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Portada de la película Heretic

Crítica de Heretic (Hereje)

Ver la película de Heretic (Hereje) a solas en el cine le añade un valor único a la experiencia. ¿A quién no le gustaría tener una sala entera de cine solo para uno mismo durante un par de horas? Si encima se trata de una cinta de terror, la vivencia gana puntos. A lo mejor es lo que tiene ir al cine un viernes a las cuatro de la tarde. Ya de por sí, la inmersión y traslación no es igual desde la butaca que desde el sofá de casa. Esa es una de las razones por las que me gusta tanto el cine. Tú sales de allí, al cabo de hora y media o tres horas, creyendo que vives en una película.

Los ciento diez minutos de duración que tiene Heretic transcurren como si fuesen veinte minutos de reloj. No te das ni cuenta de que se ha acabado hasta que no saltan los créditos. Y, no solo porque el final sea excesivamente ambiguo. Los directores, Scott Beck y Bryan Woods, han hecho un trabajo muy bueno, fructífero y que deja un importante mensaje. Ya habían trabajado juntos en otras ocasiones. Dirigieron al unísono películas como 65 y La casa del terror, e hicieron el guion original para Un lugar tranquilo. He visto las cuatro, contando la última en estrenarse, y debo decir que Heretic es mi preferida con diferencia. La casa del terror y 65 pasaron desapercibidas por mi memoria. A quiet place me gustó mucho, aunque no la dirigen ni Beck ni Woods, sino John Krasinski.

Hereje califica como una película de terror psicológico y misterio. El suspense es evidente, porque el personaje de Hugh Grant, a quien ya hemos visto haciendo de villano en Paddington o de Oompa Loompa en Wonka, te mantiene todo el rato en tensión. Resulta imposible predecir su siguiente movimiento o cuáles son sus motivaciones. El terror no es ese recurso de jump scares, ni se aproxima a lo gore y sangriento, más propio de películas como Smile 2 o Barbarian. Tiene alguna que otra escena que puede escandalizar y generar malestar a los más aprensivos, pero nada más. Lo especial y que define a la película como la pieza que es, es la incomodidad que consigue provocar en el espectador.

No se me ocurre una manera más acertada de describir al Sr. Reed (Hugh Grant), que con los adjetivos incómodo e inquietante. Pienso que ese es el miedo, la inquietud y el desconcierto que los creadores planeaban transmitir. No creo haber sido el único receptáculo. Otro factor muy positivo de Heretic es que debate y saca a la palestra cuestiones existenciales. Mezcla terror y religión en un solo género y eso siempre es un plus para mí. Si, al igual que yo, disfrutas de las disertaciones, debates y charlas sobre esos temas, la película te gustará. Y, aunque al final no te impresione demasiado, seguro que sus diálogos te entretienen, ya que son buenísimos.

La religión como el camino de baldosas amarillas 

La película empieza con dos jóvenes misioneras, la hermana Paxton (Chloe East) y la hermana Barnes (Sophie Thatcher), que van esparciendo el mensaje de Dios por la comunidad y tratando de traer adeptos a su causa. Ambas son mormonas y pertenecen a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La hermana Paxton es una chica tímida, correcta y sencilla. Le gusta seguir las reglas y actuar de acuerdo con los principios de su religión. A menudo tiene que soportar que otras muchachas se burlen de sus costumbres, de su manera de hablar y de su vestimenta. De hecho, hay una escena al principio en la que un grupo de chicas faltan al respeto a Paxton y le bajan la falda, avergonzándola y provocando que se le salten las lágrimas. 

En cambio, la hermana Barnes, que comparte apellido con el Soldado de Invierno de Marvel, es menos sumisa y dócil que su acompañante. Posee más dotes para convencer a las personas de las enseñanzas y predicamentos de su iglesia. Ya acumula cerca de ocho bautismos de gente que se ha unido a su congregación, mientras que la hermana Paxton aún no se ha estrenado. Barnes emana un aura de rebeldía e inconformismo que no concuerda mucho con sus creencias, pero, tal vez, sea solo su personalidad. Es devota como la que más y está muy unida a Paxton, su amiga y compañera. 

