Crítica de Samurái de ojos azules (2023): venganza, honor y una animación impecable

¿Qué es el Samurái de ojos azules?

Blue Eye Samurai o Samurái de ojos azules en España es una serie de animación de Netflix que llevaba bastante tiempo cogiendo polvo en mi lista de pendientes de ver. Ni más ni menos que dos años, ya que la serie se estrenó el tres de noviembre de 2023. A fecha de abril de 2025, hay una segunda temporada confirmada para Samurái de ojos azules que podría estrenarse a finales de 2025 o en 2026. La verdad es que me alegro de haber tardado en empezar la serie, porque, si la hubiera visto cuando salió, me habría quedado durante tres años comiéndome las uñas e intrigada con el final. Honestamente, no se me ocurre nada malo que decir sobre esta pieza de animación, que me parece un retrato perfecto de lo que era un samurái y de como era el Japón de 1633, año en que se ambienta la serie.

La serie comienza con dos frases que definen el trazo de los personajes, en especial de la protagonista, y de la mentalidad de los japoneses de la época del shogunato. «En 1633, Japón cerró sus fronteras al mundo exterior completamente». Esto hace referencia a que, durante los aproximados doscientos años que duraron El Shogunato y la Era Edo, las personas de occidente estaban vetadas de Japón. «Cualquier niño nacido de raza mixta sería considerado menos que un humano». Esta parte alude a Mizu, el samurái protagonista, que es una mujer de ojos azules (de ahí el título de la serie) nacida de un hombre blanco y una mujer japonesa. Sus compatriotas la considerarán un monstruo por su condición blanca y de ojos de un azul cristalino. La propia Mizu se percibirá como una aberración y querrá vengarse del hombre que la hizo así.

Quiero hacer un breve inciso para recomendar, si es que no la habéis visto ya, la serie de Shōgun, que está disponible en Disney+. Yo la vi hará aproximadamente un año y sigo albergando un cariño enorme por el Anjin, John Blackthrone, Mariko y Yoshi Toranaga. Espero con ansias la segunda temporada. Shōgun es una serie que acompaña muy bien la temática de Blue Eye Samurai, donde el Anjin vendría a ser similar a la paria de Mizu.

¿Quiénes son los creadores de Blue Eye Samurai?

Para empezar, hay que recalcar que no se trata de un Anime, sino de una serie de animación, ya que no tiene nada que ver con una producción japonesa. De hecho, es una serie oriunda de Estados Unidos y Francia y está coproducida y animada por el estudio de origen francés, Blue Spirit. Estudio, que, también ha estado implicado en la producción ejecutiva de What if de Marvel y en otros proyectos como La vida de Calabacín, El secreto del libro de Kells y Ernest y Célestine. Viendo la talla de algunas de sus obras, no me extraña que la animación de Samurái de ojos azules sea tan buena.

Los creadores y escritores de la serie son un matrimonio compuesto por Michael Green y Amber Noizumi. Green ya ha estado implicado en la producción y en el guion de cantidad de series, como American Gods y Smallville (una de mis series preferidas de los 2000) y películas, como Asesinato en el Orient Express, Blade Runner 2099 y Jungle Cruise. Sobre Amber Noizumi no he podido encontrar mucha información aparte de su participación en Samurái de ojos azules. Por lo que, tal vez, podemos deducir que es su primer trabajo. La serie fue dirigida por Jane Wu, quien colaboró en la dirección de la mítica serie Las aventuras de Jackie Chan, que muchos niños de la década de los 2000 recordarán.

La historia de Mizu

La serie sigue la historia de tragedia y venganza de Mizu, que es como una versión moderna, madura y sangrienta de Mulan. Hua Mulan se hace pasar por un hombre para reemplazar a su padre enfermo en la batalla contra los Hunos. Mizu (Maya Erskine), al igual que Mulan, se caracteriza de hombre para poder convertirse en un samurái y llevar a cabo su venganza contra Abijah Fowler (Kenneth Branagh).

Mizu ha tenido una vida horrible. No sabemos con certeza quiénes son sus progenitores. Al final de la primera temporada, Fowler le confiesa que, la que Mizu pensaba que era su madre, en realidad era solo una criada (Ann Harada) a la que le pagaron para hacerse cargo de ella. Su padre es una parte vital de la trama, ya que es el origen de la rabia y de los planes de venganza del samurái. Sin embargo, su identidad es un misterio. Al parecer, hubo cuatro hombres occidentales que se infiltraron en Japón para vender opio y uno de ellos podría ser el padre biológico de Mizu.

