratos y Atreus, respectivamente.

En aquel viaje vemos una evolución constante, tanto de Kratos como de Atreus, de forma independiente, como “personas”. Kratos fue dejando atrás el impulso que siempre ha tenido de destruir primero y preguntar después, gracias a la bondad de un Atreus que aprendió que la vida no es un camino de rosas y a veces hay que ser mucho más duro para sobrevivir. Ambos se retroalimentaron entre ellos, avanzando, por otro lado, en una relación Padre-Hijo que comenzaba muy deteriorada. Kratos no conocía muy bien a su hijo, algo que enmendó durante aquel viaje en el que aprendieron a respetarse y quererse como son.

Aquel juego terminó con Kratos viendo una profecía de los gigantes que hacía alusión a una posible muerte suya a manos de su propio hijo. Esto es algo que rondará la cabeza de Kratos durante mucho tiempo en esta segunda parte. En esa aventura, la relación era más constante, ya que había muchos menos personajes recurrentes, dando más la sensación de Road Movie que esta secuela. Una en la que Atreus tendrá mucha más libertad y querrá descubrir tanto el mundo que le rodea como las respuestas a las múltiples preguntas que tiene. Atreus ha dejado de ser un niño y Kratos lo sabe.

Yo no he sido padre y no sé si algún día lo seré; sin embargo, tengo claro que la época en la que tu hijo comienza su transición a la adultez, ha de ser la más complicada. Esto es lo que vemos durante todo GoW Ragnarok, una lucha interna constante de Kratos para saber dónde ceder y dónde no, cuando dejarle libertad y cuando tenerle cerca para protegerle. Es brutal lo bien escrito que está el juego y es en esas pequeñas conversaciones donde brilla de verdad la historia, no en el Ragnarok, el fin del mundo o la batalla contra Odín, Thor y demás dioses. Hace un uso de los silencios como pocas veces se ha visto en los videojuegos, donde con una mirada sabes perfectamente cómo se siente Kratos y cómo sufre por temas que antes eran impensables.

Kratos era un semidiós hijo de Zeus que había perdido a su familia y tenía un único motivo para vivir, la venganza. Era despiadado y más cercano a la maldad que a la bondad, aunque tuviera motivos para serlo. Sin embargo, ahora sí tiene algo bueno por lo que luchar y lo hará hasta que exhale su último aliento, pero buscando siempre mejorar en sus actos. Todo se resume en una frase que Kratos le dice a Thor: “Tenemos que ser mejores… por nuestros hijos”.

Esculpido por los dioses

Una vez pasado el tema más humano y trascendental del juego, pasemos a hablar de las bondades del videojuego en sí. Comenzamos en Midgard, transcurriendo por escenarios ya conocidos, aunque con una sutil diferencia, está todo helado por la inminente llegada del Ragnarok. Es un inicio muy similar al que hubo en GoW, de hecho, el primer combate contra un jefe recuerda muchísimo al épico enfrentamiento contra Baldur. En este caso es contra Thor y puede que ponga el listón demasiado alto, ya que me parece el más espectacular de todos los jefes finales. Es por eso que para mucha gente se le puede hacer demasiado continuista este arranque, aun así es muy bueno y te pone rápidamente en situación para lo que se avecina.

Aunque ese Kratos vs. Thor del comienzo es increíble, el juego en realidad me ha parecido que va de menos a más. Ese “menos” es más por lo continuista con el primero que por otra cosa. A medida que avanzamos y exploramos nuevos reinos por primera vez, nos damos cuenta de verdad el salto respecto a su primera parte. Es mucho más grande que el primero, sobre todo en sus escenarios. En GoW teníamos un gran reino donde explorar libremente, que era Midgard y el resto eran más lineales y acotados. En este caso, tenemos hasta 4 grandes reinos donde tendremos que explorar tanto en barca como en trineo. Esta nueva montura, que aparece en dos reinos concretos, está bien implementada, recordando al esquife de Gears of War.

Dentro de estas zonas, algunas de ellas realmente enormes, mucho más de lo que parecen en principio, tendremos montones de actividades secundarias. Vuelven los cuervos de Odín, que te darán recompensas y una misión final al acabar con todos, tesoros, cofres de las nornas y legendarios y otro tipo de coleccionables para misiones. Pero lo que más destaca de todo el contenido secundario son ciertos favores opcionales que nos llevarán a lugares ocultos y enormes. Te puedes perder durante varias horas haciendo este tipo de misiones antes de ponerte a la principal, y no sentirás que estás haciendo contenido secundario, ya que está al nivel e incluso lo supera en algunos momentos.

Es una forma de hacer un mundo semiabierto que me maravilla. No es necesario poner mil marcas con objetivos repetitivos para aumentar las horas de forma insustancial. Hay que crear contenido de calidad y que te haga sentir que vale la pena. Porque al final el juego me ha durado unas 48 horas con todo el contenido secundario de valor completado. Es una muy buena duración para este tipo de juegos y no es necesario alargarla artificialmente para llegar a las 70 u 80 horas.

Por otro lado, tenemos el sistema de combate. Es difícil de hablar en qué mejora sin contar ciertos spoilers, así que si no queréis saber nada, saltad al siguiente párrafo. En esta ocasión comenzaremos con el hacha y las espadas del caos que ya teníamos en la anterior entrega. A través de un sistema de habilidades iremos mejorando sus capacidades, obteniendo nuevos ataques que además irán mejorando a medida que los usemos. Ocurre lo mismo con nuestro compañero de batalla. La gran novedad viene a mitad de juego, más o menos. Se trata de un nuevo arma, una lanza que nos dará una forma de jugar bastante distinta a la vista anteriormente. Tiene gran poder de aturdimiento y es rapidísima, además se pueden lanzar varias y explotarlas a posteriori. Es un gran añadido y refresca muchísimo la fórmula, dándole un empujón con el que tirar hasta el final del juego.