Las hermanas subiendo decenas de escaleras con bici en mano.
La fe no solo mueve montañas, sino que te hace subir decenas de escaleras con la bici a cuestas.

Las dos se encuentran desempeñando la tarea de visitar a una lista de personas para tratar de convencerlos de que se conviertan al mormonismo. Llaman a la puerta, les reparten un folleto y hablan sobre religión y los fundamentos de su iglesia. Me recuerdan un poco a los típicos vendedores a puerta fría que te intentan enredar para que te cambies de compañía de luz. No están teniendo mucha suerte, hasta que llaman a la puerta indicada o errónea, según se mire. Un hombre de aspecto amable y hogareño abre. Su nombre es el Señor Reed (Hugh Grant). 

Las chicas, que han dejado sus bicicletas aseguradas con un candado en la valla del Sr. Reed, explican el motivo de su visita. Barnes deja que sea la hermana Paxton quien hable para ver si logra apuntarse su primer bautismo. Mantienen una breve conversación separados por el umbral de la puerta. El Sr. Reed, viendo el frío que hace y la tormenta que se aproxima, las invita a pasar. En un inicio, las hermanas se niegan, ya que necesitan que haya una mujer presente en la reunión. Le preguntan al Sr. Reed si tiene esposa, a lo que él responde que sí, pero que no sabe si querrá subir a saludarlas debido a que se encuentra cansada. 

Paxton y Barnes se miran confusas e indecisas sobre qué paso dar a continuación. Al final, se convencen ante la promesa de una deliciosa tarta de arándanos elaborada por la Sra. Reed y la posible conversión al mormonismo del Sr. Reed. Entregan los abrigos a su anfitrión y se sientan en el sofá. A partir de este punto, las chicas lamentarán el momento en que sus nudillos rozaron la puerta del Sr. Reed.

Los juegos del hambre de Mr. Reed

Se ve que al Señor Reed le encanta hablar y debatir. Es como uno de esos animales que muestran una parte determinada de su cuerpo para atraer a sus presas y, cuando el animalito curioso se acerca a otear, lo despedaza de un bocado. De entrada, Reed, parecía muy simpático y acogedor. El típico hombre que pasa demasiado tiempo solo, porque no recibe visitas. El hecho de que su casa esté a entremedias de un bosque y unas montañas tampoco ayuda. La cuestión es que consigue que sus dos potenciales víctimas atraviesen la puerta, convirtiéndose en reclusas.

Paxton y Barnes comienzan a describir la obra de su iglesia y a parlamentar sobre religión. Al principio, el Sr. Reed se muestra receptivo, asiente de vez en cuando y atiende a las palabras de las chicas. Sin embargo, conforme avanza la conversación, inicia una diatriba sobre su percepción de las religiones. Pone sobre la mesa los cuatro libros sagrados: la Torá, la Biblia, el Corán y el Libro de Mormón. Se esfuerza en hacer ver a las hermanas las similitudes que existen entre una religión y otra por más que digan ser diferentes y se jacta de haber descubierto, por desgracia, la religión verdadera, única y definitiva.

Reed baja las escaleras para comprobar si su esposa quiere subir a saludar a las chicas y si ha terminado de hornear la tarta. En un gesto de mofa, que quiere hacer pasar por descuido, les trae dos Coca-colas a sabiendas de que los mormones no ingieren cafeína. Esto es algo que el personaje de Reed hace recurrentemente durante toda la cinta. Es alguien que repara al milímetro en los detalles y con una peligrosa afición por poner a prueba a gente. Lo hace con un toque cómico y despistado que le otorga un aire divertido al personaje.

