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Portada de la crítica de Cenicienta (1950)

Retro-Crítica de La Cenicienta (1950): Un maravilloso sueño hecho realidad

La princesa más clásica

La cenicienta fue precedida por Blancanieves y los siete enanitos, Fantasía, Pinocho, Dumbo, Bambi y Alicia en el País de las Maravillas. Aunque Blancanieves fue la primera princesa de Disney en nacer y ser presentada al mundo en formato de cinta animada, Cenicienta, probablemente, sea la más clásica. La película original data de 1950. Contó con tres directores y ocho guionistas. Si la comparas con Blancanieves y los siete enanitos, lo primero que observas es que son productos diferentes y que entre una cinta y otra hay trece años de diferencia.

En Blancanieves hay menos enfoque en el protagonista masculino y en la familia real. Mientras que, en La cenicienta, el rey es uno de los personajes más divertidos y queridos de la historia y el príncipe es descrito como un mujeriego que necesita sentar la cabeza. La trama, las motivaciones y el pasado de los personajes están mucho mejor establecidos y detallados en la cinta de 1950. Es cierto que son cuentos distintos y que lo único que tienen en común las protagonistas femeninas es que son unas desdichadas, sometidas y maltratadas por sus madrastras. La figura de la madrastra siempre tiene un tinte antagónico para Walt Disney.

La película está basada en el cuento de Charles Perrault, «Cendrillon» (Cenicienta), publicado en 1697. La de Perrault es solo una adaptación un poco más suave y edulcorada de un cuento mucho más cruel y antiguo. Existen múltiples versiones de La cenicienta, entre ellas la del propio Charles Perrault y la de los Hermanos Grimm.

Sin embargo, este cuento no solo fue popular en la escena europea. También en culturas muy dispersas y dispares entre sí, como la china, con el nombre de Ye Xian, la japonesa, conocida como Sumiyoshi Monogatari, o la griega, con el título de Ródope. Por lo que, podemos asegurar que, La cenicienta, es uno de los cuentos más antiguos de los que se tiene registro. Nosotros nos vamos a limitar a la versión de Disney y de Perrault.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y los auténticos fracasos en taquilla de Fantasía y Pinocho, Disney entró en deuda y en un inminente camino hacia la quiebra. La cenicienta fue como el Hada Madrina del estudio. Rescató a Disney de un final mucho más nefasto que el de «fueron felices y comieron perdices» y fue un éxito rotundo. Recibió nominaciones a los Oscar por la Mejor canción original, la Mejor banda sonora y el Mejor sonido, aunque no ganó. En 1951, se alzó con el Premio Oso de Oro, con el Premio especial del Festival Internacional de Cine de Venecia y con el Premio Gran Placa de Bronce del Festival Internacional de Cine de Berlín.

Más de cincuenta años después, La cenicienta tuvo dos secuelas; «La Cenicienta 2: ¡La magia no termina a medianoche!» (Cinderella II: Dreams Come True) de 2002, que es mi preferida de las tres, y «Cenicienta: Qué pasaría si…» (Cinderella III: A Twist in Time)de 2007. La tercera es la más floja y prescindible de las tres. Aun así, es entretenida de ver y nos ofrece un vistazo a la futura vida de la princesa.

Es una historia con demasiadas adaptaciones a la gran pantalla. Tiene un live action de 2015, protagonizado por Lily James y Richard Madden, titulado Cenicienta (Cinderella), una versión de 1976 con el título de Cenicienta: La zapatilla y la rosa, protagonizada por Richard Chamberlain y Gemma Craven, y una variante de, prácticamente, cada chica Disney que haya pisado la franquicia.

Hilary Duff en 2004 con Una Cenicienta moderna (A Cinderella Story), Selena Gómez en 2008 con Una Cenicienta moderna 2 (Another Cinderella Story), Lucy Hale en 2011 con Una Cenicienta moderna 3: Érase una vez una canción (A Cinderella Story: Once Upon a Song), Sofia Carson en 2016 con Una Cenicienta moderna: El papel de su vida (A Cinderella Story: If the Shoe Fits), Laura Marano en 2019 con Una Cenicienta moderna: Un deseo de Navidad (A Cinderella Story: Christmas Wish) y Camila Cabello en 2021 con Cenicienta (Cinderella).