La pequeña Mizu se crio con la que pensaba que era su madre. Desde una edad muy temprana, empezó a vestirse como un niño y a caracterizarse de forma masculina para evitar las malas lenguas. Su madre le hizo creer que, si además de ser un monstruo y una deshonra para su pueblo, se descubría que era una mujer, todos la repudiarían e irían a por ellas. Así que, Mizu, se cortó el pelo y se disfrazó de chico. Una apariencia que mantendría hasta bien entrada su madurez.

Como prueba de la tozudez y cabezonería del personaje, Mizu sale de casa contra los deseos de su madre y los aldeanos prenden fuego a su casa. La madre de Mizu pierde la vida entre las llamas. O eso es lo que le hace creer a su hija al fingir su propia muerte. Mizu se queda sola en el mundo. Con un padre extranjero y desconocido y sin la única persona que la aceptaba, la protegía y la quería. Es aquí y ahora cuando Mizu realiza el juramento de vengarse del hombre que la engendró y la abandonó.

La huérfana pasa a vivir y subsistir en las calles. Roba comida, huye de los maleantes y se oculta de los niños, que no hacen otra cosa que insultarla, arrojarle piedras y burlarse de ella. Uno de esos críos es Taigen, con quien Mizu se reencontrará más adelante. Es acogida por Eiji (Cary-Hiroyuki Tagawa), el Padre Espada, un herrero ciego y maestro del acero. Empieza a trabajar como su ayudante y a aprender cuánto el viejo considera oportuno enseñarle.

El Padre Espada es un anciano rudimentario, noble y sabio. Ilustra a Mizu en la fabricación de espadas, la manipulación de metales y determinadas artes de combate. Ella absorbe el conocimiento como una esponja y se esfuerza por superar los obstáculos y mejorar. Eiji es lo más cercano a un mentor, un padre y una figura a la que admirar que ha tenido Mizu.

Una escena que me emocionó mucho es cuando Mizu está a punto de marcharse de casa de Eiji para iniciar su cruzada y le agradece lo que ha hecho por ella y que no la haya repudiado. El padre espada, en toda su nobleza y sabiduría, responde que, como él no tiene ojos, puede aceptarla.

El amor de Mizu

El rōnin (samurái sin amo) emprende su camino solitario hacia la venganza y logra eliminar a uno de sus objetivos. Luciendo unas heridas bastante graves y un aspecto moribundo, se topa con su antigua madre. Aquella que fingió morir en el incendio. La señora se inventa la mentira más estúpida de todas; que le hizo creer que había muerto para que pudiese volar libre y trazar su propio destino. Por la razón que sea, Mizu la cree y empiezan a vivir juntas.

Un día la criada le expone una propuesta. Ha conseguido prometerla con un viejo samurái desterrado y despojado de su honor, a quien no está en posición de importarle que Mizu sea hija de un hombre blanco y occidental. Su nombre es Mikio (Byron Mann). Mikio es una persona simple, de campo y de trabajo cotidiano. El único defecto que tiene es que está obsesionado con complacer a su antiguo señor para volver a contar con su gracia y aprobación. Siente un amor nato por la naturaleza y los animales y es muchísimo más respetuoso con las mujeres que otros hombres de la época.

El matrimonio entre Mikio y Mizu es arreglado. Mikio se casa porque no quiere estar solo y le conviene tener una esposa que le asista en las tareas domésticas. Mizu, sin embargo, accede por petición de su madre y pausa su misión de venganza. Si prestas especial atención al episodio cinco; «La historia del ronin y su esposa«, te darás cuenta de que Mizu pone el mismo empeño en aprender a ser una buena esposa que el que puso en ser un samurái. Y, aun así, fracasa estrepitosamente.

Mizu es una cocinera pésima y una ama de casa horrorosa. En contraposición, es muy hábil cargando peso y con los caballos. Estas dos últimas virtudes son las que sorprenden a Mikio, que le regala un caballo. Empiezan a salir juntos a cabalgar, a participar en carreras de caballos y se divierten como dos adolescentes. Probablemente por primera vez en su vida, vemos a Mizu feliz y somos testigos de como se va enamorando poco a poco de su marido. Mientras tanto, su supuesta madre se gasta todo el dinero que tiene en su medicina, que no es otra cosa que opio.

Sin embargo, el punto de corte entre Mikio y Mizu se desarrolla cuando ella le confiesa la verdad. Le habla sobre sus orígenes, su camino de venganza y las tribulaciones que ha enfrentado. Mikio quiere ver de primera mano el alcance de las habilidades de Mizu como guerrera y espadachín. Mizu realiza una demostración y ambos miden fuerzas en un encarnizado combate. Mikio gana el primer asalto, pero Mizu se deja llevar por el espíritu del rōnin y derriba a su esposo con el filo de la espada en el cuello.