Empieza a realizarles preguntas un tanto incómodas, del estilo de qué opinan de la poligamia, y a debatir con Barnes sobre Joseph Smith, el fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Reed argumenta que hubo un tiempo en que los mormones practicaban y veían con buenos ojos que un hombre tuviera varias esposas. A lo que Barnes contraataca con que aquello fue en un momento puntual de la historia para que los matrimonios engendrasen más hijos y la iglesia contase con más fieles. Después, el Sr. Reed saca el tema de las cadenas de restaurantes de comida basura y les pregunta cuál es su preferido. Las chicas ordenan los establecimientos en orden de preferencia. Cuando llegan a Taco Bell, lo describen como un tópico vetado.

La sonrisa diabólica de Hugh Grant en Heretic.
Esa sonrisa de Hugh Grant aumenta más la tensión que la cafeína.

Las hermanas vuelven a insistir en conocer a la Sra. Reed y en que debe estar presente para que puedan continuar con la conversación. El Sr. Reed se levanta y dice ir en busca de su esposa. Paxton y Barnes se encuentran incómodas, porque hay algo muy extraño en aquel hombre, y se ponen de acuerdo para poner fin a la visita. Para acentuar la sensación de peligro e incomodidad, Barnes repara en que el aroma de la vela que hay sobre la mesa es de tarta de arándanos. Cuando Reed regresa y las invita a bajar a saludar a su mujer, Barnes finge recibir una llamada de alguien de su iglesia como excusa para marcharse. Se disculpan con el Sr. Reed y dicen que deben volver a casa, porque las necesitan.

El Sr. Reed encuentra bastante curioso y divertido que las hermanas hayan podido contestar una llamada, debido a que la casa está rodeada por una estructura de metal, que impide que los teléfonos móviles tengan cobertura. Se ofende un poco porque las chicas le hayan mentido, pero, al mismo tiempo, asegura que no las está reteniendo y que, si quieren, se pueden ir. Paxton y Barnes intentan abrir la puerta. Sin embargo, el cierre está firmemente anclado y se ven obligadas a pedir ayuda al entrañable Sr. Reed. Casualmente, la cerradura cuenta con un temporizador que Reed olvidó configurar, así que la puerta no se abrirá hasta el día siguiente. Ambas se preguntan qué clase de maníaco se encierra en su propia casa con las salidas bloqueadas y sin opción a salir.

Él intenta tranquilizarlas y les ofrece la posibilidad de marcharse por la puerta trasera. Argumenta que, antes de entrar, ellas vieron su casa y presenciaron que tiene una parte de atrás que da al bosque. Las chicas asienten y le siguen hacia el piso inferior. Entonces, Reed les hace una pregunta que marcará el inicio del terror en Heretic y en la que se desenmascara por completo. Quiere saber si las hermanas todavía creen que su esposa está en otra habitación elaborando una tarta, a pesar de todas las evidencias y banderas rojas que las chicas han ido pasando por alto; como la vela con aroma a arándanos o la ausencia del característico olor a recién horneado que desprenden las tartas.

El Sr. Reed piensa que ellas le han creído y no le han llevado la contraria por educación y cortesía. Utiliza una metáfora muy buena entre esta situación y la religión, tocando el clásico «creer en Dios es ocultar el miedo a la muerte». Debate si las personas creen por temor a lo que pueda desencadenarse y la costumbre. Paxton y Barnes debieron notar que se estaban metiendo en la boca del lobo en cuanto Reed les empezó a formular preguntas extrañamente comprometidas, pero decidieron no alarmarse y desechar sus dudas porque uno de los principios básicos de su religión es el saber estar y la compostura.

Creer o no creer

Cuando las chicas descienden al piso inferior y el Sr. Reed les devuelve sus abrigos, se dan cuenta de que las llaves del candado de sus bicicletas han cambiado de lugar. Ahora pesan en el bolsillo de Paxton. Mientras bajan las escaleras, no se pueden sacudir la sensación de estar adentrándose en una madriguera sin salida. Reed las conduce a una habitación que parece una mezcla entre la guarida secreta de un lunático y una clase de cátedra. Lo que nos queda claro con ver la ubicación es que a Reed le encantan las investigaciones y los juegos de mesa y a escala real.

