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Dibujo de Bill Denbrough

Bill Denbrough: el análisis

Bill Denbrough es el protagonista indiscutible de la historia. A pesar de que la trama se divide en partes equitativas entre los siete personajes principales, él recibe la luz del foco más grande. Esto se puede deducir fácilmente; primero, porque el propio contenido del libro te lo dice, y, segundo, porque la historia empieza con Bill y termina con Bill. El asesinato de su hermanito, Georgie, será lo que nos conduzca a los eventos que ocurrirán después.

El Bill niño

La primera imagen que tenemos de Bill es postrado en una cama con gripe. Está construyendo un barquito de papel para que su hermano pueda salir a jugar. Juntos se dan a la tarea de impermeabilizar el barco para evitar que se hunda. George nos cuenta que a Bill se la dan bien ese tipo de cosas. Y, es cierto. Más adelante, veremos como sus amigos giran la cabeza, expectantes, cuando hay que tomar una decisión importante para que Bill les indique el camino. En alguna parte del libro se nos dice que Bill tiene un don especial para las historias, porque Bill sabía ver. La verdad es que Bill aprendió a ver cuando tuvo que asistir al funeral de su hermano de seis años y descubrió que una entidad maligna, que habitaba en las entrañas de Derry, había sido la causante de su muerte.

Bill es un niño de once años, lánguido, pelirrojo y tartamudo. En su mente ve las palabras con tanta claridad, que, casi, puede sentir como se desbordan de su boca. Cuando intenta hablar con su voz normal, tartamudea siempre. Pero, cuando imita la voz de otra persona, habitualmente una más grave, no se le traba la lengua ni una sola vez. Por ende, su mote es Bill el Tartaja.

Bill Denbrough, con once años, tal y como es mostrado en la película.
Imagen extraída de aquí.

Desde el asesinato de su hermano, le persiguen dos temores. El primero es que se siente culpable por la muerte de Georgie y, a menudo, piensa; «si no le hubiera fabricado ese estúpido barco, si no hubiera tenido gripe, si no le hubiera dejado salir solo aquel día». Esa culpa le acompañará durante los próximos treinta años. El segundo temor es que sus padres se olviden de él. Desde lo de George, su madre ha estado catatónica y su padre ha entrado en un trance similar. No se hablan, no se miran y no se ríen. En la casa se siente un frío sobrenatural, como si la presencia de George no hubiera abandonado del todo el lugar. Bill teme que la única razón por la que sus padres le querían fuera por la existencia de George.

El Bill niño tenía dos pasatiempos en Derry; ir a jugar a Los Barrens y montar en Silver. Silver era una bicicleta demasiado grande para un chiquillo tan pequeño, pero Bill la manejaba como si el trasto fuera un caballo y, él, el más hábil de los jietes. A Bill le gusta la velocidad. Como niño que es, no tiene el sentido del temor a la muerte detrás de las orejas, ni esa baraja de posibilidades desagradables y paupérrimas entre las manos. A lomos de Silver, se desliza por las intersecciones y esquiva el tráfico. Silver es, sencillamente, hermosa. Tiene naipes en las ruedas, una bocina de bulbo y un cestillo, en el que Bill a veces lleva pasajeros.

Bill Denbrough es un buen amigo, leal, generoso y siempre dispuesto a ayudar. Es el líder del club de Los Perdedores. Si lo piensas, es irónico. De Bill, que es tartamudo, es de quien se espera que señale con mano diestra y exclame con voz firme; «¡A la carga!». Y, aunque le cueste soltar las palabras, sus amigos esperan a escuchar lo que ha decidido. Tiene sentido, porque, como he mencionado, todo empezó con Bill.

Las cosas habrían sido diferentes si Bill no hubiera sido Bill o si Georgie hubiese sido el hermano pequeño de otro chico. La determinación de Bill por vengar la muerte de su hermano y por hacer justicia con todos esos asesinatos no resueltos (Cheryl Lamonica, Eddie Corcoran, Matthew Clemens…) es lo que cimienta las bases de su amistad con los perdedores. Los seis se comprometen a ayudarle y, juntos, forman una unión de siete, que es un número mágico. La finalidad de los perdedores es matar a Eso.