Todo este complejo y divertido sistema de combate no luciría tanto si no fuera por una extensísima variedad de enemigos. En la primera entrega, uno de los pocos motivos de crítica era lo repetitivos que eran los monstruos. De hecho, los trolls eran recurrentes como jefes, simplemente cambiando su poder elemental. Aquí se añaden tanto nuevos enemigos normales a los que vencer en pocos golpes, como varios minijefes muy buenos. En cada reino te encuentras nuevas amenazas muy distintas a las vistas en otros, dando una sensación de variedad que he agradecido mucho. Los jefes finales siguen siendo tan espectaculares como en el anterior, dando pie a unas escenas audiovisualmente tremendas. Los jefes opcionales son muy duros en su mayoría, por lo que si buscáis un reto estáis de enhorabuena.

En Ragnarok seguimos teniendo un plano secuencia durante todo el juego, como ya ocurriera con el primero. Esto sigue dándonos unos momentos impresionantes, que puede recordar incluso a sagas como Uncharted, donde corremos por un escenario que se va destruyendo con abundantes elementos en pantalla. La dirección es simplemente magnífica, con unos planos y movimientos de cámara que te meten de lleno en la historia. Todo acompañado de un apartado técnico que sin ser lo más top que hayamos visto, luce a las mil maravillas gracias en gran parte a un diseño artístico sublime. Da para hacer decenas de libros de arte solo con sus escenarios.

Valhalla, el roguelite que no sabía que necesitábamos

Una vez terminada la campaña principal, así es lo recomendable, me puse con un DLC del que había oído hablar bastante bien. Sin embargo, yo era reticente porque se trata de un género que no me acaba de conquistar, el roguelite. Eso de morir y comenzar desde el principio para volver a pegarme con los mismos enemigos, en los mismos escenarios una y otra vez no es algo que me haga especial ilusión. Aun así tenía que jugarlo, ya que trae partes de historia que son importantes, tanto para entender más a Kratos y su pasado, como para lo que pueda venir en el futuro.

En este DLC gratuito, Kratos atravesará las puertas del Valhalla para sumergirse en un viaje por los recuerdos fraccionados de su mente. Allí, irá por los nueve reinos que acaba de visitar, pero con varias peculariedades. Son pequeñas zonas con cofres y puertas. Las puertas le llevan a combates aleatorios que acabarán con recompensas. Estas recompensas pueden ser para esa run en concreto, o pueden ser útiles de forma permanente. Clásico sistema roguelite donde recibirás habilidades y mejoras para esa partida en concreto y otras serán para el resto de ellas. Así, el objetivo es llegar al final donde está Tyr y vencerle en duelo. Esto habrá que repetirlo un total de 4 veces para dar por finalizada la historia principal.

La verdad es que me ha resultado divertido aunque, como siempre me ocurre con el género, se me comenzó a hacer repetitivo de cara al final. Es más un problema mío que del juego en sí. Las partes de historia son muy buenas y saldrán personajes del pasado que dan bastante juego. Hay algún escenario nuevo que es simplemente espectacular, recordando a los God of War de Grecia. Merece mucho la pena jugarlo, tanto por lo que cuenta, como por lo jugable. Muy sorprendido con este DLC y mucho más si contamos que salió sin coste, ofreciéndote mínimo 5 horas de contenido de calidad.

Conclusión

God of War Ragnarok ha cumplido con unas expectativas altísimas y ha conseguido superarlas. Sus partes por separado son sobresalientes, pero en el todo es donde luce de verdad. Una secuela de manual, cogiendo todo lo bueno que le hacía grande y potenciándolo tanto en calidad como en cantidad. Un viaje único donde personajes como Freya, Brok, Mimir o Sindri brillan tanto como Kratos y Atreus. Un juego mucho más coral, en el que todos han de contribuir para evitar que Odín se salga con la suya. Todos ellos bien escritos y con una relación de paternidad más emocionante que cualquier posibilidad de fin del mundo que exista.

La mayoría de reinos se sienten variados y con contenido de calidad por hacer. Con unas misiones secundarias tan buenas como las principales, que te darán más contexto tanto de los personajes como del mundo que les rodea. El combate es tan fresco y divertido como en el anterior, recibiendo pequeños retoques que no hacen más que mejorar una fórmula con poco margen para ello. Los jefes finales te harán levantarte de la silla, sentirás la épica y la adrenalina característica de la saga. Todo esto con un apartado técnico muy bueno y un rendimiento en PC al que no se le puede pedir más.

Es un juego tan redondo que cuesta buscarle el pero. Una superproducción que cada vez costará más ver, de esas que solo pueden hacerla estudios que puedo contar con los dedos de una mano. Una obra mastodóntica, con millones y millones invertidos en crear un videojuego lo mejor posible. Santa Monica Studio está cogiendo velocidad de crucero y busca quitarle el trono a una Naugthy Dog bastante desaparecida. No sé qué le deparará a Kratos en el futuro, pero después de Ragnarok sé que es posible que incluso se superen. Porque cuando gente talentosa tiene apoyo y confianza detrás, no hay Ragnarok que les pueda parar.