Reed les presenta dos puertas; en una escribe creer y en otra no creer. Pretende que las hermanas escojan una y salgan por allí. Él recalca que nadie las está obligando a nada y que tienen libre albedrío de tomar la desición que les plazca. Pone sobre la mesa un juego de Monopoly y les da una pequeña lección de historia a las chicas. Por lo visto, el Monopoly es una copia de otro juego llamado The Landlord’s Game, creado por Elizabeth Magie. Un hombre robó la idea de Elizabeth y vendió la patente a Parker Brothers, quienes crearon el Monopoly como tal. Reed saca un segundo juego de Monopoly más moderno y lo coloca junto a los otros dos.

Realiza una comparación entre los juegos y las religiones, queriendo decir que, al igual que el Monopoly es una versión modificada de juegos más antiguos, las religiones son el mismo texto, pero con diferente portada. Expone el concepto de iteración y explica que todas las religiones son iteraciones de una original. Primero vino el judaísmo, luego el cristianismo y, por último, el islam. De allí, surgieron más ramas y variaciones, como puede ser el mormonismo. Todos los milagros e hitos cambiantes, como la crucifixión de Jesús o su resurrección, se han visto varias veces en religiones distintas. Como si fueran versiones de un mismo cuento que solo cambia de autor y personajes.

La puerta de no creer.
Dos puertas: creer y no creer. Solo una elección.

El Sr. Reed sabe que las misioneras han tocado a su puerta para venderle la conversión al mormonismo. Él pretende invertir las tornas y convencer a las chicas de su propia visión y planteamiento de la religión definitiva. Por lo tanto, les presenta las opciones de creer o no creer. Si escogen creer, estarán comulgando con un Dios que permite que existan guerras, que deja a los pobres morir de hambre, que odia a los homosexuales e inclina la balanza siempre a favor de los mismos (esas son las palabras de Reed, no las mías). Si se decantan por no creer, aceptarán que la muerte es el final, que la eternidad es una fantasía y que solo somos motas de polvo en la infinidad del cosmos.

Paxton roza la hoja de la puerta de no creer con los nudillos. Se plantea marcharse por ella, porque piensa que eso es lo que el Sr. Reed busca. La hermana cree que Reed se dará por satisfecho con que ellas asientan y le den la razón, aunque sus convicciones no se hayan inmutado. Barnes, sin embargo, se aproxima a la opción de creer. Ella no está tan segura de que el hombre vaya a dejarlas escapar así como así y sabe que realmente da igual lo que escojan. Barnes sospecha que la intención de Reed no es volcarlas en contra de su propia religión, sino crear conflicto en ellas. Él no intenta que desistan de creer en Dios, quiere que entiendan y asuman su versión de la religión como cierta.

Barnes señala varios fallos y flaquezas en los argumentos que Reed ha utilizado para ensuciar y arrastrar a las diversas religiones por el fango. Reed es un manipulador de manual, porque usa la parte de la verdad que le conviene y omite los detalles que no concuerdan con sus ideas. De hecho, la hermana Barnes logra dejarle mudo durante un buen rato. Finalmente, convence a Paxton de que la acompañe y de que salgan juntas por la puerta de creer, siendo fieles a sus principios.

Lo cierto es que su elección importaba bien poco, ya que, escogiesen lo que escogiesen, acabarían en el mismo sótano destartalado, invadido por la humedad y sin salidas. En mi opinión, la prueba de Reed no era alterar las creencias de las misioneras, sino evaluar si traicionaban sus ideales por supervivencia o si se mantenían en la misma línea, a pesar de temer por su vida. Pienso que las chicas aprueban con sobresaliente el experimento de Reed y le derrotan en la primera ronda, pero aún queda mucho juego por delante.