Las únicas que recuerdo haber visto son las versiones de Selena Gómez y Sofia Carson. En realidad, no guardan mucha relación con Cenicienta a excepción del título. No son películas malas, pero tampoco son clásicos que escogerías reproducir una y otra vez, como sí lo es Programa de Protección de Princesas (Princess Protection Program) de 2009. Solo son otra vía que Disney utilizó para abusar de la fórmula y narrar la típica y redundante historia de amor que grita Disney Channel en letras de neón.

Por último, hay que mencionar la película de Encantada: La historia de Giselle (Enchanted) de 2007, protagonizada por Amy Adams y James Marsden, y su reciente regreso a las pantallas en 2022 con Desencantada: Vuelve Giselle (Disenchanted) con los mismos protagonistas.

Como dato curioso, La Cenicienta inspira la creación de un restaurante en el parque de Disneyland París, llamado Auberge de Cendrillon. Por evidentes razones, no comimos allí en nuestra visita a París, ya que los menús para adultos suelen rondar los 100€ y para niño los 50€. No sé qué prodigios de la gastronomía francesa ofrecerá este restaurante, pero ya pueden ser buenos considerando el precio que tiene.

Charles Perrault y La cenicienta de 1697

La versión de Charles Perrault es idéntica a la adaptación de Disney, salvo por algunos mínimos detalles. Si queréis leer o escuchar el cuento, podéis acceder a este enlace. Las diferencias más notables son que la madrastra no da permiso en ningún momento a Cenicienta para asistir al baile una vez haya terminado sus tareas y que el Hada Madrina no se manifiesta cuando la joven llora desconsolada porque sus hermanastras le han destrozado el vestido. El hada aparece cuando Cenicienta implora que, si hay algún ser mágico escuchándola, por favor la ayude a ir al baile y realiza las mismas advertencias sobre el vestido y la carroza que en la película.

En la cinta animada de Disney, Cenicienta termina sus tareas y sus amiguitos, los ratoncitos y los pájaros, le confeccionan un hermoso vestido rosa. Las malvadas hermanastras, carcomidas por los celos y la envidia, le rompen el vestido a la pobre Cenicienta. Esta, llora y llora hasta que aparece el Hada Madrina con su varita mágica y su Bibidi Babidi Bu. El hada le otorga un magnífico vestido plateado, unos zapatitos de cristal y una carroza con blancos corceles y un cochero. Pero, le advierte de que ese sueño culminará al llegar la medianoche y de que deberá regresar a casa antes.

El Hada Madrina convierte los harapos de Cenicienta en un vestido.
El Hada Madrina toma medidas a Cenicienta para crear el vestido perfecto para ella.

Mi parte favorita de la versión de Perrault es que se explica el origen del apodo de Cenicienta. Se dice que, como la bondadosa joven de cabellos rubios como el sol, siempre estaba manchada de hollín y ceniza por limpiar la chimenea, la llamaban la Cenicienta. La protagonista es tan humilde, desafortunada y buena en ambas versiones. Además, tienen en común el hecho de que sus únicos amigos sean animales, concretamente ratones y pájaros.

Los Hermanos Grimm y La Cenicienta de 1812

Voy a dedicar un breve espacio a la versión de los Grimm, porque me gusta lo macabro, oscuro y retorcido. Los Hermanos Grimm son conocidos por su crudeza, crueldad y ambicioso sentido de la justicia. Ya lo hicieron con Blancanieves y los siete enanitos, cuento en el que se inspiró Walt Disney para adaptar la película de 1937. En el caso de Cenicienta (podéis leer su versión del cuento accediendo a este enlace), la historia y el final varían muchísimo. No nos meteremos a analizar el cuento en detalle, pero señalaremos las diferencias más claras y evidentes.

Según la versión de los Grimm, las hermanastras no eran tan horrendas como en la de Perrault. Aunque, se hace referencia a que tenían un corazón malvado y oscuro. A mi modo de ver, esto le aporta más realismo y congruencia a la obra, ya que el recurso de que todos los villanos sean feos para que la gente los odie con mayor facilidad está muy desgastado. Si queréis presenciar un uso y abuso de este método, solo tenéis que adentraros en el universo de Harry Potter de J.K. Rowling.

Otra diferencia curiosa es el origen del sobrenombre de Cenicienta. Perrault se lo atribuye a que limpiaba la chimenea con frecuencia y se manchaba de ceniza. Mientras que, Los Grimm, lo achacan a que las hermanastras se entretenían arrojando cenizas a la pobre Cenicienta y, de noche, la obligaban a dormir sobre el polvo, la ceniza y la suciedad en vez de proporcionarle una cama. En este caso, me gusta más la idea de Perrault, porque la de los Grimm me parece demasiado retorcida.