Mikio se siente avergonzado y humillado. Empuja a Mizu a un lado y se marcha sin mediar palabra. Cuando unos hombres vienen a buscar a Mizu con intención de cobrar la recompensa que se ofrece por ella, sospecha que ha sido su madre quien la ha delatado. Mikio acusa a la criada de haber revelado el paradero de su hija a cambio de dinero para droga o de opio. Mientras que su madre culpa a Mikio de entregar a Mizu para recuperar su antiguo título y prestigio. Mizu no cree ni a uno ni a otro. Está cansada de mentiras, engaños y traiciones.

Mikio y la criada empiezan a discutir y pelearse y él acaba asesinándola. En el interior de Mizu se desata una tormenta de la que nace el onryō. En Japón, un onryō es un tipo de fantasma que busca venganza por todo el sufrimiento que ha experimentado en vida. Técnicamente, Mizu no es un fantasma ni un demonio, pero posee las mismas características. El rōnin renace y ejecuta a Mikio. Abandona el lugar sin mirar atrás y retoma la senda vengativa de la que jamás debió desviarse.

Los personajes principales de Samurái de ojos azules

Samurái de ojos azules tiene demasiados personajes como para hablar de todos ellos. Así que, vamos a mencionar a los más importantes y a entrar un poco en detalles sobre su influencia en la historia.

Ringo (Masi Oka) trabaja como cocinero en el restaurante de su padre. Es un hombre alto, fuerte, rechoncho y manco. Aunque le faltan ambas manos de nacimiento, tiene gran habilidad con los cuchillos y los fogones. Su padre le trata como si fuera torpe e inservible, ya que el hecho de no tener manos le dificulta el trabajo. Pero, Ringo posee un espíritu de lucha y superación admirable y quiere llegar a ser un gran cocinero.

En su primer encuentro con el rōnin, Mizu le defiende de un sádico y pretencioso traficante de armas. Ringo decide que desea aprender a ser un samurái de la misma calaña que Mizu y se une a su grupo. Pero, Mizu no está por la labor de entrenar a un samurái y de permitir que alguien le acompañe en su solitaria travesía, así que se deshace de él. A pesar de todo, Ringo acaba demostrando ser de mucha ayuda y rescata, asiste y cura a Mizu en numerosas ocasiones.

Esta circunstancia es recurrente en el personaje de Mizu. Lo vemos con Ringo, Akemi y Taigen. Todos ellos tienen en común que, en algún punto de la trama, son desplazados y apartados por el rōnin. Puede achacarse a dos factores; o Mizu se deshace de ellos para que no sean un estorbo en sus planes o intenta protegerlos del sangriento y letal destino que les aguarda si la acompañan.

Personalmente, opino que es la segunda opción. Mizu resultó herida en previas traiciones y es muy cautelosa, desconfiada y precavida. La venganza y los sentimientos originales que motivaron su conversión en samurái arden más fuerte que nunca. Y, aun así, Mizu también es generosa, sincera y cuida de los suyos. Ella no quiere que su dolor y su pasado salpiquen a Ringo, Akemi o Taigen.

Akemi (Brenda Song) es una auténtica princesa. Es hija de Lord Daichi (Patrick Gallagher), un nuevo señor y rico emergente que está obsesionado con amasar fortuna y prestigio. El objetivo final del padre de Akemi es lograr introducirse y ocupar un puesto entre las filas del shogun. Ella fue criada por Seki (George Takei). Seki cuidó y se hizo cargo de Akemi desde que era muy pequeña. La alimentó, le cambió los pañales, jugó con ella durante horas interminables y la educó a su imagen y semejanza.

La princesa Akemi es, probablemente, el personaje que experimenta la evolución más brutal y pronunciada. Pasa de ser una niña mimada, con interés por el maquillaje y los vestidos caros, a una mujer que solo persigue su libertad. Al principio, Akemi mantiene una relación de pareja con Taigen y espera que Lord Daichi les dé el visto bueno para poder casarse. Sin embargo, Taigen no es rico, no proviene de una familia importante ni porta sangre azul en las venas, razón por la cual el padre de Akemi se muestra reticente a su compromiso.

Al final, Taigen prueba que le importa más el deshonor y la humillación de una derrota que su futuro enlace con Akemi. Cuando Mizu le somete y le corta la coleta, dejándole una calva bastante cómica en la cabeza, Taigen se marcha detrás de la samurái buscando la revancha. Akemi perseguirá a su enamorado por pueblos, montañas nevadas, bosques oscuros y rincones inhóspitos con el beneplácito y la compañía de Seki. Aquí es donde la evolución de personaje de Akemi empieza a adquirir otro rumbo.