La profeta

En el siguiente nivel del juego, Reed coloca un tablero con una maqueta de su casa en miniatura y talla unas figuras que representan a Paxton y Barnes. Mientras tanto, las chicas investigan posibles vías de escape del sótano. Hay más puertas, un ventanal, una mesa y unas sillas. Paxton se encuentra muy asustada y Barnes está convencida de que el Sr. Reed quiere asesinarlas. La hermana Barnes le entrega a su amiga un abrecartas que consiguió robar cuando Reed estaba distraído y le sugiere que lo utilice si la situación empeora. Ambas acuerdan usar el código secreto; «braguitas mágicas«, si es menester atacarle para poder huir.

Una mujer de aspecto sucio y cubierta por un velo negro aparece en la estancia. Sostiene un pastel que parece la prometida tarta de arándanos de la Sra. Reed y lo deposita sobre la mesa. Introduce sus manos de uñas largas y recubiertas de mugre en el corazón del pastel y se lleva un puñado a la boca. Según Reed, la anciana es una profeta enviada por Dios. Su función consiste en comerse la tarta, que contiene alguna especie de veneno, y morir. Después, la profeta volverá a la vida y les contará qué ha visto al otro lado. Efectivamente, al cabo de unos minutos, la mujer se desploma y su rostro se hunde en los dulces contenidos del pastel. Reed pide a las hermanas que comprueben sus signos vitales y que confirmen su defunción. La profeta no tiene pulso y las muchachas deben esperar a que suceda el milagro.

Sophie Thatcher y Chloe East, protagonistas de Heretic.
Sophie Thatcher y Chloe East hacen un gran papel, sobre todo la primera, que lleva una gran racha entre Heretic y Companion.

El sonido del timbre de la puerta principal interrumpe el discurso del anfitrión y se pone su máscara de hombre amable y apacible para recibir al nuevo invitado. Programa un temporizador y abre. El visitante es otro miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que ha notado la ausencia de las chicas y se ha preocupado al ver que no retornaban de sus deberes. Reed niega haber recibido visita alguna aparte de la suya. El hermano le entrega un folleto de la iglesia y, convencido de que no ocurre nada fuera de lo normal, se dispone a marcharse.

Mientras tanto, las chicas están mirando por la rendija que queda entre la puerta y el suelo e intentando alcanzar una caja de cerillas. Su plan es provocar un incendio para alertar al hermano de su presencia. Esta idea se me antoja descabellada e incoherente, porque el misionero no tendría por qué sospechar que sus compañeras de iglesia están atrapadas en un sótano y encendiendo fósforos para tratar de llamar su atención. Considerando la imagen que proyecta el Sr. Reed, el chico podría pensar que el humo surge de una chimenea o que otro habitante de la casa ha prendido la estufa. Paxton y Barnes no logran coger la caja de cerillas, ya que no cabe por debajo de la puerta. Pero, se hacen con un puñado de ellas.

Barnes intenta raspar el fósforo contra la pared para hacer fuego. Paxton repara en que la profeta se encuentra en una posición distinta a la original, pero su amiga le pide ayuda con las cerillas y la distrae. Cuando, por fin, consiguen una débil llama, la mujer con el rostro manchado de tarta y los ojos negros como la noche aparece detrás de ellas y les da un susto de muerte. La profeta balbucea unas palabras extrañas y describe su experiencia en el otro barrio. Susurra algo sobre nubles blancas sin cielo, como alguien pronuncia su nombre y desconecta su cerebro y, algo que será clave más adelante, que «esto no es real«. Las chicas no comprenden nada y, llegados a ese punto, nosotros tampoco.

La profeta aparece por la retaguardia en Heretic.
La profeta es de los elementos más escalofriantes de toda la película.