Ya sabemos que Bill es un Llanero Solitario en miniatura. Pero, a lo largo de la novela, demostrará ser mucho más. De niño, posee la valentía de enfrentarse a Henry Bowers y su pandilla en varias ocasiones, de escapar del payaso Pennywise y hacer que retroceda de vuelta a su madriguera y de proteger a sus amigos de cualquier peligro. Aun así, tiene algo más valioso que la fe ciega en sus amigos; la intuición.

Todos los niños cuentan con un sexto sentido para entender o intuir determinados aspectos de la vida. En el caso de Bill y los perdedores, esa intuición se acentúa. En varias ocasiones, parece escapárseles la idea de que son niños y actúan como adultos. Es como si los dos planos, el del pasado cuando eran niños y el del presente de adultos, ocurriesen de forma paralela. No es una majadería considerarlo, porque, teniendo en cuenta las locuras que han salido de la mente de Stephen King, esta es comedida.

Además de que encaja con la descripción de las reacciones y actitudes de los personajes. En 1985, se expresa que parece que vuelven a ser niños, tanto por la manera de comportarse y relacionarse, como físicamente. En 1958, los perdedores no siempre interactúan con el entorno como niños de once años. Tras el cara a cara con Eso, vuelven a ser los niños que eran antes de conocerse.

El Bill adulto

El Bill adulto es similar al Bill niño en muchos factores. Las principales diferencias con su versión de la infancia son la calvicie que carcome su cuero cabelludo y la leve tripa cervecera. Además del nimio detalle de que ha perdido la memoria de la etapa de su vida que abarcó la consolidación de la amistad de los perdedores y el enfrentamiento con Eso.

James Mcavoy como William Denbrough de adulto. Así nos lo muestran en la película.
No se corresponde mucho con la imagen que yo tenía del Bill de 38 años.
Ojalá pudiésemos imprimir las fotografías mentales que nos
hacemos de los personajes de los libros.
Imagen extraída de aquí.

Bill abandonó Derry y perdió el contacto con sus amigos. En su adultez temprana asistió a un seminario de escritura, con la intención de formarse para ser un escritor de éxito, y acabó marchándose entre palabras malsonantes y una cólera hirviente. Me parece que Stephen King no es muy fan de los seminarios de escritura o los cursos de; “aprende a ser un bestseller en tres sencillos pasos”. Yo tampoco. Y, aparentemente, Bill Denbrough estaba de acuerdo con su creador, porque recogió sus bártulos, mandó al cuerno al profesor y se fue. Le dijeron que no llegaría a ningún lado y, en su primer intento de publicación, se convirtió en uno de los autores más reconocidos del género de terror.

Creo que con este personaje se cumple el principio de que el autor vuelca un poco de sí mismo en su obra. Bill tiene bastantes cosas en común con Stephen King. Empezando porque ambos son escritores de novelas de terror mezcladas con ciencia ficción. Tras haber leído Mientras Escribo, lo que considero una mini-biografía de King y un manual de autoayuda para escritores noveles como yo, creo reconocer bastantes aspectos de Stephen King en Bill Denbrough.

Bill se casó con Audra Philips. Audra es modelo y actriz y tiene una larga y sedosa cabellera color fuego. Guarda un alarmante parecido con Beverly Marsh, el primer amor de Bill. Para 1985, que es cuando se acerca la llamada de Mike y el comienzo de otro ciclo de matanzas en Derry, no tienen hijos. Trabajan juntos en la adaptación de una novela de William Denbrough para la gran pantalla, con Audra como protagonista. La novela en cuestión se llama El Desván.

Cuando Mike Hanlon telefonea a Bill, se encuentran en pleno rodaje de la película. Bill no recuerda ni quién es Mike, ni qué le prometió hace veintisiete años. Solo sabe que prometieron volver si algo volvía a empezar. Decide retornar a Derry, a pesar de que eso implique abandonar la producción de su película y dejar a su esposa tirada. Le pide a Audra que le espere, que se quede donde está y que cubra su ausencia mientras pueda. En las manos de Bill están volviendo a aparecer las cicatrices de los cortes que Stan Uris les hizo con un trozo de una botella de Coca-Cola para prometer que regresarían si Eso volvía.

Bill sabe que algo va muy mal, más que mal. Al llegar a Derry y ponerse en marcha hacia el restaurante chino, donde ha quedado con los otros, empieza a recuperar algunos recuerdos. Posteriormente, al sentarse a la mesa con sus antiguos amigos y recibir la noticia de que Stan se ha suicidado, empiezan a hablar sobre sus vidas, sobre lo que ha cambiado y por qué. Algunas imágenes vuelven y parecen ser el sueño de un extraño.