En vez de ser la típica princesa que rompe los cánones preestablecidos al formalizar una unión con alguien ajeno a la nobleza, comienza a ambicionar algo más. Un sueño mucho más grande, imposible, peligroso y humano para una mujer del Japón del período Edo. Sueña con ser libre, con ser dueña y señora de sus decisiones y su futuro y sabe que nada podrá interponerse en su camino.

Es muy refrescante conocer a un personaje como Akemi. No es una princesa delicada que espera a que lleguen los soldados a salvarla. Es un mujer de armas tomar, fuerte, consecuente y capacitada para aferrar las riendas de su vida. Queremos más mujeres poderosas y menos damiselas en apuros. Akemi es el perfecto ejemplo.

Taigen (Darren Barnet) es quien menos relevante me parece de los cuatro protagonistas. Aunque, en lo referente a crecimiento personal, Akemi es el personaje que más evoluciona, Taigen también cambia bastante. Su relación con Mizu se transforma por completo. De niños, Taigen acosaba y perseguía a Mizu con el resto de críos por ser un monstruo de ojos azules y Mizu, por más honorable y justa que sea, no lo ha olvidado.

Cuando se reencuentran, combaten y Mizu derrota a Taigen. Lo que lleva al futuro marido de Akemi a perseguir a Mizu para pedirle la revancha y vencerla como es debido para poder sanar su orgullo herido. Taigen, al igual que Ringo, se une a la misión de Mizu con la esperanza de que, cuando Fowler esté muerto, ella le proporcione una lucha decente. Pero, Taigen es capturado y torturado por los hombres de Abijah Fowler para que desvele los planes, estrategias y secretos de Mizu. Sorprendentemente y pese a que su lealtad hacia ella debería ser nula, permanece callado.

Hay una química innegable entre Mizu y Taigen. Taigen piensa que Mizu es un samurái y Mizu está a punto de confesarle a Taigen su verdadera naturaleza. Contra todo pronóstico forjan una especie de amistad y puede respirarse un romance incipiente entre ambos. Sin embargo, esta posibilidad no se explora prácticamente, ya que, al cierre de temporada, Mizu se dirige con un Fowler cautivo a Londres y Taigen se queda atrás en Japón.

¿Cuál es la trama de Samurái de ojos azules?

Toda la maquinaria de Samurái de ojos azules gira en torno a Mizu y su venganza. Mizu tiene un deseo muy fuerte de hacer justicia y de obligar a aquellos que la han convertido en lo que es a pagar por ello. La trama es esencialmente la historia de Mizu hasta llegar a Abijah Fowler y los aliados que se encuentra por el camino. Aunque pueda parecer un relato crudo y agrio sobre una venganza premeditada, la serie es mucho más que eso. Se trata de una historia de aprendizaje, crecimiento personal, superación de traumas y reconciliación con el pasado.

Mi opinión es que el punto fuerte de la serie no es la trama, son los personajes. Pero, como los personajes son tan interesantes y magnéticos, transforman una historia que hemos visto cien veces contada de distintas maneras en algo único. La trama no termina de cerrarse al terminar la primera temporada. Deja la carretera pavimentada para una segunda temporada y, si los creadores de la serie y Netflix quisieran, para una tercera y cuarta. Lo bueno que tiene es que concluye y resuelve los conflictos que ha sembrado. No nos quedamos con una incógnita sobre el destino de Mizu, Fowler, Akemi o Taigen.

Conclusión

Samurái de ojos azules es una serie que he disfrutado muchísimo. El camino de venganza y de autodescubrimiento del rōnin me ha encandilado. Desde la primera vez que Mizu moldea un arma con el Padre Espada hasta la primera espada que le regala el herrero. Mizu es un personaje que aprende conforme avanza la trama y nosotros evolucionamos con él. Funciona muy bien como protagonista, porque, además de demostrar lo fuerte y habilidosa que es, también sufre heridas mortales y roza las puertas del abismo.

La animación de la serie es digna de ser premiada. Los colores, los personajes, los fondos y los combates se ven espectaculares. Se agradece que alguien tenga en consideración que los productos de animación no tienen por qué ser para niños exclusivamente. Un aspecto que me gusta mucho es la falta de censura, tanto en las peleas, al mostrar como le cortan un brazo a uno y decapitan a otro, como en los desnudos. Tal vez, para algunas personas haya escenas demasiado explícitas. Para mí, encajan bien con la historia, la época y el mensaje que envía.

Creo necesario mencionar que encuentro agradable y refrescante el ver una serie de animación ambientada en Japón que no sea anime. Blue Eye Samurai tiene de todo; romance, drama, tragedia, venganza, lucha y redención. Si os gusta la temática, estética y época de los samuráis, no dejéis de verla.