Reed agradece a la profeta sus servicios y la envía a descansar. Enciende una cerilla con más facilidad y gracia que Barnes y se la aproxima primero a una hermana y luego a la otra. El fuego reacciona de forma diferente en la proximidad de cada hermana y, según él, eso se debe a que Barnes guarda un secreto importante. Saca una libreta y les pide que opinen sobre el discurso de la profeta. Paxton asocia la desconexión del cerebro a un episodio de disociación y lo de oír su nombre a que la mujer ha escuchado la voz de los ángeles. Barnes es más escéptica y califica el acto de truco de magia.

Ella tuvo su propia experiencia cercana a la muerte cuando se intoxicó en un Taco Bell por un brote de la bacteria E. Coli. Estuvo clínicamente muerta durante la operación de urgencia que tuvieron que practicarle y vio lo mismo que ha materializado la profeta. La teoría de Barnes es que Reed ha mantenido a esa mujer al borde de la muerte para acentuar sus alucinaciones y hacer anotaciones sobre un supuesto más allá. El Sr. Reed pone sobre la mesa una explicación sobre los recuerdos. Según él, cuando recordamos un hecho concreto no recordamos el momento en que aconteció, sino la última vez que revivimos ese recuerdo. Por lo tanto, los recuerdos pueden distorsionarse con el tiempo y ser poco fiables.

Barnes utiliza la clave secreta; «braguitas mágicas«. Antes de que Paxton sea capaz de rodear el abrecartas con los dedos y atacar al hombre, Reed le abre un tajo en el gaznate a Barnes. La muchacha cae sobre un charco de su propia sangre y Paxton entra en pánico. Corre escaleras arriba, grita, golpea las puertas y las paredes. Reed intenta tranquilizarla, argumentando que regresará a la vida del mismo modo que la profeta. Este momento de la película es el único en que deseé con todas mis fuerzas que Reed tuviera razón y que Barnes resucitase, ya que era mi personaje favorito. Sin embargo, algo va mal.

Barnes se desangra. Reed le realiza un corte en una pequeña marca que la hermana tenía en el brazo y extrae un implante anticonceptivo. Le explica a Paxton que ese es el motivo por el que Barnes no ha podido volver a la vida. Aquí se empieza a destapar el pastel, y no el de la masa asquerosa que ha engullido la profeta, del argumento real de la película. Reed dice que Barnes no era real, sino un programa. Le pregunta a Paxton si sabe lo que es el sueño de la mariposa. Fue un filósofo chino quien popularizó este concepto, ya que soñó que era una mariposa, pero empezó a dudar de si era un hombre soñando que era una mariposa o una mariposa soñando que era un hombre.

La simulación

He aquí la religión definitiva, única y verdadera de Reed; la simulación. Él lo ejemplifica con la muerte de Barnes. Ella ha sido desconectada de la realidad o del sueño que se supone que es nuestra vida y no ha vuelto a despertar porque no existe. Le propone a Paxton repetir la misma operación que con la profeta, pero esta vez con ella misma y le asegura que despertará, porque no es como Barnes. Paxton empieza a demostrar un poco de carácter y a discrepar con todo lo que dice Reed, ya que recuerda que Barnes le dijo que debían desafiarle para que él no se aburriese y las matase. Choca un poco que su personaje se transforme abruptamente. Pasa de ser una persona sumisa a adquirir el rol de Barnes. Su transformación se puede justificar con la muerte de Barnes, pero no deja de ser muy repentina.

Paxton desbanca la teoría de la simulación y recalca que lo que Barnes llevaba en el brazo era un implante anticonceptivo. Destroza por completo el teatro de Reed dándole voz al truco de magia del que hablaba su amiga. Piensa que, aprovechando la distracción del hermano que llamó al timbre preguntando por ellas, una mujer entró en el sótano y sustituyó a la profeta inconsciente. Por eso el cuerpo estaba en una posición distinta. Paxton cree que Reed guionizó la profecía de la anciana y que esta se salió del guion cuando musitó la frase; esto no es real. Como una especie de advertencia para las hermanas.

