Mientras escribo o “On Writing: A Memoir of the Craft” bien podría considerarse un manual sobre cómo escribir y no desmotivarse en el intento, cómo alcanzar el máximo potencial del escritor y ser fiel a uno mismo. Cuando descubrí que Stephen King había escrito un libro sobre su experiencia escribiendo, no pude resistirme a comprarlo. Lo recibí y lo leí con unas expectativas altísimas. No me decepciono. Al contrario, encontré varios puntos y consejos que me ayudaron a reflexionar sobre mis propias obras.
Es conocimiento popular que Stephen King es el rey del terror. Ha creado monstruosidades como El Resplandor, It, Misery y Carrie. Todos los personajes, monstruos y entidades alienígenas han surgido de su intelecto e imaginación. King podría chasquear los dedos y las ideas empezarían a hilarse, los engranajes mágicos de la creatividad se solaparían y, así, avanzaría cuesta abajo la rueda de la inspiración. Desde fuera, puede dar esa sensación, porque las personas no somos capaces de enfocarnos en nuestro progreso y nos centramos en el progreso ajeno.
Sin embargo, Stephen King, no es un Dios ni un mago. Es un ser humano, un mortal normal y corriente. Es algo en lo que él hace énfasis en las páginas del libro. Nos relata experiencias de su vida, recuerdos de su infancia, de su madre y hermano, fragmentos de la etapa adulta y, sobre todo, nos desmenuza su desnivelado camino hacia la escritura.
Stephen fue un niño, como tú y como yo, que fue a la escuela, jugó con sus amigos, hizo travesuras y enfermó. Creció, se convirtió en un adolescente y escribió para el periódico del instituto. Le gustaban el cine y los relatos de Poe. Estudió, comenzó a trabajar y se transformó en un hombre. Se enamoró de su actual esposa, de la que habla de una forma muy hermosa a lo largo del libro, se casaron y tuvieron hijos. En su vida solo hay una constante que se mantiene desde una edad temprana hasta la caída del ocaso; la escritura.
El libro puede dividirse en dos partes. En la primera mitad, King, se despacha a gusto contándonos un poco de su historia y de algunos momentos relevantes para la persona en la que se convertiría después. Básicamente, es el nacimiento, la evolución y erosión del escritor. En la segunda mitad, da consejos sobre vocabulario, gramática, estructura, diálogos, creación de personajes y expresa su aversión por los adverbios acabados en –mente (lo cual, me resultó especialmente divertido y útil).
De la primera mitad del libro no tengo mucho que comentar. La historia de Stephen King es muy interesante de leer. Tanto para sus seguidores más fieles como para aquellos que solo le conocen por Pennywise el payaso. Está plagada de sabiduría. Para los que, como yo, se encuentren interesados en su trayectoria como escritor y en aprovechar sus anécdotas y recomendaciones para beneficio propio, es una lectura muy enriquecedora.
Lo más destacable es que Stephen King nunca se rinde. Acumula una pila de notas de rechazo de relatos que ha presentado a revistas. Creo que la base de su éxito, además del innegable talento y la desbordante imaginación que posee, es que nunca deja de escribir por más veces que le digan que su relato no es lo que están buscando. Eso, el apoyo incondicional de su mujer y la valentía de salir de su zona de confort es lo que le lleva a redactar y publicar su primera novela; Carrie. Y, desde ahí, el propio King dice que no ha parado de trabajar.
King no es un adepto de los seminarios o cursos de escritura. Describe de un modo muy sarcástico y cómico los contenidos y lecciones de algunos a los que asistió. En mi opinión, esto se ve reflejado en la extensa obra de It cuando Bill Denbrough, que también es escritor del género de terror y bastante similar a Stephen, abandona un seminario entre palabras malsonantes y frustración acumulada.
Stephen King no cree que los seminarios sirvan para convertir a las personas mundanas en escritores, sino para ayudar a los escritores a mejorar o a publicar alguna cosita. Pero, no a ser extraordinarios. Para lograr esto último hay tres principios clave; leer constantemente, escribir con la verdad en el puño y ser fiel a uno mismo y a tus ideas. Son pautas que él ha seguido y que considero muy acertadas. Leer es importante para ampliar el léxico, vocabulario y los horizontes, y para mantener despierta la mente. Escribir con la verdad es imprescindible, ya que tú eres el corazón de lo que escribes.
Lo que más me ha gustado del libro es que es honesto. Está plagado de una sinceridad refrescante. No es una de esas sinceridades no requeridas e intrusivas que duelen. Es una franqueza genuina, orientada a ayudar y guiar a aquellos que puedan extraer algo positivo de ella. También es cierto que son sus opiniones personales y que eso no las convierte en verdades absolutas. Por eso el libro es una autobiografía y no tres sencillos pasos para convertirse en un escritor consolidado. Es un libro bienintencionado, que hay que leer con la mente abierta y con hambre de aprender.
Se lo recomiendo a cualquier escritor que busque experiencias de otros escritores, a cualquier persona que crea que tiene algo que aprender y, evidentemente, a todo aquel que se interese por conocer a la mente maestra oculta tras los grandes clásicos del terror que nos acompañan hasta el día de hoy.
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