Una gran trayectoria en el género
Good-Feel se ha consagrado, durante los últimos 16 años, como una gran desarrolladora de videojuegos de plataformas. Bajo el paraguas de Nintendo, ha creado varias de las joyas de su catálogo en los últimos años. A destacar Wario Land: Shake It!, una gran aventura del alter ego de Mario en 2 Dimensiones que guarda mucho cariño entre la gente, deseosa de que regrese algún día con una nueva entrega. También crearon los maravillosos Yoshi’s Woolly World para Wii U y Yoshi’s Crafted World para Nintendo Switch. Ambos cuentan con un precioso apartado visual hecho con materiales de estar por casa y un diseño de niveles fantástico.
Todos los juegos antes mencionados pertenecen al género de plataformas en 2D; sin embargo, hace unos meses llegó Princess Peach: Showtime! Una sencilla aventura protagonizada por Peach, donde a través de disfraces que otorgan distintos poderes, recorrerá pequeños niveles en 3 dimensiones. Fue un juego que, estando bien, no llegó a entrar en uno de los mejores juegos del catálogo de Switch por falta de ambición, resultando en una agradable aventura pero excesivamente sencilla.
Es por eso, que había cierta curiosidad en su próximo título, uno que sería lanzado fuera del sello de la gran N y publicado en Steam aparte de en Switch. El mismo salió hace más de 9 meses en Japón, apareciendo por fin este septiembre por occidente. El resultado puedo adelantar que es bastante bueno, mejorando su último trabajo y ofreciendo una aventura a la altura del nombre que se han ganado.
Un malévolo festival asola Japón
La premisa y la historia en sí son bastante simples. El oráculo Saitaro pretende invadir Japón a través de un festival que inunda todo el país. Utilizando sus tropas de festival, abducirá a la gente a través de un marchoso ritmo. Nosotros controlamos a Bakeru, un Tanuki que reposa tranquilo en el bosque hasta que un tormentoso día se encuentra con Sun, del clan Issun. Esta le avisa del peligro que se avecina, por lo que Bakeru tendrá que ponerse manos a la obra para hacerse más fuerte y poder derrotar a Saitaro.

Los diálogos son escasos, y más a medida que avanza la aventura y te dejan algo más de libertad. Esto, sumado al hecho de que esté solo en inglés, japonés y chino, hace que el eslabón más débil sea una historia que no necesita más de lo que da. Al final en este género lo que importa es la sensación a los mandos y la variedad jugable, el resto queda en un segundo o tercer plano. Aun así, los personajes que aparecen tienen cierto carisma y alguna conversación tiene bastante gracia. Bakeru es el típico protagonista de shonen, tontorrón, pero valiente y con más fuerza a medida que avanza en su misión.
Jugabilidad de la vieja escuela
El control de Bakeru se me ha hecho como los típicos plataformas 3D de la época de PS2. En este caso, el arma que utilizaremos es un tambor y sus dos baquetas. Con R1 atacamos con la de la derecha y con L1 la izquierda, al mismo tiempo que si las pulsamos a la vez el golpe será con las 2. Eso son los movimientos básicos, luego puedes mantener una u otra para hacer diferentes movimientos o mantener ambas y crear un ataque en área que destruya todo alrededor tuya. También hay parrys, bloqueos y esquivas, haciendo que el combate tenga bastante más profundidad que la media en el género.

Bakeru, al ser un Tanuki, es capaz de aprender una serie de transformaciones que le ayudarán en combate y plataformeo. Algún ejemplo es la capacidad de usar un Yo-yo como arma para atacar a distancia o unos guantes metálicos para golpear en área e infligir grandes cantidades de daño. Me han parecido demasiado escasas y que te acaban sirviendo un poco todas para lo mismo, excepto una centrada en la exploración. Para usarlas es necesario rellenar un medidor de magia destruyendo objetos y acabando con enemigos. Donde más se aprovecha el sistema de combate es en la gran cantidad de jefes finales, aunque sin gran dificultad, sí que son bastante divertidos y variados.
El plataformeo no es lo más ágil que puedes encontrar. De hecho no hay ni doble salto ni dash, simplemente salto normal y la capacidad de hacerte enano con una transformación para dar pequeños saltitos en el aire y llegar más lejos. Todo el conjunto crea una sensación de juego de antaño, que sin ser la más vertiginosa y compleja, hace que el todo sea más que la suma de sus partes.
Un variado y colorido viaje
El punto fuerte de Bakeru es, sin duda, la variedad de niveles y su apartado visual. Al principio parecía que iban a haber bastantes menos pantallas de las que acaba habiendo. Irás por bosques, parques acuáticos, edificios en obras, pueblos nevados o hasta por baños termales. Gráficamente, no es nada puntero, de hecho podría colar como un remaster de PS2. Sin embargo, artísticamente sí que destaca, con una representación de la cultura japonesa muy alocada, enemigos muy originales y una sensación de que todos niveles tienen vida propia. Todo aderezado de una genial banda sonora totalmente alegre durante cada uno de los niveles.

Los niveles por lo general son cortos, aunque hay algunos bastante abiertos que dan para un buen rato explorando en busca de unos curiosos coleccionables. Hay 3 tipos: unas cápsulas típicas de los gacha que te dan objetos clásicos de la cultura japonesa, una pequeña criatura vestida en forma de caca amarilla que te ofrece curiosidades del país y otras de la vida en géneral, y por último los tanuki, los cuales están transformados en objetos aleatorios por el escenario y sirven para desbloquear algunas mejoras pasivas. Pasarse cada nivel es muy sencillo, la verdadera miga está en buscar y encontrar todos los coleccionables, aparte así aprendes un poquito de la vida, que falta te hace.
Aparte de los niveles clásicos de avanzar por un recorrido lleno de enemigos, plataformas y coleccionables, hay otros que dan variedad al gameplay. Siempre me ha parecido que un buen juego de este género tiene que tener este tipo de fases que dan variedad y enriquecen la experiencia, sobre todo cuando están decentemente hechas. Es el caso de Bakeru. Aquí existen carreras de coches, combates de naves o enfrentamientos subidos a una tetera robot gigante. Sí, has leído bien. En la variedad está el gusto, y eso Bakeru lo lleva alocadamente bien.
¡Por más plataformas 3D!
En una industria cada vez más centrada en experiencias online, mundos abiertos o experiencias narrativas intensas, la magia de este tipo de juegos que antes abundaban no se puede perder. Con el reciente éxito de juegos como Astro Bot, espero que la tendencia cambie un poco, aunque sea y se hagan más producciones de este tipo. Juegos que busquen la diversión simple y directa, que hagan que pases un buen rato dando brincos en coloridos mundos, sin más pretensión que eso.
Bakeru cumple con todo aquello durante las 10-14 horas que dura, dependiendo de lo completista que seas. Te promete y te ofrece, que las horas que estés a los mandos sean divertidas. Al final, ¿qué más le tenemos que pedir a un videojuego? Tiremos un brindis al aire ¡Por más juegos de plataformas!