La estatua y el Sr. Reed.
Hay algunos planos maravillosos que infunden terror por pura perspectiva.

Reed expresa que, si tiene razón, debe de haber una puerta oculta en el sótano por la que entró una mujer para reemplazar a la otra. Paxton se pone a tantear las paredes y el suelo, hasta que descubre una trampilla bajo la mesa. Si Paxton está en lo cierto, allí se encontrará el cadáver de la profeta original. Paxton desciende y comprueba que, en el fondo cienagoso de aquella compuerta, descansa el cuerpo sin vida de la primera mujer que vieron en el sótano. Creo que podemos afirmar que, oficialmente, ha derrotado al Sr. Reed en su propio juego. Esto parece no sentarle muy bien, ya que la encierra allí.

Paxton sigue avanzando por salas repletas de ídolos y símbolos extraños de diversas religiones. Llega a una puerta que está asegurada con el candado de su bicicleta y recuerda que tiene la llave en el bolsillo. Al manipular los abrigos, Reed, cambió las llaves del de Barnes al de Paxton. Ella abre la puerta y se topa con una sala llena de jaulas con mujeres en pésimas condiciones. Comprende que las llaves estaban en su posesión, porque las intenciones de Reed eran que ella acabase en esa habitación atrapada con todas esas mujeres.

Reed entra por otra puerta en la estancia e increpa a Paxton. Vuelve a hablar sobre la religión definitiva y la describe como el control. Tiene bastante sentido que, un hombre que piensa que toda nuestra realidad no es más que una farsa simulada, esté obsesionado con el control, ya que carece de manejo alguno sobre su propia vida. Aunque, encuentro que son dos ideas que no es muy lógico mezclar. Quiero decir que, o tiras por la senda de «todo es un sueño», o te defines como una secta y te crees el poseedor de la verdad absoluta. En el caso de Reed, es más probable la segunda opción.

Hace una comparación de cuando los religiosos acuden a lugares donde ha sucedido una catástrofe natural a consolar a los afectados. Es fácil manipular a alguien para que crea en Dios cuando su mera supervivencia parece un acontecimiento divino y también es más sencillo controlar a alguien que lo ha perdido todo. Por eso Reed mantiene a las mujeres en un estado tan deplorable. Las controla a voluntad gracias al instinto de supervivencia que tenemos los humanos y a ese temor de qué habrá después de la muerte.

El abrecartas acaba siendo el arma ejecutora de varios personajes.
El abrecartas acaba cumpliendo un papel fundamental en la película.

La hermana Paxton empuña el abrecartas y apuñala a su captor en el cuello. Sale corriendo para acabar en el mismo sótano, ya que no hay salida aparente. Reed la alcanza y le propina una puñalada en el estómago. Ambos quedan tendidos en el suelo protagonizando una especie de competición por ver quién morirá primero. Reed le pide a Paxton que haga una oración por ellos, a lo que ella responde que, según un experimiento que se realizó recientemente, rezar por los enfermos no supone diferencia alguna. Sin embargo, junta las manos y empieza a orar. El Sr. Reed repta hacia ella y Barnes, cuyo cadáver estaba a escasos metros de la escena, revive, le corta el cuello a Reed y vuelve a morir.

Paxton lamenta la pérdida de su amiga y escapa del sótano. Una vez en la planta superior, rebusca en la maqueta del tablero de juego del Sr. Reed y encuentra una llave. Con ella abre un ventanuco y sale con dificultad al exterior. Una Paxton cansada y malherida se arrastra como puede lejos de esa casa de los horrores y de regreso a la civilización. Las fuerzas que le quedan son escasas y nos quedamos con la incógnita de si se desplomará sobre la nieve o logrará buscar ayuda. Observa como una pequeña y delicada mariposa se posa sobre sus dedos.

