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El grupo al final.

El final de Los 100.

El final de Los 100.

El final de Los 100 tiene un problema clave que no se relaciona con la cantidad de muertes injustificadas, personajes desaprovechados o contradicciones en sus personalidades. Para mí, el quid de la cuestión reside en que en la última temporada se envalentonan e introducen la temática mística, divina y de trascendencia cuando estamos hablando de una serie de ciencia ficción. Si nos hubieran presentado esa trama previamente o dado algún indicio de ella, tal vez, no estaría haciendo esta crítica.

Es discutible mezclar la secta del Segundo Amanecer, la flota de naves Eligius y las creencias de los habitantes de Sanctum en los Primeros, que no eran más que falsos dioses. ¿Se podría adivinar o teorizar que todas aquellas cuestiones por separado conducen a la existencia de unos seres superiores que decidirán sobre el destino de la humanidad? Yo pienso que no.

Los bloques de la trama.

En primer lugar, conocemos al Segundo Amanecer cuando aparece la amenaza de Praimfaya. En la cuarta temporada se busca un modo de sobrevivir a la ola radioactiva que arrasará la Tierra en cuestión de meses. Los reactores nucleares han entrado en fusión, tal y como le dijo A.L.I.E a Clarke en la resolución de la tercera temporada, y el reloj ha comenzado la cuenta atrás.

Jaha se empeña en dar con una manera de salvar a los suyos, demostrando que es el mismo hombre que, en los días del Arca, estaba dispuesto a sacrificar a unos pocos por el bien de la mayoría y ahorrar oxígeno. Se topa con la secta del Segundo Amanecer y con la verborrea intrusiva de Bill Cadogan. Descubre que este grupo o culto (por no llamarlo secta otra vez) cuenta con un búnker pensado para salvar a la humanidad cuando llegue el fin del mundo.

Thelonious encuentra el búnker y, al abrir las puertas, se lleva la desagradable sorpresa de que el interior está plagado de cadáveres y esqueletos con un siglo de antigüedad. Por lo tanto, está mal sellado y aislado de la radiación y no es una opción viable para esconderse hasta que La Tierra se recupere. Sin embargo, Jaha piensa que existe otro búnker reservado para personas de un nivel más especial y que los miembros del Segundo Amanecer sobrevivieron hasta un punto indeterminado.

El que solía ser canciller no se equivocaba. El club inofensivo y para nada proclive al genocidio de Cadogan tiene doce niveles. Los primeros once son lo que se podría catalogar como mediocres. Reservados para la clase media, aquellos de escasos recursos y donnadies. El nivel doce es la élite. En él solo ingresan las personas importantes, las familias pudientes y los que realizan aportaciones económicas generosas. Además de los que Bill escoge a dedo. Más adelante dedicaremos un apartado a hablar sobre Cadogan. Por ahora, sobra con decir que es un narcisista, egocéntrico e intransigente.

Recapitulando, el primer búnker fue un fiasco. No es útil ni habitable para los de Arkadia. Jaha descubre otro búnker que está debajo de Polis. La entrada se encuentra en la Sala de los Comandantes y tiene el símbolo del Segundo Amanecer grabado. Este segundo búnker fue diseñado y concebido para los miembros del nivel doce. Aparentemente, el resto de la raza humana estaba condenado a morir y desaparecer con la radiación.

Las aspiraciones y los planes de Jaha para el uso del búnker se ven truncados. Cuando Octavia gana el cónclave y se erige como Heda (comandante) lo reparte entre los trece clanes. Cada clan escogerá a cien personas y estas habitarán en el búnker. Los demás se las tendrán que ver con Praimfaya. El mandato de Octavia empieza siendo contrario a las restrictivas leyes del Arca, que la obligaron a vivir debajo del suelo durante los primeros dieciséis años de su vida y que le arrebataron a su madre, y termina con una arena en la que los «criminales» luchan por ser el último en pie. Una auténtica referencia al Coliseo romano en el que «o eres Wonkru o eres el enemigo de Wonkru«.

Dejando a Jason Rothenberg y su afición por las sectas en el tintero, nos vamos con las naves de Eligius. En la quinta temporada, el transporte Gagarin de Eligius IV retorna a La Tierra. Eligius IV es una misión fundada antes del primer apocalipsis que destinaba a prisioneros al espacio para extraer hitilodio de asteroides. Su regreso es básicamente el epicentro y el conflicto de la temporada cinco. Desemboca en una encarnizada batalla por Edén, el último punto verde de La Tierra, y en la destrucción definitiva del planeta porque Octavia está demasiado cegada por los valores de su propia secta y lleva mucho tiempo siendo Blodreina.

