Para lo que me queda en el convento…
¿Alguna vez has tenido la sensación tras ver una película, serie o haber jugado un videojuego, de que no sabes si lo que acabas de presenciar es una obra maestra o algo completamente absurdo? Es lo que me acaba de pasar tras completar la segunda obra de Odd Meter, Indika.
Tras un primer titulo, llamado SACRALITH: The Archer`s Tale. Un juego de realidad virtual en el que manejas un arco en busca de una piedra mágica para dominar los dragones. Indika es un juego muy peculiar. Tiene algunos conceptos que parecen sacados de una mente tan alocada como la de Kojima. Pero, en este caso, surgen de la cabeza de unos rusos que juegan con la delgada línea entre la comedia y el drama, que te atrapa durante las 3 horitas que dura la aventura. Antes de nada, recomiendo adentrarse en este juego sin conocer nada del mismo, ya que juega con tus expectativas constantemente y chafarse algunas sorpresas puede hacer que pierda su valor.
La aventura de nuestra monja, Indika, se ambienta en una Rusia alternativa de finales del siglo XIX. Ella vive su vida en el convento, obedeciendo todo lo que le mandan sus superiores. Sin embargo, hay una voz en su cabeza que la instiga a hacer lo contrario a lo que es su deber. Esa voz no es otra que la del mismísimo diablo, que la acompaña susurrándole al oído todo tipo de ideas en contra de la religión y su significado. La misión de Indika será entregar una carta, lo que la llevará a lugares fuera del convento y conocerá a personajes de lo más variopintos. No mencionaré nada más del argumento, ya que es mejor adentrarse en él completamente a ciegas.
En lo técnico, me ha parecido estar a un nivel sorprendentemente alto. Tratándose del segundo juego de un estudio Indie que no ha hecho apenas ruido. Los escenarios se ven espectaculares; edificios enormes e interiores detallados al milímetro, efectos de nieve hiperrealista en los que se ve como los copos se posan sobre el velo de Indika y los pasos de los personajes, que van dejando sus huellas allá por donde avanzan sobre el extenso manto blanco del envolvente frío que asola el país. Las animaciones faciales son realmente competentes. Los modelados de los personajes tienen mucho detalle y son tan realistas que te llegan a parecer humanos, aunque alguno haga unas locuras tremendas. A nivel artístico me ha dejado fascinado.
Comienzan siendo escenarios pequeños y lógicos, pero acaba con ciertas fases en las que, Indika, parece una hormiga al lado de espacios imponentes y con estructuras completamente irreales, que, dentro del juego, parecen totalmente factibles. Hay algunas fases entre capítulos en los que se tratará el pasado de Indika, desde un diseño PixelArt bastante cuidado. Aunque, estos niveles duren un suspiro.
En el aspecto jugable, estamos ante una aventura en tercera persona con resolución de puzzles, desde los más simples como mover una escalera para subir a una ventana, hasta tener que mover latas de sardinas gigantes para crear estructuras por las que poder pasar. Ninguno llega a ser realmente un dolor de cabeza. A la que estés cinco minutos pensando, acabas por sacar la solución, pero tiene algunos bastante originales y que logran sorprender, haciendo muy llevadera la parte jugable.
Definir Indika es algo que me resulta bastante complicado. Es una aventura que tiene todo su potencial en la narrativa y en los duelos morales que plantea. No te deja indiferente y te mantiene pegado al mando las tres o cuatro horas que dura. No reinventa nada en lo jugable, pero es de los títulos mas originales y especiales de lo que llevamos de año. Recomiendo darle una oportunidad al Diablo… (digo, a Dios). Bueno, eso ya lo dejo a tu elección.
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