Los Grimm le hacen algo al padre de Cenicienta, mucho peor que matarle. Le convierten en cómplice de la madrastra. El señor no se inmiscuye y no ataca ni maltrata activamente a su hija. Pero, tampoco la defiende, ni le canta las cuarenta a su esposa y le da a Cenicienta el lugar que le corresponde por derecho. El hombre es testigo y responsable de los desplantes de la madrastra y no hace nada por evitar que se ensañe con su hija. Ambos cuentos tienen en común el fallecimiento de la madre de Cenicienta. Sin embargo, este acontecimiento tiene mucha más relevancia en la versión de los Hermanos Grimm.

La parte que me resulta más extraña es que la versión de 1812 reemplaza a la figura del Hada Madrina del relato de 1697 por un pájaro blanco. Cenicienta acostumbra a visitar el sepulcro de su madre tres veces al día para rezar y llorar. Sobre la tumba se extienden las ramas de un avellano. Este mismo pájaro es el que le concede el deseo de un fabuloso vestido y un par de zapatos bordados en oro y plata, ya que Cenicienta quiere ir al baile real y la madrastra se lo ha impedido por estar sucia, por no tener vestidos elegantes y por temor a que las avergüence en sociedad.

La ceremonia del baile no dura un día, sino tres. Cenicienta logra escapar airosa en las tres ocasiones, pues no quiere que la descubran. El príncipe queda maravillado por su belleza. Cuando Cenicienta extravía su zapatito izquierdo en la tercera noche, el heredero al trono manda que la busquen por todo el reino. Aquí, empieza lo grotesco y espeluznante. El príncipe en persona va casa por casa buscando a la dueña del zapato, que debe poseer un pie muy menudo y estilizado.

Cenicienta pierde el zapato de cristal en las escaleras.
Cenicienta huye a medianoche y pierde un zapato por el camino.

En casa de Cenicienta, ambas hermanastras se prueban el zapato, pero no les vale. Una de ellas se corta el dedo gordo a petición de su madre para que le entre el zapato. La otra se secciona un pedazo de talón para lograr introducir el pie en el calzado. Todo es en vano, porque son delatadas por unos pajaritos, que advierten al príncipe de que ninguna de ellas es la indicada por estar el zapato manchado de sangre.

Lo mejor llega al final. El día de la boda del príncipe y Cenicienta, las hermanastras se engalanan con intención de presentarse en la ceremonia para aprovecharse de la posición recién adquirida por su «hermana». Sin embargo, de camino a la iglesia, un grupo de palomas les sacan los ojos de sendos picotazos. Las hermanastras quedan condenadas a una ceguera perpetua y a vivir atrapadas en la misma miseria a la que sobrevivió Cenicienta. En castigos justos y venganza de plato frío, nadie es capaz de ganar a los Hermanos Grimm. Por eso, su desenlace me gusta más que el del propio Perrault y Walt Disney.

La trama de Cenicienta

Como bien sabemos, Cenicienta no es una princesa. Es hija de un hombre adinerado y una mujer muy hermosa. Su madre fallece y su padre vuelve a contraer nupcias con otra mujer, de nombre Lady Tremaine. La madrastra venía con dos hijas, Anastasia y Drizella. Al principio, trata a su hijastra con respeto, cuidado y cariño. Lastimosamente, el padre de Cenicienta también perece y la viuda se queda con la casa y la fortuna. Cenicienta pasa a ser la sirvienta del hogar. En el cuento de Perrault y en la versión animada de Disney la realidad está muy endulzada.

Cenicienta limpia el suelo mientras canta.
La Cenicienta, con su clásica, harapienta y andrajosa ropa, limpiando la casa.

Cenicienta es muy buena, complaciente y atenta. Demasiado, diría yo. Lava, plancha, limpia, guisa, barre, friega y cubre las necesidades de sus dos hermanastras. Podemos ver que la casa tiene varios pisos y que hay unas campanas que penden desde tres habitaciones concretas. Lady Tremaine, Anastasia y Drizella las hacen sonar cuando requieren los servicios de Cenicienta. Le piden favores tan estúpidos como que les sirva el desayuno en la cama, les acerque unas pantuflas o un cepillo para el pelo. Cenicienta siempre las complace sin rechistar.