Cuando se lanzan los misiles que destruyen La Tierra, nuestros personajes se montan en la Eligius IV y parten al espacio. Todos se someten a criosueño, excepto Monty y Harper. Monty se pasa los próximos años descifrando los códigos de la Eligius III y tratando de localizar la ubicación de la nave. Descubre que esa misión salió de La Tierra antes del lanzamiento de las bombas en busca de otros mundos habitables. No sabe si sobrevivieron o no, si tuvieron éxito en su propósito, pero es la única esperanza que queda. La Tierra no va a regenerarse pronto.

Sanctum.

Tras saltos temporales, viajes por la galaxia y que Monty y Harper engendren a Jordan y mueran de viejos, llegamos al planeta de dos soles. Sanctum es mi pesadilla y purgatorio personal en el universo de Los 100. No puedo negar que lo odié, lo odio y lo seguiré odiando cada vez que vuelva a ver la serie.

Los descendientes de la Eligius III viven en Sanctum. Algunos siguen vivos desde que abandonaron La Tierra y se hacen llamar los Primes (los Primeros). Utilizan el mismo método que los terrestres usaban para preservar la conciencia de los comandantes antiguos. Varias llamas o chips mentales, que, como si fueran un USB que se inserta en la nuca, contiene su memoria, recuerdos e identidad. Los chips solamente son soportados por personas que cuentan con la mutación genética de la sangre nocturna. Y, Sanctum, se está quedando sin ganado y voluntarios devotos que sacrifican a sus hijos para que sus dioses vuelvan a la vida.

Hay cola de espera para que los Primes resuciten. Sí, como la fila de un supermercado para pasar por caja o la cuenta atrás para comprar las entradas de un concierto. El problema es que no nacen muchos portadores de sangre nocturna y hay demasiados Primeros para las cuatro cabezas de turco que poseen. De nuevo, nos topamos con otra secta en el mundo de Los 100. Podréis imaginar y comprender mi frustración al ver que la temática de las sectas se convierte en un recurso narrativo en las tres últimas temporadas. Es una forma fácil de exponer a un villano y trazar a un séquito de adeptos. Lo vemos con el Segundo Amanecer, Wonkru, Sanctum y, después, con los discípulos del pastor. Tal vez, incluso los terrestres tengan algún matiz sectario.

Mi indignación con el asunto es que es un modo muy sencillo y repetitivo de crear más tramas que, realmente, son variaciones de un único conflicto. Es cierto que todo está conectado. Pero, con redundancia, es como una peonza girando y girando en torno al mismo punto. Al final, Sanctum, Wonkru, Bill Cadogan y Eligius se reducen a una conclusión idéntica.

El segundo dolor de cabeza son Russell y Josephine Lightbourne. Ambos son Primeros y Josephine es la hija de Russell. A su llegada al planeta de dos soles, la radiación del sol rojo afectó a Russell Lightbourne, que acabó matando a su mujer e hija. Desgraciadamente, las pudo resucitar después, porque experimentaron con los chips mentales. También está Gabriel Santiago, que es el enamorado de Josephine y, en general, un personaje bastante decente. Cabe destacar que toma las decisiones correctas, a pesar de los imponentes dilemas morales que le acechan, como; escoger morir tras su última reencarnación, intentar hacer entrar en razón a lo habitantes de Sanctum o acabar con Josephine para rescatar a Clarke, aunque esta sea el amor de su vida.

Hay una escena de Gabriel que me gusta mucho, en la que le dice a Josephine en español con un marcado acento que; «la muerte es la vida«. Josie se está muriendo y Gabriel quiere que se marche en paz. Además, a pesar de todas las barbaridades que ha cometido, la sigue queriendo. Gabriel era un personaje que tendría que haber durado hasta el episodio 100.

Russell es el villano principal, además de Sheidheda (otro dolor de cabeza, pero más leve), de la sexta temporada. Entre los miembros de Los 100 hay dos Natblida (sangre nocturna); Clarke y Madi. Cuando los de Sanctum descubren los recién llegados conocen la fórmula para crear más sangre nocturna, pasan de ser invitados a prisioneros. Russel utiliza la mente de Clarke como huésped para introducir el chip mental de su hija, saltándose la lista de espera de Primes y enfureciendo a los pocos que están vivos.