Con horror, Bill se da cuenta de que se ha olvidado de George, de sus ex-amigos y de la mayor parte del verano de 1958. Durante todos esos años, sabía que había tenido un hermanito que murió, pero no llegó a sentir realmente el dolor, vivo y latente, por su muerte. Su memoria se borró inexlicablemente después de que Eso, asustada y herida, se retirase a dormitar.

De algún modo, Eso y sus recuerdos perdidos han continuado con él. Bill posee un manantial inagotable de ideas terroríficas y se ha ganado la vida que siempre ha querido. Ha amasado una pequeña fortuna y se ha casado con una mujer que para él es el epítome de la belleza. Se está quedando calvo, sí. Pero, no todo puede ser perfecto.

Los seis se reúnen nuevamente por la noche en la biblioteca de Mike. Entre alcohol y risas, la memoria sigue retornando. Recuerdan gran parte de lo que pasó y lo que hicieron, sin embargo les falta la pieza clave. No saben si volverán a ser capaces de hacer lo mismo que cuando tenían once años y eran siete integrantes. Esto se explica mediante el hecho de que los niños pueden creer en la magia y confiar con más facilidad. Por ejemplo, cuando Eddie imaginó que su inhalador podía arrojar ácido y lo usó para atacar a Eso. Sin embargo, los adultos son desconfiados y recelosos por naturaleza y sus miedos son más complejos. Esa razón es la misma por la que Eso escoge ocultarse tras un disfraz de payaso y a los niños como sus víctimas predilectas.

Cuando se van de la biblioteca, cada uno por su lado, Beverly y Bill comparten taxi. Entonces, ocurre algo que considero innecesario y coherente al mismo tiempo. Ambos suben a la habitación de Bill y se acuestan. Lo veo innecesario, porque Bill está casado y enamorado de su esposa, mientras que Beverly es una mujer maltratada y acaba de plantarle cara a Tom Rogan. Es un modo de complicar las cosas o de introducir un problema que no va a tener posterior relevancia, porque lo van a olvidar. Creo que es coherente, porque fueron el primer amor el uno del otro y, como están experimentando una especie de regresión a la infancia, esos sentimientos están volviendo.

Al final, podemos ver que Bill está muy enamorado de Audra. La razón por la que su yo joven la escogiese, ya fuera porque se parecía a Beverly o porque era muy simpática, no es importante. Lo que nos concierne es que Audra, después de haber visto los fuegos fatuos y la verdadera apariencia de Eso, queda en estado catatónico. Bill no quiere abandonarla en la guarida de Eso para dirigirse al enfrentamiento final, pero Richie le hace entrar en razón. Ben y Bill se turnan para cargar con el cuerpo inconsciente de Audra, aunque se ven obligados a dejar a Eddie atrás. Cuando salen de allí, Bill Denbrough no se separa ni un solo instante de su mujer. Experimenta una culpa similar a la que sintió al morir George, pero no desiste en sus intentos porque Audra recobre la cordura.

Los miedos de Bill

Los perdedores tienen temores muy variados, de los que Eso se sirve para cambiar su apariencia y asustarlos. A Bill Denbrough no le dan miedo las arañas, las momias o las estatuas gigantes de Paul Bunyan. Tal vez, antes de perder a su hermano, le atemorizasen la oscuridad y los murciélagos. Sin embargo, después de la muerte de George, su mayor miedo era la ausencia y la presencia de Georgie.

En varias ocasiones, hace alusión a que parece que el fantasma de George sigue presente. Bill siente que su hermano no se ha ido del todo, que sigue sentado en el sofá, entre él y sus padres, y que el hueco vacío se ha reemplazado por un frío polar. Teme que Georgie le culpe de su muerte, que le odie a él y a ese estúpido barco de papel.

Piensa que, al desaparecer George, sus padres han dejado de quererle. Como si todo el amor paternal y maternal se hubiese reservado para el pequeño de los Denbrough y después solo restase indiferencia. Le duele que sus padres no le vean, no le presten atención y no cooperen en sus intentos por hacerles reír. Siente que George se ha borrado de la vida, pero él ha sido erradicado de los momentos y las fotografías familiares. Sus padres se han convertido en dos espectros, en dos autómatas hipnotizados, que se han olvidado de que tienen otro hijo.

