Crítica de Like a Dragon: Infinite Wealth

Ohana significa familia.

Yakuza es una de las sagas más recientes en el mundo de los videojuegos que más me han impactado. Desde que probase aquel Judgment en 2018, siendo el primero de la la franquicia que se tradujo al castellano, no me pierdo ningún título creado por Ryū ga Gotoku. Me parecen juegos con unas historias atrapantes de principio a fin. Visualmente, son cada vez mejores. Llegando a tener unas expresiones faciales dignas de la última generación. Cuentan con una ambientación japonesa que te adentra de lleno en su universo. Te mantienen enganchado con cantidad de actividades secundarias divertidísimas, que hacen que cada viaje por sus juegos sea único. Este Like a Dragon: Infinite Wealth te da todo esto, pero mejorado al máximo.

La aventura comienza con un salto temporal respecto al anterior título. Nuestro compañero, Ichiban, después de salvar Japón de la Yakuza y habiéndola desmantelado, tiene una vida normal como asesor de empleos para gente sin trabajo. Todo cambia cuando una streamer con millones de seguidores le graba dando trabajo a un exyakuza. Resulta que, Ichiban, estaba dando empleo a aquellos delincuentes que, sin esta organización ya presente, estaban en el paro y necesitaban de su ayuda. No contaré más de la trama, pero, después de un prólogo bastante largo en el que te dan contexto de la historia y hacia donde va a ir, nuestro protagonista acaba en un lugar nunca antes visto en la saga, Hawái.

Ichiban desnudo en la playa en like a draogn

Tras estos primeros instantes de tutoriales, donde apenas tocas el mando y es como si estuvieras viendo una película (marca de la casa de esta saga), te dejan explorar la nueva región a tu gusto. Se abren varias secundarias en las que tendrás que hacer todo tipo de actividades. Como repartir comida en bici, tipo Crazy Taxi, hacer fotografías a pervertidos en un autobús como en Pokémon Snap o hacer de camarero en un restaurante porque el jefe te confunde con el nuevo empleado. Es ahí, donde, para mí, radica la magia de este título. El perderte horas y horas caminando (o en patinete eléctrico) por la soleada playa, saludando a los transeúntes para tenerlos agregados en una especie de Facebook ficticio. Todo ello, sin parar de hacer minijuegos y misiones cada vez más locas y divertidas.

Pero, por encima de todas ellas, destacan dos que son las más extensas y complejas de todas: la liga Sujimon y la isla Dondoko:

  • Por un lado, la liga Sujimon, consiste en una especie de pokémon pero con seres humanos. Cada uno de ellos tiene un tipo. Manejas a seis y te enfrentas a otros entrenadores de Sujimon hasta llegar a los líderes de la liga para poder ganarla finalmente. Este minijuego está tan trabajado que tienes enfrentamientos por la calle, sujiparadas en las que puedes subirlos de nivel y conseguir objetos para potenciarlos, gimnasios y cinemáticas exclusivas para estas cadenas de misiones. Solo con esto podrían hacer un juego propio pero lo tienes aquí metido completamente gratis.
  • La otra gran actividad secundaria es la isla Dondoko. Una suerte de animal crossing en el que tienes que conseguir materiales rompiendo basura o arboles con el bate, crear y mejorar las instalaciones, eliminar a los villanos que quieren echarte de la isla y mejorarla al máximo para atraer cada vez más clientes que se sumen a tu atracción turísticas. Es un come horas. En lo personal empecé muy motivado. Logré subir la isla a 4 de 5 estrellas, pero se me acabó haciendo repetitivo y lo dejé ahí. No sin antes llevarme suficiente dinero para comprar armaduras y armas para mis personajes principales.

Otro de los aspectos principales a tener en cuenta, como buen JRPG, son los combates. En este caso, sigue con la idea de Yakuza: Like a Dragon, teniendo combates por turnos en vez de la especie de Beat’em up que ha tenido siempre la saga. En el anterior me gustó mucho el sistema, aunque se me acabó haciendo algo redundante. Sin embargo, en este me ha divertido de principio a fin.

Tenemos de máximo cuatro personajes controlables a la vez. Cada uno con sus propias habilidades y sinergias entre ellos, gracias a un sistema de vínculos que se irá mejorando a base de conversaciones con ellos durante el mapa y en los bares. El sistema se ha vuelto más ágil, pudiendo mover al personaje para así direccionar los ataques y crear combos tanto con compañeros como con el propio escenario, haciendo auténticos destrozos a la mínima que pienses bien la estrategia a seguir.

Volvemos a contar con las famosas invocaciones de mercenarios del anterior título. Expandiéndose a nuevas que querrás encontrar solo para ver la animación de aparición de las mismas ya que no tienen desperdicio (Nancy siempre en nuestros corazones). Los combates contra jefes siguen siendo espectaculares. Reproducen secuencias entre ellos que son impresionantes. Algunos de ellos, son una ida de olla mayor que enfrentarse a excavadoras como en el anterior juego. La curva de dificultad está mucho mejor medida en este Like a Dragon y no tiene picos como tuvo el anterior, aunque sí que es recomendable hacer una vez al menos cada mazmorra que aparece para ir al nivel de la historia principal.

En conclusión, Like a Dragon Infinite Wealth es un videojuego divertidísimo, emocionante y épico. Puedes estar partiéndote la caja y segundos mas tarde sacar los kleenex. Estar subido a la silla por no creerte ciertos giros de guion o por combates que se te quedarán marcados para siempre. Tiene épica, drama y comedia. Es una conjunción de géneros mezclados, batidos y reaprovechados. Se reinventa e inventa para que, durante las aproximadamente cincuenta horas que dura, dependiendo del contenido secundario que degustes, estés pegado a los mandos pasándotelo como un niño en el que, para mí y hasta el día de hoy, es mi GOTY de 2024. Larga vida a Ichiban Kasuga.

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