Mi razón principal para detestar a Josephine, aparte de lo repelente, pesada y molesta que resulta, es que suplanta a Clarke durante el ochenta por ciento de la temporada seis. Hay que resaltar la actuación de Eliza Taylor, que hace un papel impecable de Clarke Griffin y borda a Josephine Lightbourne, siendo un personaje opuesto. Lo positivo es que eso nos da la oportunidad de ver cómo es la mente de Clarke por dentro y de conocer a Josephine, quien no siempre fue una persona aborrecible.

No podía faltar el fan service, en la forma de los dibujos de Lexa que Clarke ha hecho en las paredes de su celda. Dándonos a entender que aún la quiere. Ni el juego sucio del «beso» o lo más cercano a ello del boca a boca con el que Bellamy le repite a Clarke que «cuando la cabeza le dice al corazón que deje de latir, se acabó«. Hay que mantener a todos los fans contentos, no queremos que abandonen la serie. Llevaban mencionado y haciendo referencias a Lexa desde que la mataron en la temporada tres. Me parece de muy mal gusto que tanteen e ilusionen a la audiencia con un posible retorno y que, cuando finalmente Alycia Debnam-Carey se decide a volver, ni siquiera sea la Lexa que conocíamos, sino uno de los jueces de la prueba final.

Retomando el hilo conductor, nos dirigimos hacia el declive definitivo de la serie; la temporada siete.

Lluvia de anomalías y planetas.

En la séptima temporada nos adentramos en el fantástico mundo de los saltos temporales, los agujeros de gusano y las alteraciones del tiempo. Son nociones que podrían ser factibles y creíbles en un show de ciencia ficción, si estuvieran bien ejecutadas. Sin embargo, en Los 100, te preguntas qué ha sido de los clanes, los comandantes, la sangre pide sangre y Arkadia. En mi opinión, las temporadas dos y tres son el apogeo de la serie. En cuanto se empiezan a meter en los berenjenales de saltos en el tiempo y viajes por el espacio, la intención de la serie pierde sentido.

Pero, la temporada siete no es tan mala como yo creía. En un primer momento, me negué a verla tras descubrir que Bellamy moría por la mano de Clarke. No podía (y sigo sin poder) comulgar con la idea de que mis personajes favoritos, aquellos que prometieron hacerlo mejor y que se arriesgaron tanto el uno por el otro, terminasen matándose. Con un poco de perspectiva y tiempo, decidí darle una segunda oportunidad. Entré con expectativas nulas en la séptima temporada y no me defraudo. De hecho, me atrevería a decir que es buena. Bastante mejor que la sexta y la quinta juntas.

En su desarrollo, exploramos la piedra de la anomalía y distintos planetas, que desmantelaremos después. La anomalía se nos introduce en la sexta temporada como una espiral o efecto extraño que tiene lugar en la superficie de Sanctum. Los «nativos» no saben lo que es y la temen, porque hay personas que se han adentrado en ella y no han retornado jamás. Se caracteriza por el fulgor verde que desprende, que recuerda a un fuego fatuo. Cuando Diyoza se adentra en ella y Octavia la persigue, la anomalía escupe a Octavia de vuelta. Aparece con unos símbolos muy raros grabados en la espalda y sin recuerdo alguno de los instantes que ha pasado fuera o de lo que ha presenciado. Gabriel le dice que es la primera persona que ha regresado y que, si la anomalía la ha rechazado, debe de haber alguna razón.

Mi primer pensamiento sobre la anomalía fue que nos habían colado la magia y el misticismo en forma de un humo esmeralda. Admito que la juzgué mal. La anomalía no es un abracadabra ni un hechizo del tres al cuarto, sino un agujero de gusano. Eso si que encaja en una serie que califica como ciencia ficción y no me disgusta del todo. Los habitantes de Sanctum y los Hijos de Gabriel desconocían su utilidad y uso, al igual que muchos de ellos tampoco sabían de la existencia de Bardo, los discípulos o el pastor. Es un buen punto de esta temporada y también una buena forma de acoplar los viajes en el tiempo y la dilatación temporal.