Al inicio de la película, Paxton dijo que, si se reencarnase, lo haría en una mariposa para posarse sobre las manos de sus seres queridos. El insecto se materializa durante una fracción de segundo y desaparece. Esto puede tener tres explicaciones: o es una referencia a la frase de Paxton del comienzo y se trata de la aparición reencarnada de Barnes, o Paxton está alucinando y su hora está próxima a llegar o el Sr. Reed tenía razón y todo es una simulación.

En mi opinión, es un buen final. Los creadores hicieron una película de más de hora y media sobre fanatismo y debates religiosos, en la que el ochenta por ciento es conversación y el veinte restante acción. Tiene sentido que en la última escena nos dejen con la duda de qué es real y qué no, ya que, como en la vida misma, no existe una verdad absoluta, aunque todos creamos conocerla.

Conclusión

Heretic es una película para ver con detenimiento. Si planeas empaparte de ella y analizar cada detalle, te recomendaría mirarla dos o tres veces, ya que es muy intensa y contiene tanta información que no es fácil retenerla toda. A mi humilde parecer, los creadores se han lucido con Hereje y el resultado es espectacular. Yo no la definiría como una película de terror, sino más bien como una cinta existencialista. Produce incomodidad y angustia en algunas partes, pero miedo no.

Hugh Grant es un villano magnífico. Interpreta a la perfección al típico lunático, a ese vecino que parece normal de puertas para fuera y que oculta un oscuro secreto. El Sr. Reed es alguien que se percibe como una mente maestra, un obseso del control y los juegos, un fanático de ideologías, demostrables o no, que llega a límites insospechados para probarlas. Es más, Reed, va un paso más allá. No solo se empeña en demostrar sus teorías y en obligar a otros a escucharlas, sino que utiliza a seres humanos, concretamente mujeres, como sujetos de prueba. Esto nos revela la misoginia patológica que padece el personaje, además de la inseguridad recurrente que se puede observar cuando dice que es más fácil controlar a una persona débil.

La parte que más disfruté fue el debate religioso entre los personajes. Reed parece un hombre muy culto, estudioso y de mundo, pero queda ridiculizado por una chiquilla que ni siquiera le dobla la edad. El fallo de Reed, por más válidos que sean algunos de sus argumentos, es que omite las partes de la verdad que no concuerdan con sus conclusiones. Esto de lo único que nos habla es de un hombre desesperado y empecinado en un punto de vista, cegado por lo que quiere creer y completamente radicalizado por esa perspectiva.

Barnes mantiene una mente mucho más abierta e invalida con una argumentación lógica, fuerte y coherente la mayoría de principios expuestos por Reed. La razón principal por la que la hermana Barnes es mi personaje preferido es porque se rebela. No se cierra en torno a los predicamentos de su iglesia, escucha las ideas de Reed, las descarta y las combate basándose en sus conocimientos. Barnes no afirma que el cielo sea amarillo solo porque Reed asegure que es así. Le desafía y en varias ocasiones le deja sin palabras. Barnes puede ver a través de Reed como si fuera una cristalera. Este es también el motivo por el que el personaje de Paxton no me gusta, a pesar de que sufra una abrupta transformación al final. Paxton permanece callada y asiente a todo con tal de sobrevivir.

Las hermanas son polos opuestos y eso hace que se complementen mejor. Si ambas fueran carácteres desafiantes y guerreros, la trama no tendría sentido. Pero, no puedo pasar por alto el cambio repentino que experimenta Paxton. Me molesta un poco, ya que, por más inspirada que pueda sentirse, no tiene sentido que de la noche a la mañana se convierta en la versión 2.0 de Barnes.

En lo relativo a la religión, ya critiqué la película de Immaculate, que también me gustó bastante, y la de Cabrini, que fue sublime. Heretic encuentra un hueco entre estas dos. Supera con creces a Immaculate y se mantiene a la sombra de Francesca Cabrini. Las tres son esencialmente distintas, pero promueven un mismo mensaje; los límites a los que el ser humano es capaz de llegar por religión.

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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