Sus únicos amigos son los pajaritos, muy similares a los de Blancanieves, los ratones, entre ellos destacan Jaq y Gus, y el viejo perro, Bruno. Cenicienta habla con ellos, les alimenta y les oculta de la férrea vigilancia de la madrastra. Otro antagonista es el gato de Lady Tremaine, Lucifer. La presencia del gato le da un toque muy cómico y entretenido a la película. Sus escenas recuerdan a las míticas y tronchantes persecuciones de Tom y Jerry o de Piolín y Silvestre. Lucifer tiene dos cometidos; fastidiar a Cenicienta y pegarse un festín con los ratones. Como es de esperar, no lo consigue.

Los ratones Gus y Jaq ayudan a Cenicienta.
Los mejores amigos de Cenicienta son dos ratoncitos, llamados Gus y Jaq. En esta imagen podemos ver como hurtan la tela para confeccionar y reparar el vestido de su amiga.

El tan sonado Príncipe Azul o Príncipe Encantador (en inglés, Prince Charming) de Disney, es el príncipe de Cenicienta. Cuenta con más protagonismo del que yo recordaba. La historia gira en torno a que el príncipe es un mujeriego y está más interesado por sus viajes y sus caballos que por formalizar una relación. El rey quiere que siente cabeza y, para ello, organiza un baile al que deberán acudir todas las jovencitas solteras del reino en edad de casarse. El anuncio oficial revoluciona a todas las damas y doncellas de la corte. Anastasia, Drizella y Lady Tremaine ven su oportunidad de mezclarse con la realeza y parecen tres urracas deslumbradas por un diamante.

Cenicienta también desea ir al baile, pero no tiene nada que ponerse. La madrastra le da permiso para asistir, siempre y cuando acabe sus tareas domésticas antes. Para dificultárselo, le ordena que limpie las alfombras, las ventanas, las cortinas y las tapicerías, que lave la ropa, que deje impoluto el jardín y las chimeneas. La joven se pone manos a la obra y Lady Tremaine se queda tranquila, porque piensa que es imposible que termine aquello a tiempo. Los ratoncitos y los pájaros también comienzan a trabajar. Le arreglan un vestido rosa, que solía ser de su madre, y ayudan a su amiga con sus quehaceres para que pueda ir al baile.

Ella se prepara y se viste, emocionada. Pero, se olvida de considerar la maldad y la ponzoñosa endivia de sus hermanastras. En un gesto de puro despecho, rabia y resentimiento, Anastasia y Drizella le destrozan el vestido. Las tres brujas se marchan al festejo en palacio y la pobre y desdichada Cenicienta se rompe en un mar de lágrimas. Se refugia en el jardín, mientras sus amigos la contemplan tristes y alicaídos. Entonces, una poderosa y cegadora luz inunda el lugar. El Hada Madrina aparece con su cabello blanco, su manto púrpura y su varita mágica.

Consuela con cariño y tacto a Cenicienta y se dispone a hacer realidad sus deseos. Al ritmo de Bibidi Babidi Bu, transforma una calabaza en carroza, a los ratones en corceles, al caballo en cochero y al perro en el lacayo del coche. Por último, le proporciona un fabuloso vestido de tono plateado y brillante, que con los años se convertirá en el clásico vestido azul, y unos zapatitos de cristal. Antes de despedirse, le lanza la advertencia de que la magia se esfumará a medianoche y todo volverá a su estado natural.

El vals del príncipe y Cenicienta.
El primer baile de Cenicienta y el príncipe. Están tan ensimismados el uno en el otro, que la sala parece vacía.

Cenicienta es la indiscutible reina de la noche. Su llegada no deja indiferente a nadie. El propio rey se encarama en el trono junto al Gran Duque, que es también su mano derecha, y decide retirarse a descansar convencido de que su plan ha surtido efecto y de que su legado está asegurado. El príncipe no tiene ojos para otra mujer que no sea la bella, grácil y menuda joven a la que nadie conoce.

Bailan el vals en el salón y en los jardines con la armónica melodía de So This Is Love de fondo. Cuando se encuentran a punto de intercambiar un beso, suenan las campanadas que indican que ya son las doce y Cenicienta se marcha corriendo. En su precipitada huida pierde uno de sus zapatos de cristal, que son el único objeto que no desaparece.