Ahora, aludiendo a los planetas de los que tenemos constancia:

  • Bardo es el planeta de los discípulos y hogar del pastor. Se trata de un lugar demasiado blanco, silencioso y monocromático. Su civilización es muy avanzada y desciende de Eligius III. Muchos de los miembros de la primera misión que partió de La Tierra siguen con vida, debido a que en Bardo el tiempo transcurre de un modo diferente y a que abusan de la criogénesis. Sus habitantes tienen una tecnología impensable para los de Arkadia y los terrestres.
  • El anillo, nombre que Octavia y Hope le ponen al planeta que los de Bardo conocen como Beta. El tiempo en esta superficie transcurre muy lento. Al extremo de que dos días en el mundo real pueden equivaler a cinco años en el anillo. Su uso principal es el de prisión para desterrar o aislar a los discípulos que han osado cuestionar al pastor y sus creencias.
  • Nakara es un planeta helado. Los discípulos lo utilizan como camposanto y depósito de cadáveres, a la par que intentar localizar la piedra de la anomalía. Clarke y compañía la encuentran y la extraen del interior de una criatura abominable.
  • Etherea es el planeta de las pruebas de fe. Cuando Bellamy y el discípulo quedan abandonados a su suerte allí, el hombre le explica a Bellamy que el propio pastor recorrió en su momento el ancho y largo del planeta, enfrentándose a las mismas dificultades que ellos. A Bellamy le cuesta creerlo, ya que, aunque sea el corazón de la relación, también tiene trazos de la cabeza de Clarke. Llegan a una cueva en la que vislumbran los rastros, alargadas formas lumínicas, de otra civilización que trascendió.
  • Sanctum, o el planeta Alpha, es en realidad una luna. Es muy parecido a La Tierra. Allí se instalaron los de Eligius III cuando partieron en busca de otros mundos habitables fuera de la órbita del planeta azul y construyeron su propia sociedad. Los nacidos a posteriori en Sanctum pensaban que los Primes eran dioses y que les habían salvado de la extinción terrestre.
El pastor.

Toda secta, partido político extremista, banda de rock o pandilla de amigos necesita a un cabecilla. Aquí podemos hablar de tres factores entremezclados; la religión, la política y la manipulación de masas. La religión se nos muestra en los devotos de Sanctum y en la fe ciega de los discípulos en el pastor. La política se encuentra por todas partes, pero especialmente en el discurso de Cadogan. La manipulación activa de masas se relaciona de forma directa con los asuntos políticos y nos conduce de nuevo a Bill Cadogan. Este sujeto hace uso y abuso de sus fieles y seguidores, de sus descubrimientos y proezas, de sus teorías y creencias para someter a todas las personas.

Como es evidente, Bill Cadogan es el líder de la secta del Segundo Amanecer y el pastor de los discípulos. Definirse a uno mismo como un profeta, además de egocéntrico, es absurdo. Bill es un humano corriente con una inteligencia promedio que corrió con la suerte de encontrar una piedra de la anomalía en el Templo del Sol de Machu Pichu. Desde entonces, se obsesionó con el misterio de la piedra y sus grabados incomprensibles, con la existencia de otras civilizaciones y de un conocimiento superior al que, supuestamente, daría acceso la piedra. Bill trasladó sus locuras a la Eligius III y después a sus discípulos. Descubrió que, antes de ellos, hubo otra civilización en Bardo que se extinguió.

Creer en la cruzada de Bill es lícito, pero también incoherente. Como varios dictadores y fanáticos religiosos en nuestro tiempo, Cadogan pensó que la salvación era moldear a una humanidad a su imagen y semejanza. En este caso, no eran personas blancas y rubias, sino sujetos carentes de emociones. Para Cadogan, despojar a sus semejantes de sus sentimientos y preocupaciones terrenales es sinónimo de dejar de limitarlos. En otras palabras, significa que son dignos de trascender.

Anaconda.

Este fue un episodio a mitad de temporada, que habría sido el piloto de un spin-off. En él se nos habla de los orígenes del Segundo Amanecer y de su supervivencia después de que A.L.I.E lanzara las bombas, de la evolución del personaje de Bill Cadogan y de su familia, de Becca Franco y la historia de los Comandantes.