Para Eso, descubrir ese miedo es como ganar un jackpot. Tiene una mina de oro en el asesinato de George, el que fuera el hermano pequeño y único de Bill, y en que Bill le quisiera como si le fuera la vida en ello. Sin dudarlo, se aprovecha de ello en todas las ocasiones que puede.

La naturaleza del miedo más profundo de Bill se nos muestra cuando se cuela en la habitación de George. A Bill le gusta pasar tiempo allí, sin que sus padres lo sepan, y observar con nostalgia las pertenecias de Georgie. En esta ocasión, toma el álbum de fotos de George. Su hermano tiene varias fotos; una de sus compañeros de clase, otra de cuando se le cayó un diente, una de sus padres y alguna del fin de curso escolar. Bill contempla, atónito y paralizado, como el George de la foto le guiña un ojo y como de una de las imágenes empiezan a desprenderse hilos de sangre.

Bill no es tonto. Sabe que las fotografías no sangran y que los sujetos fotografiados no se mueven. Convence a Richie Tozier para que le acompañe y corrobore lo que ocurre al abrir ese álbum. La última foto ha desaparecido. Ambos presencian como dos niños, idénticos a ellos, se mueven por el blanco y negro de la fotografía. Se acercan a un puente. De detrás de la barandilla surge la silueta de un payaso horripilante con el rostro de Georgie y dos huecos negros por ojos. El payaso agarra a los niños. Bill estira la mano y toca la antigua imagen para intentar ayudarles. Su mano pierde color y consistencia y por sus dedos se abren paso cortes y rasguños. Richie le aparta rápidamente del álbum, lo cierra y examina las heridas de Bill.

El peor temor de William Denbrough no es a las imágenes que se mueven o a las instantáneas de George congelado en el tiempo, ni a la sangre, como el de Beverly Marsh. A Bill le asusta el George muerto. Si piensa en su hermano, vivo, alegre y de mejillas calientes, siente una felicidad entremezclada con la tristeza, un amor tan especial que no puede definirse. Pero, cuando en su cabeza se enciende la bombilla equivocada e imagina a George bajo la tierra húmeda, se le erizan todos los pelos.

La razón por la que Eso adopta la apariencia de George o usa su cadáver como un títere para atraer y retener a Bill (como haría con Belch Huggings), es porque sabe que, George, es su mayor debilidad y que lo que más lamenta es haber fabricado ese condenado barco de papel. A Eso le gusta alimentarse, pero de lo que más disfruta es de jugar con sus presas y de nutrirse del miedo que desprenden. Es como esos depredadores que adquieren un pelaje especial, hermoso e inimitable cuando quieren cazar y la comida va derechita hacia ellos, sin necesidad de que tengan que mover un solo dedo.

Eso se presenta como un Georgie encharcado, carcomido por las aguas negras, sin ojos y manco. A veces parece un George asustado porque se siente solo y, otras, un George furioso con Bill por haberle dejado morir. El payaso juega desde las sombras con los dos temores de Bill: que George esté muerto, solo y enterrado, pero que, de algún modo, siga aquí y que Georgie le culpase de su trágico destino.

Bill vs Eso

Eso tiene claro que Bill es el líder del grupo y su rival más fuerte. Piensa que, si acaba con él, el resto se sentirán desorientados y se desmoronarán. No se equivoca en su pesquisa. Todos veneran a Bill y sienten admiración por él, en especial Eddie. A lo largo del libro, se refieren a él en inumerables ocasiones como Gran Bill. Bill tiene ese aura particular que irradia decisión, liderazgo y seguridad. Por eso los demás confían en él. Por eso Eddie siente que «mientras esté con Bill no le pasará nada malo».

Vemos que Eso tiene razón tras los dos enfrentamientos. La primera vez que hieren y derrotan a Pennywise, deben escapar por las alcantarillas. Todos los perdedores se giran para mirar a Bill y preguntarle por dónde hay que ir, aunque el de la buena orientación sea Eddie. Bill tiene ganas de responder: «¡Y yo qué demonios sé!«. Está tan perdido como el resto y siente el reproche abriéndose paso por su lengua. Él no ha pedido la posición de líder. Es solo un niño asustado, con aguas residuales hasta la rodilla y consistencias de dudosa procedencia bajo la suela del zapato, como sus seis amigos. Pero, también se siente culpable, porque sabe que él les ha conducido hasta allí y que, de algún modo, debe sacarles.