Al día siguiente, proclaman un decreto real por el que todas las jovenes de la corte deberán probarse el zapato. La afortunada que consiga encajar su pie en el zapato de cristal, se casará con el príncipe. El Gran Duque les facilita el zapato a Anastasia y Drizella, que intentan por todos los medios físicos, posibles y tangibles que no les sobre medio pie cuando se lo calcen. Pero, es en vano, ya que las hermanastras tienen unos pies enormes en comparación con los pequeños, estilizados y delicados de Cenicienta. Lady Tremaine encierra a su hijastra bajo llave para evitar que se pruebe el zapato. Los ratones se anticipan y roban la llave para liberar a Cenicienta.

Cuando Cenicienta, por fin, va a colocarse el zapato, la madrastra le pone la zancadilla al lacayo y el zapatito de cristal se hace añicos. Sin embargo, el triunfo y las mieles de la victoria duran poco en el rostro de Lady Tremaine, porque Cenicienta se saca del bolsillo la pareja del zapato. Eso demuestra que ella fue la joven que bailó con el príncipe y para el Gran Duque es más que suficiente. Los animalitos ríen y lo celebran. La expresión de horror de la madrastra es una de mis partes favoritas de la película. La historia concluye con la boda del príncipe y Cenicienta.

Lady Tremaine gritando.
Esta es la cara que alguien pondría al presenciar como su vida y sus esfuerzos se van por el retrete y también es la expresión de Lady Tremaine al darse cuenta de que se va a quedar sin criada.

Lo mejor de La Cenicienta

Lo que más me gusta de la película es que los personajes se sienten mucho más reales y cercanos que en Blancanieves y los siete enanitos. Aunque la Reina Malvada como villana es más terrorífica que la madrastra, Lady Tremaine tiene más protagonismo y contexto que Grimhilde. Por lo menos, el príncipe encantador cuenta con más de una escena y con varias frases y no es solo una figura que se menciona de pasada. El romance entre Cenicienta y el príncipe sigue siendo apresurado e irreal, pero es coherente si crees en el amor a primera vista.

El rey es, de lejos, el mejor personaje de toda la cinta. Representa el alivio cómico y le da sentido a la trama. Es él quien organiza el baile para que su hijo conozca a la doncella idónea. Tiene un aspecto y unos ademanes muy graciosos. Es bajo, rechoncho, con un poblado bigote y calvo por la coronilla. Me recuerda a los ratones, que son amigos de Cenicienta, porque corretea de un lado para el otro y es incapaz de estarse quieto. Además, realiza unos aspavientos y gestos muy característicos de su personaje. Algunas de sus escenas son auténticas perlas, como; cuando sueña con que lleva a caballito a sus nietos o cuando regaña al Gran Duque.

El rey y el Gran Duque con el zapato de Cenicienta.
El rey y el Gran Duque colgados de la lámpara de la alcoba real.

El príncipe azul me es bastante indiferente, ya que es muy similar al resto de herederos al trono de las películas de Disney. Por el contrario, Cenicienta es humilde, bondadosa y amable. Su personaje es demasiado blanco, puro y dulcificado. Es el reflejo de la época de la mujer perfecta y no le vendrían mal un par de defectos.

A pesar de ser muy desdichada, infeliz y maltratada, Cenicienta está en un pedestal. Mantiene la compostura y la sonrisa en el rostro por más reveses y golpes que le dé la vida. No puedo evitar sentir una empatía y un cariño muy grande por Cenicienta. Al ser testigos de su escasa fortuna y de las injusticias que sufre constantemente, tendríamos que estar ciegos para no ver que se merece algo mejor.

Es una película emotiva, divertida, familiar e icónica. La pueden disfrutar los más pequeños y los más mayores. Toca varios géneros y lo hace muy bien. Para mí, ha envecejido mucho mejor que sus antecesoras y es un recuerdo especial, tanto de mi infancia como de los clásicos de Disney.

Los problemas de La Cenicienta

El problema más evidente lo he mencionado en el apartado anterior; Cenicienta es el reflejo de la mujer perfecta. Es suave, delicada y hermosa, aunque se vista con harapos y esté manchada de ceniza hasta las cejas. Lo de la ceniza es más un tópico del cuento original. En la película de Walt Disney no se hace referencia al origen del apodo de Cenicienta. Este hecho se refleja en la elegancia, la maña para las labores del hogar, la menudez y la educación de la protagonista. Principalmente, en que el zapatito de cristal solo le valga a ella por tener el pie tan pequeño. De manera subliminal, esto nos anuncia que Cenicienta es la indicada.