Para que nadie se ilusione o se confunda, el proyecto del spin-off fue desechado y cancelado antes de estrenarse. Llevaban un tiempo valorando expandir el universo de Los 100 y los fans se estaban volviendo locos teorizando cuál sería el contenido del nuevo show. Todos queríamos conocer la historia de los Comandantes, los orígenes de las trece estaciones espaciales a las que pertenecía el Arca ( eso no lo explican en el Día de la Unidad), la formación de los doce clanes, la infancia de Lexa y su cónclave, a Costia y muchos otros personajes que se mencionaron de pasada y fueron relevantes, a pesar de no aparecer en la serie. Personalmente, me hubiera encantado que el spin-off que estaban preparando viese la luz del día y siguiese a Callie como la primera Guardiana de la Llama (Flamekeeper).

Contextualizando, Bill tenía dos hijos; Callie, su ojito derecho, y Reese. En aquella época, Cadogan empezaba a bordear el fanatismo y a creerse superior. En palabras de Callie; «pensaba que podía caminar sobre el agua». Vivían confinados en el búnker que, posteriormente, se ocultaría debajo de Polis, ya que su fisionomía no les permitía sobrevivir en el exterior por la radiación. Cadogan no dejaba salir a nadie que no llevase puesto un traje de protección. La vida fuera del búnker no era posible. Solo quedaban ruinas y tierra árida.

Callie era una gran admiradora del trabajo de Becca Franco y una escéptica de la obra de su padre. En varios momentos desafía a Cadogan y empieza a cuestionar sus órdenes y decisiones. Un día, en una misión de exploración junto con su hermano Reese, se encuentran con Polaris, la cápsula en la que Becca descendió a La Tierra desde su estación espacial. Becca está de una pieza y no lleva traje, guantes o casco de protección. Explica que puede sobrevivir a la radiación, lo que impacta a Callie.

Tristan, que acompañaba a Callie y Reese en la misión de reconocimiento, se abre una grieta en el traje y comienza a sufrir los efectos secundarios de los altos niveles de radioactividad. Becca utiliza un suero de su propia invención, que le salva la vida y le sana poco a poco. Su sangre se convierte en un compuesto negro como el petróleo y Becca le explica a Callie que la sangre nocturna les permite sobrevivir en las condiciones del exterior. A Calliope le explota la cabeza y se ilusiona pensando que podrán escapar del carcelario búnker, ayudar a otras personas y establecer una sociedad con unos principios más justos que los de la secta de su padre.

Cadogan recibe con hospitalidad y cortesía a Becca hasta que, esta, se topa cara a cara con la Piedra recubierta de extraños grabados que encontró en el Templo del Sol. La científica toca los símbolos en un orden aleatorio y se abre una especie de portal hacia un lugar desconocido. Becca sugiere no adentrarse en él hasta que tengan una noción mínima de qué es lo que hay al otro lado. Bill cede, aunque no se le ve muy conforme.

Becca vuelve a experimentar con la Piedra de la Anomalía una vez más. En esta ocasión, introduce una combinación de siete símbolos que hacen levitar a la Piedra y que desprenda un haz de luz cegador. El resplandor engulle a Becca. Cuando regresa se encuentra impactada por lo que ha presenciado. Describe algo parecido al día del juicio final y le dice a Cadogan que no están preparados. Bill persiste y trata de sonsacarle la combinación para obtener la llave a aquel lugar, pero Becca se niega.

Da la impresión de que ha visto el Juicio de Osiris, en el que se coloca el corazón en un lado de la balanza y una pluma en el otro. Si el corazón pesa menos o lo mismo que la pluma, puedes seguir. Aparentemente, la humanidad no es merecedora de pasar al siguiente nivel. Eso no impedirá que Cadogan se obsesione con la llave y descifrar el misterio de la Piedra durante las próximas décadas y siglos.

Becca es apresada por no revelar el código. Le pide a Callie que le extraiga la llama (inteligencia artificial que es la versión 2.0 de A.L.I.E), convirtiéndola en la primera Flamekeeper de la historia de los Comandantes. Después, escoltan a Becca fuera del búnker y la queman viva en la hoguera mientras grita de dolor.

Callie roba el compuesto de la sangre nocturna y escapa del búnker con un grupo de personas gracias a la ayuda de su madre. Tienen suficiente suero para inyectar a dos mil personas. También descubren que hay más supervivientes en el exterior que, por selección natural, han resistido la radiación. Callie se marcha y su padre decide abrir y cruzar el portal que había descubierto Becca, dando inicio a la futura trama de Los 100 y a la de un spin-off que jamás llegó a ver la luz.