Esto se repite después de la muerte de Eso. Tienen que salir de las alcantarillas. Se desplazan con mayor dificultad, porque han aumentado de estatura, van cargando con Audra, el lugar se está desmoronando y las cañerías se están inundando. El grupo avanza desmoralizado. No solo por estar a varios metros bajo tierra sin conocer la salida, sino por la ausencia de Mike y el fallecimiento de Eddie. Todos se vuelven hacia Bill, esperando directrices. Él hace un mejor trabajo en serenarse y ocultar su miedo. Aunque, en esta ocasión creo que es porque sabe que la vida de su esposa depende de ello. También pienso que el hecho de que los cinco consiguiesen salir con vida se debe puramente a la suerte. Si Derry no hubiese comenzado a derrumbarse y no hubieran visto luz proveniente de una grieta en el asfalto, habrían continuado dando vueltas durante días.

La primera vez que Eso y Bill entran en contacto sin intermediarios, ojo con ojo y palabra con palabra, Eso se siente intimidado. Deja que Bill entre en su espacio y se aproxime a su verdadero aspecto. Trata de amedrentarle y de conducirle hacia las luces; los fuegos fatuos. Bill, que conoce el ritual de Chüd, oye la voz de la tortuga. Eso se asusta, porque pensaba que la tortuga llevaba siglos muerta. La tortuga le dice a Bill que no puede ayudarle, que solo tiene a Chüd y a sus amigos. Le aconseja que se asegure bien de acabar con Eso para siempre, porque, lo que se hace con once años, tal vez no pueda volver a hacerse jamás. Por eso Stan, antes de suicidarse, dijo; «la tortuga no pudo ayudarnos«.

Bill se marcha de ese lugar con las palabras de la tortuga grabadas en la mente. Eso se retira, frenética y espantada, y Bill se deja convencer por sus amigos de que ha muerto. Pero, ninguno de los siete goza de una seguridad plena en que el monstruo de Derry se haya marchado para siempre. Por eso hacen el pacto de volver para destruirla si el ciclo se repite.

En el segundo asalto, Eso tiene un as oculto bajo la manga; Audra. Utiliza a Tom Rogan, que muere al instante al presenciar la apariencia real de Eso, para que secuestre a Audra y la conduzca hasta su guarida. Eso sabe que Bill enloquecerá y perderá la noción de lo que debe hacerse, en cuanto vea a su Esposa inconsciente y envuelta en una tela de araña. Y, si Bill hubiera estado solo, probablemente ese habría sido el resultado. Sin embargo, Pennywise olvidó que sus amigos jamás permitirían que el Gran Bill descendiese hasta esa locura que acabaría matándole. Son, principalmente, Richie y Eddie quienes arriesgan su propia vida y salvan a Bill.

Bill retorna a ese vacío interestelar y se topa con Eso. Eso parece más segura de sí misma que la primera vez, porque los chicos han crecido. Le dice a Bill, entre sádicas carcajadas, que la tortuga está muerta. Él la ve, escondida en su caparazón. Nosotros no sabemos si es verdad o, si como Eso, la tortuga también tiene períodos de hibernación. Bill se agarra a Eso, pero, en esta ocasión, no consigue que el alienígena le suelte primero. Richie Tozier es la caballería que acude en ayuda de su amigo. Consiguen escapar juntos.

Ya de vuelta al plano real, Bill, Richie y Ben, persiguen a Eso hasta su escondite final. Ben se queda destruyendo y prendiendo fuego a lo que parecen ser los huevos, que contienen las crías anaranjadas de Eso. Bill y Richie le asestan el golpe de gracia y Eso, que se había definido como La Eterna, muere.

Mi percepción de Bill Denbrough

Bill es el típico personaje que sabes que es el protagonista, sin necesidad de que te digan que Bill era importante. Es, quizás, un protagonista muy predecible, muy evidente. Me refiero a que, por norma general, el protagonista suele ser el líder del grupo y un líder debe ser fuerte, valiente y decidido. Todas esas cualidades existen en la personalidad de Bill. Por lo tanto, es un líder y protagonista de primera. Aunque comparta esas facetas con los protagonistas de otras novelas que he leído, destaca como un personaje único, porque Bill Denbrough no es solo fuerte, valiente y decidido. Stephen King introduce mucha descripción e invierte dedicación a sus personajes cuando quiere. Cuando no lo hace, es porque no quiere que esos personajes sean relevantes, sino un mero telón de fondo.