Anastasia, Drizella y Lady Tremaine se van al baile.
Lady Tremaine con sus dos insoportables hijas, Anastasia y Drizella. Tres brujas sin escoba.

En el polo opuesto están las hermanastras. Anastasia y Drizella no son horrendas per se, pero distan mucho de la belleza natural y refinada de Cenicienta. Ambas son escandalosas, estruendosas, desastrosas e impertinentes. Acabamos antes si las definimos como unas malcriadas de manual. Las dos piensan que Cenicienta es una sirvienta y que pueden hacer con ella lo que quieran, instigadas por Lady Tremaine. Sus rasgos, sus características y cualidades como personas y su manera de hablar o expresarse, apestan a villano.

El indicio más claro de que las hermanastras son las antagonistas y no las mujeres ideales como Cenicienta, está en sus facciones toscas, exageradas y desagradables y en el enorme par de pies que presentan. Es evidente que el zapatito de cristal no les cabría a menos que el Hada Madrina lanzase un encantamiento reductor contra sus pies. Las hermanastras no son seres de luz y, mucho menos, santos de mi devoción, pero me inspiran cierta lástima.

Disney incurre en ese recurso del que hablábamos antes de hacer a los villanos irritantes, chillones y desagradables a la vista para evitar que el público sienta simpatía por ellos. Por eso Cenicienta es tan perfecta y las hermanastras están plagadas de defectos en comparación.

A Cenicienta le vale el zapato de cristal.
Cenicienta se calza de nuevo su zapatito y demuestra ser el amor verdadero del príncipe.

Otro inconveniente es que ni Lady Tremaine ni sus hijas experimentan consecuencias por sus actos. Lógicamente, cualquiera que haya crecido con la película y el cuento sabe que Cenicienta se muda a palacio con el príncipe y deja su antigua vida atrás. En la versión que me contaban a mí, Cenicienta era tan piadosa que perdonaba a su madrastra y hermanastras y permitía que la visitasen en su nuevo hogar.

Sin embargo, prefiero quedarme con el final de los Hermanos Grimm. No siempre está bien lo que bien acaba y los finales felices para todos los personajes a veces son tan innecesarios como malos. Lady Tremaine, Anastasia y Drizella se merecen pagar una penitencia por los años de maltrato y abuso hacia Cenicienta.

Conclusión

La Cenicienta es uno de los mayores clásicos que te puedas encontrar. Uno que, arriesgándome a realizar afirmaciones generalizadas, nunca pasa de moda. Para todos los que pertenecen a mi generación, aquella que puede presumir de haber vivido en otro siglo y en otro milenio, supone un recuerdo de la infancia.

¿Quién no ha escuchado el cuento de boca de un familiar antes de irse a dormir, devorado el libro con dibujos de la biblioteca o reproducido el DVD o el VHS en bucle? Los personajes, las canciones y la historia en sí me acompañan hasta el día de hoy. A diferencia de otras películas que he visto en el cine y que me han gustado, pero que he olvidado con el tiempo.

Ignorando la sobreexplotación y la cantidad de ersiones modernas del cuento que existen, la original resalta y prevalece por encima de todas. Este es un problema recurrente con Disney y con los grandes gigantes mediáticos, que son incapaces de dejar morir las historias y ven la necesidad de resucitarlas para ganar relevancia y reproducciones. Odio que toquen productos o franquicias que estaban bien sin segundas partes y secuelas, inmortalizadas en el tiempo, solo porque se han quedado sin ideas. El ejemplo más claro y vivaz que se me viene a la mente es Star Wars.

Cenicienta cuenta con tres películas de animación y pienso que es más que suficiente. Todas las versiones de acción real que se hicieron después merecen ser mencionadas porque se inspiran en el cuento, pero no creo que deban ser consideradas. Básicamente, son películas de relleno. De esta manera, Cenicienta siempre está petrificada, congelada en el tiempo, ya sea con la peli de 1950, 2002 o 2007, esperando a que nostálgicos como yo o nuevas generaciones le hagan una visita en el catálogo de Disney+.

Lo Mejor:

  • ✅ El toque de comedia resulta muy enriquecedor y refrescante.
  • ✅ El protagonismo y las escenas de los animalitos, en especial las de Jaq, Gus y Lucifer.
  • ✅ El romance entre Cenicienta y el príncipe tiene algo de contexto.

Lo Peor:

  • ❌ La ausencia de castigo para las hermanastras y la madrastra.
  • ❌ El personaje de Cenicienta padece de una bondad que roza la irrealidad.

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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