La llave.

Ya hemos especificado que los de Bardo cuentan con una tecnología muy avanzada. Como que van siglos por delante de la humanidad convencional. A nosotros, acostumbrados a los rifles de asalto, espadas, combates cuerpo a cuerpo y a la homogénea mezcla de barro y sangre, nos pillan desprevenidos las armas supersónicas de Eligius IV o la sala de análisis y disección de recuerdos. Sin embargo, eso no quita que Clarke sea capaz de engañar a Cadogan, que se cree más listo que todas las cabezas pensantes juntas.

Resumiendo, Bill quiere la IA, a la cual se refiere como la llave. Piensa que Clarke la tiene dentro de la cabeza, porque lo vio en uno de los recuerdos de Octavia; cuando Clarke se puso la llama para acceder a la Ciudad de Luz y acabar con A.L.I.E. Clarke se da cuenta de qué quiere Cadogan y mantiene un farol para salvar a sus amigos. Todos los planes de Clarke se van por la borda cuando Bellamy les traiciona. Cadogan descubre que Clarke se extrajo la llama y que la última portadora fue Madi.

Las intenciones de Cadogan son introducir el código, activar la Piedra de la Anomalía e iniciar la última de las guerras. Nuestro grupo ha tenido su parte correspondiente y más que suficiente de batallas. Solo buscan la paz y hacer las cosas mejor que sus antepasados. No quieren repetir el genocidio del Monte Weather, Praimfaya o la destrucción de La Tierra. El propósito general es cumplir la promesa que le hicieron a Monty, pero ya sabemos que Clarke siempre ha tenido poca paciencia y el síndrome del gatillo fácil.

Después de la injusta muerte de Bellamy y de que los escasos supervivientes del grupo original huyan a La Tierra a través del portal, Sheidheda se materializa en el búnker y asesina a Gabriel mientras le estaba impartiendo lecciones de piano a Madi. La ex Comandante se cansa de que siempre decidan por ella, de que inocentes pierdan su vida para protegerla y de que su madre, Clarke, no deje de saltarse todas las normas morales y éticas para mantener a salvo a su hija. Madi se entrega a Cadogan con la mermada esperanza de que obtenga lo que busca y deje vivir en paz a los suyos.

Pienso que Madi ve esa opción posible porque, Cadogan, en contraposición a la impulsividad y violencia de Clarke parece un hombre pacífico. Puede que Wanheda tenga la sangre más caliente o que sea muy impaciente. Tal vez, sus experiencias pasadas le han enseñado que ese segundo de duda y titubeo marca la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, el pastor medita sus palabras y se toma su tiempo. Actúa deliberadamente y planea cada movimiento como si el mundo fuera un tablero de ajedrez gigante y cada peón tuviera una misión intransferible.

A menudo, la reflexión y parsimonia de las personas tranquilas se traduce en seguridad. Creo que Madi cae víctima del predicamento de Cadogan y confía en que este obtendrá lo que quiere de sus recuerdos y después podrá volver sana y salva con Clarke. Como Cadogan parece un tipo sereno, meditabundo y bautizado con la sabiduría que proporciona la edad, Madi se convence de que no la hará daño. Pero, para su desesperación y sorpresa, en cuanto a Cadogan se le coloca la zanahoria delante de la cara, adquiere el mismo aspecto que el de un perro rabioso y no le interesan las promesas o palabras, solo conseguir lo que quiere.

El traqueteo de la culpa y la conciencia pesada de Clarke, de las decisiones difíciles y del halo de muerte que acarrea la corona, afectan a Madi también. Ella aprende y se inspira en su madre. Por eso, cuando puede tomar la determinación de sacrificarse y proteger a sus seres queridos, lo hace sin parar a pensárselo dos veces. Madi alcanza su punto de ruptura cuando descubre que Clarke ha matado a Bellamy para que Cadogan no se entere de que ella posee recuerdos de los previos Comandantes.

Cadogan extrae la información que quiere de la memoria de Madi sin importarle el precio. El coste de estas acciones es que Madi sufre un derrame cerebral masivo y queda en estado vegetativo. Madi no sobrevive a esta circunstancia y acaba trascendiendo en brazos de Clarke. El hecho de que muera o escoja trascender, como lo quieras llamar, me parece brillante. Perder a su hija es injusto para Clarke, pero son las consecuencias de sus acciones y el factor clave para que el arco del personaje cierre con un círculo perfecto.