A pesar de que sea el escritor del grupo, tengo mis discrepancias sobre que Bill sea el narrador definitivo de la historia de Eso. Creo que quien redacta y cuenta la historia es Mike Hanlon. Me influyen dos ideas a la hora de llegar a esa conclusión; primero, que Mike es el único que habla en primera persona en algunos capítulos, y, segundo, que de los siete fue el que se quedó en Derry para vigilar a un monstruo que no recordaba y recopilar fragmentos perdidos de su historia sin saber el porqué.

William Denbrough me parece un muy buen protagonista y, al mismo tiempo, predecible. Mis argumentos son los que he ennumerado al comentar de pasada de las cualidades de Bill y al solidificar lo que convierte a un líder en líder. Bill es un líder nato, un protagonista no lo sé. Hubiera sido interesante ver a un personaje como Eddie encabezando las decisiones del grupo, pero, tal vez, no habría funcionado. Por lo tanto, se puede decir que Bill es el único líder y protagonista viable.

Hay cuestiones como que el protagonista siempre se lleva a la chica, que es el más fuerte y valiente del grupo y que la trama gira en torno a él. Podemos estar de acuerdo en que, sin Bill, la historia no existiría y los perdedores no tendrían un motivo para querer matar a Eso, en que Bill es el más echado para delante del grupo e incita a los demás a mostrar valía y en que, aunque Beverly se marche con Ben al final, Bill se lleva de calle los afectos de Bev durante las mil quinientas páginas que abarca el libro. Entonces, Bill, es como los protagonistas de otras obras y, para mí, como esos principios se cumplen, es el protagonista de esta historia.

Ahora, se me presenta también la idea de que, por más protagonista que Bill quiera o esté destinado a ser, sin sus amigos no habría podido lograr nada. Ese es otro factor de los que son protagonistas y líderes. Tienen un grupo de apoyo, un respaldo de personajes que le ayudan a cumplir su cometido. Sin Beverly, Ben, Richie, Stan, Eddie y Mike, Bill solo habría sido un chico traumatizado por la muerte de su hermano. Los siete constituyen una unión perfecta y armoniosa. Por eso me gusta pensar que esta historia tiene siete protagonistas.

La pandilla al completo, tal y como aparecen caracterizados en la película de niños.
Su descripción es bastante fiel a la del libro.
Imagen extraída de aquí.

Los siete son como engranajes de un mecanismo que, al trabajar al compás, ponen en movimiento un fin superior. Bill, como hemos hablado, es el líder, la bandera y cabeza del grupo. Ben es el constructor, el hábil con las manos y generoso con la mente. Beverly representa el amor, la compañía y el afecto, es el ojo certero y puntero que dispara la bala. Stan es el inteligente, el racional y responsable de que todos vuelvan para acabar con lo que empezaron. Richie es el gracioso, el divertido y la vertiente cómica del grupo. Mike es el narrador, el restaurador y conservador de la historia. Eddie es el delicado, el asmático e hipocondríaco, el del sentido de la orientación envidiable y el que nos demuestra lo que significa ser incondicional.

Esto queda demostrado cuando acuden a la guarida de Eso siendo cinco, en lugar de siete. Stan no va y no podrá ir a ningún otro lado jamás, porque, al descubrir que todo está volviendo a empezar, se ha abierto las venas en canal en la bañera. A Mike le habría gustado acompañar a sus amigos, pero está convaleciente en el hospital, porque Henry Bowers le ha atacado y Mike ha salvado la vida de milagro. Les cuesta mucho más derrotar a Eso en la segunda ocasión y no tiene que ver exclusivamente con que sean adultos incapaces de creer en la magia. El dichoso payaso bailarín ha logrado reducir sus filas de siete a cinco y aquello tiene sus consecuencias.

La historia que empezó con Bill jugando con Georgie en su habitación, termina con él montado sobre Silver con Audra y pedaleando como un maniático por las calles de Derry que quedan en pie. No todo lo que tiene un final cerrado y pacífico acaba bien. Bill y el resto de perdedores, salvo Stan y Eddie, seguirán sus vidas sin recordar nada de lo que vivieron o hicieron en aquellas alcantarillas con once años y después con treinta y ocho. Para Bill las tramas se zanjan y vemos que lo único que quiere es ser feliz y disfrutar de la vida el tiempo que le quede.

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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