La última de las guerras.

Las sospechas de Jordan de que el destino oculto de la Piedra, el juicio que Becca quiso evitar, no es una guerra, sino una prueba, son ciertas. Cadogan está tan absorbido por su voluntad que piensa que puede ganar ese enfrentamiento sin problemas y desea conocer, de una vez por todas, la verdad. El sujeto considera que él y sus discípulos son una especie de elegidos y que han estado preparándose durante siglos para ese momento. Cree estar listo para el final.

A continuación viene la escena que más he disfrutado de todas las matanzas y ejecuciones de Clarke. Sabemos que la asesina de la montaña no ha matado a pocas personas, que ya no pestañea ni llora cuando aprieta el gatillo. Y, si algo define a mi querida Clarke en la séptima temporada, es que quiere ver a Cadogan muerto y agonizando en el suelo.

Cadogan se adentra decidido, superlativo y campante en la prueba. El lugar toma la forma de un muelle con un cielo azul y morado de fondo. Se topa con su hija, Callie, esperándole. Ese ser le explica que no es la Callie de verdad, sino un juez de la prueba final que ha adquirido la apariencia de la persona más importante para Bill. Callie le anuncia que van a dar comienzo a la prueba y le pregunta que sí piensa que la humanidad está preparada para unirse a ellos (Becca ya rechazó esa propuesta años atrás). Le advierte de que si supera la prueba toda la humanidad trascenderá y se convertirán en seres infinitos, pero si la falla terminarán cristalizados como tantas otras civilizaciones antes que ellos.

Cadogan ni siquiera medita la respuesta. Seguro de sí mismo y de su victoria, asiente. El juez procede a plantearle la primera pregunta de la prueba. Le cuestiona sobre por qué intentó eliminar el amor de las vidas de sus semejantes, si es uno de los regalos más grandes y preciosos que puede recibir una especie. Antes de que Cadogan pueda reunir las palabras o balbucear una justificación, una bala le golpea directa en la cabeza. La bala le atraviesa el cráneo y la sangre salpica el rostro perplejo del juez.

El pastor cae al suelo y Clarke se aproxima. Le vacía el cargador sobre el cuerpo, a pesar de que Cadogan ya está muerto. Se cerciora de rematarle. El juez se impacta, pero ya es demasiado tarde para retroceder. La prueba ha comenzado.

Este momento es muy satisfactorio por varias razones. La primera siendo que, Bill, tenía al alcance de la mano el propósito por el que llevaba trabajando y esperando toda su vida y Clarke se lo arrebata sin inmutarse. La segunda es la justicia. Cadogan se ha autodenominado líder y ha decidido por los demás, sin considerar la voluntad o el bienestar de su pueblo, con el único objetivo de lograr sus fines egoístas. De todas las muertes que hay en Los 100 y del significado que goza cada una de ellas, esta me parece la mejor. Defiende una justicia poética e irónica que nos recuerda que el fin no justifica los medios.

Callie metamorfosea en Lexa. La persona que más impacto causó en su vida y cuya pérdida sigue atormentando a Clarke. El juez le explica que la prueba no puede detenerse y que la humanidad tendrá que ser juzgada a través de los actos de Clarke. Parece ser que, desde los albores del tiempo, la raza humana ha sido la única en asesinar a alguien en el transcurso de la prueba. Entran en un debate sobre la muerte de Cadogan. El juez le pregunta por qué ha ejecutado a un hombre desarmado y Clarke le dice que Bill mató a su hija. Lexa se muestra reacia y lo percibe como un movimiento de venganza, mientras que Clarke argumenta que es justicia.

Da la sensación de que el juez piensa que Cadogan y Clarke no son tan diferentes. Sin embargo, Clarke no es Cadogan y sabemos que no le gustan los juicios, las lecciones de moralidad ni los consejos baratos. Clarke reconoce que ha matado y que ha cometido atrocidades, pero le insinúa a esos seres que se hacen llamar superiores que son unos hipócritas. Ellos erradican a civilizaciones enteras por no encajar en sus estándares de lo que está bien y lo que está mal. Clarke expresa que cada pecado al que sucumbido, cada decisión imposible, cada muerte inevitable ha sido impulsada por el amor. Fracasa la prueba y retorna con Madi, con el conocimiento de que ha condenado a su especie y que le queda poco tiempo para despedirse.

La Piedra de la Anomalía emana una luz rojo sangre. Raven pide una nueva oportunidad para realizar la prueba. El juez adopta la forma de Abby Griffin, quien fue como una madre para Raven. Logra retomar la prueba y demostrarle que la humanidad, a pesar de tener múltiples defectos, puede aprender de sus errores, mejorar y redimirse. En una decisión que no tiene vuelta de hoja; la raza humana se dispone a trascender. Los jueces condenan a Clarke por sus pecados y permiten que los demás trasciendan. Clarke será, literalmente, la última humana sobre la faz de la tierra.

El mensaje tras este acto es un poco crudo. Tal y como dice ella en varios momentos de la serie; lo sufro yo para que ellos no tengan que hacerlo (I bear it so they don’t have to). Se mantiene fiel a su palabra y acepta su destino sin quejarse ni aferrarse. Se despide de Madi, pidiéndole que trasncienda y prometiéndole que estará bien. Clarke es castigada por las malas decisiones que ha tomado, las vidas que ha arrebatado y la interminable lista de pecados firmados con su nombre. Pero, también es condenada por los errores de toda la humanidad. Lo cual, está a años luz de ser justo.

Clarke ha sufrido mucho y ha hecho cosas que, seguramente, habría preferido evitar. Aún así, de todos los personajes que hemos conocido en Los 100, no es la peor ni por asomo. Por ejemplo, si la comparamos con Sheidheda o con la Blodreina del búnker, palidece. Puede que los tiempos desesperados requieran medidas desesperadas. Sin embargo, los jueces, desde su pedestal o trono dorado no se plantean esa cuestión. No valoran qué habrían hecho ellos de encontrarse en esa situación, solo lo que el elegido para enfrentar la prueba dice y representa. Clarke no era la candidata idónea para realizar la prueba, pero Raven sí. Aunque, tampoco hay que olvidar que Raven Reyes ha colaborado con Clarke y cometido sus propios pecados.

En la última escena de la serie, con el temazo Bad de U2 acompañando de fondo, Clarke está en La Tierra con Picasso, el perro de Russell. El juez con la apariencia de Lexa acude a darle una explicación. Clarke no podrá trascender ni unirse a ellos jamás, porque sus acciones deben de tener un coste. Lexa cuenta que trascender es una elección y que, hasta aquel momento, nadie había escogido no hacerlo. La cámara de desplaza hacia la orilla, donde; Jason, Miller, Raven, Murphy, Emori, Octavia, Levitt, Nylah, Indra, Gaia, Echo, Jordan y Hope están construyendo lo que parece una fogata. Todos ellos han optado por no trascender para volver a su hogar y quedarse con Clarke.

Los seres superiores se muestran fascinados con la especie humana. A Lexa le impresiona que a ninguno de los presentes les inquiete el hecho de no trascender. Lo que implica que, cuando mueran, morirán y punto. No habrá capítulo dos ni reencarnación o vida en el más allá. Esto nos permite comprender un poco más a estos seres. Son una especie de conciencia colectiva en la que nadie sufre ni siente dolor. Todos los que trascienden viven en paz.

No es fácil decir adiós.

Mi serie favorita termina con todos nuestros amigos saludándose y abrazándose. Mi único pensamiento coherente en aquel instante fue que Bellamy debería haber estado allí. Al morir antes de la prueba, él nunca trascenderá y ese no era el cierre que merecía un personaje tan importante. El final es agridulce. Amargo porque no están todos lo que tendrían que estar y grato porque no acaba mal. A escala global, es un final que porta la esencia de Los 100 y esa es la parte que más me gusta.

El asunto de la trascendencia y los seres superiores es como revivir la temporada tres y la trama de la Ciudad de Luz. Parece que, en un universo donde predomina la muerte, la supervivencia y la desgracia, el factor de no sentir dolor es apelativo. Los personajes principales (al menos los que no han fallecido) toman la misma decisión que entonces. Al final de la tercera temporada destruyen a A.L.I.E y regresan de la Ciudad de Luz. A Clarke ni siquiera se le ofrece esa opción, pero creo que está bien. Por fin, después de años y de incontables batallas, podrá descansar, trabajar en hacer las cosas mejor y estar con los suyos. Ese era su deseo desde que la conocimos en el capítulo uno.

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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