La siguiente crítica contiene spoilers sobre la película, su desarrollo y final, además de estar fundamentada en opiniones personales. Si quieres ir directamente a la parte sin spoilers, avanza hasta la conclusión.
La cuestión de los muñecos malditos está muy trillada. Existen muchas historias y anécdotas reales de personas que han vivido experiencias extrañas con un juguete, un peluche o un muñeco de exposición. Ya lo vimos recientemente en Them The Scare con la clara referencia a Raggedy Ann y Raggedy Andy. Los amigos imaginarios también son un mito popular y el día a día de muchos padres preocupados por ver a sus hijos hablando solos o tomándose el té con una silla vacía. Se dice que los niños pueden ver cosas que para los adultos son invisibles. Esto se debe, en parte, a la inocencia y la bondad que proporciona la infancia.
Imaginary es una película para mayores de dieciséis años, que corresponde al género de terror. Pero, lejos de generar miedo en su público, produce un temor infantil y absurdo que se acerca más a la comedia. Está dirigida por Jeff Wadlow y escrita por el mismo director, Jason Oremland y Greg Erb. La producción cae sobre Blumhouse Productions y Tower of Babble, que ya nos han traído este año peliculones como; No hables con extraños. En la actualidad, Imaginary, está disponible en el catálogo de Prime Video. Es un poco difícil lograr construir una obra sólida y de calidad en un género que está tan sobreexplotado y, para mi gusto, Imaginary no lo ha conseguido.
Una familia corriente
La historia comienza con Jessica (DeWanda Wise) , que es la protagonista, su marido, Max (Tom Payne), y sus dos hijas, Taylor (Taegen Burns) y Alice (Pyper Braun), mudándose a la casa de la infancia de Jessica. Taylor y Alice son fruto de un matrimonio anterior de Max, con lo cual Jess es su madrastra. Taylor ronda los quince o dieciséis años y le tiene la guerra declarada a la nueva mujer de su padre. No quiere, bajo ningún concepto, que reemplace a su madre. Alice es diferente, ya que es más cercana con Jessica y le demuestra más cariño que su hermana. El objetivo de Jessica es ser una buena madre para ellas y su máxima prioridad es la misma que la de cualquier progenitor, que a sus hijas no les falte de nada y gocen de bienestar.

Jessica es el único personaje interesante de la película y su historia es de las pocas cosas rescatables y que merecen la pena de la trama. Ella tiene una imaginación exacerbada desde bien pequeña, lo que puede verse en la decoración de su cuarto infantil y en la profesión que escogió de adulta. Jess es escritora e ilustradora de cuentos infantiles. Su mayor éxito es “Molly milpiés y la puerta azul”. Allí, existe un personaje que asusta a Alice y que está basado en las pesadillas recurrentes que sufre Jessica; Simon, la araña. El apartado artístico de Imaginary está muy bien pensado, porque todo gira en torno a la imaginación de Jessica, a los dibujos que hacía de niña y a los que convierte en viñetas de mayor.
Cuando ya se han mudado, Max, desaparece sin pena ni gloria antes de la mitad de la película y no vuelve a salir hasta el final. Cosa que me parece demasiado conveniente, ya que Max no es un protagonista y da la sensación de que es un obstáculo para la trama. Tal vez, por ser el padre de las niñas, pensaron que su presencia podría frenar el “terror” que nos haría orinarnos encima. Sea como sea, es un personaje al que no se echa de menos y, de hecho, cuando retorna ni siquiera es él mismo.
Jessica se reencuentra con la que fue su niñera de pequeña, Gloria (Betty Buckley). Una anciana a la que apodan con el mote de “la bruja Patterson”. Gloria también es escritora, aunque no de relatos infantiles precisamente. Después de que Jessica y su padre se marchasen del barrio, dedicó su vida a investigar el fenómeno de los amigos imaginarios y a doctorarse en el tema. La mayoría la consideran una lunática o una vieja chiflada. Pero, Gloria, sabe de lo que habla, porque lo vivió de primera mano con Jessica.
El osito de peluche
Alice se encuentra un extraño peluche en el sótano detrás de una puerta diminuta y decorada con un llamativo sticker azul de una flor sonriente, mientras ella y Jessica juegan al escondite. La pequeña Alice se lleva al osito consigo y entabla una amistad con él. El oso dice llamarse Chauncey (Dane DiLiegro) y promete ser su mejor amigo para siempre. Chauncey se vuelve inseparable de Alice y empieza a hablar con ella y a través de ella.

El primer susto-jumpscare ocurre cuando Max y Jessica están en la cama y Alice se cuela en la habitación con la excusa de estar escondiéndose de Chauncey. Se mete bajo las sábanas con ellos y se oculta. Los adultos escuchan ruidos provenientes de otras habitaciones y de la suya. Jessica mira bajo la cama y se lleva el susto de su vida al ver al oso allí. Cuando enfoca mejor, ve a Alice sosteniendo al peluche y riéndose.
Chauncey empieza a obligar a Alice a hacer cosas que no quiere o que le dan miedo, como recoger bichos o clavarse en la palma de la mano un clavo oxidado. Le da una lista que debe completar para poder visitar el lugar del que viene. Sin embargo, Alice, tiene que demostrar su valía primero. La verdad es que el contenido de la lista da bastante mal rollo. Sobre todo, si te imaginas que una entidad maligna puede manipular a un niño tan fácilmente.
Jessica se ve en la obligación de llamar a la psicóloga de Alice, la Dra. Soto (Verónica Falcón), para que venga a tener una charla con ella. La psicóloga lo prepara todo para hablar a solas con Alice, que pide que Chauncey la acompañe. La Doctora insta a la niña que describa a su amigo imaginario. Alice expresa que Chauncey siempre tiene hambre y que le encantan sus ojos, ya que puede ver cuánto imagine en ellos. Cuando Soto pregunta por la supuesta lista, Alice se niega a entrar en detalles, porque Chauncey no quiere que hable de ello.
Aquí, hay una revelación importante. Alice se contesta a sí misma como si fuese Chauncey. Sin embargo, en las grabaciones de la psicóloga, se ve claramente que Alice no ha movido los labios. Chauncey amenaza con hacer daño a la terapeuta y a sus tres nietos. Alice desconocía que su psicóloga era abuela. Pero, el oso, de algún modo, lo sabía. La Dra. Soto le pone el vídeo a Jessica. En él se ve a Alice hablando sola. Jessica pregunta por el oso de peluche y se sorprende al darse cuenta de que el osito no existe, aunque ella y Alice puedan verlo.
El pasado se repite
La infancia de Jessica fue de todo menos fácil. Su madre murió de cáncer cuando ella era muy pequeña y su padre se desmoronó por completo, descuidando a su hija en el proceso. Jess se refugió en su imaginación, en sus dibujos y en su nuevo amigo, Chauncey. El osito le entregó la misma lista que a Alice y, Jessica, la completó. Pintó en el sótano la puerta hacia Nunca Jamás, el supuesto hogar de Chauncey, y la abrió. Entró en el portal y lo atravesó. Su padre intentó salvarla, tirar de sus piernas y gritarle a aquel monstruo que no se llevase a su hija, pero fue en vano. Jessica cruzó al otro lado y su padre miró fijamente a aquellos ojos reflectantes y animados, quedándose congelado.

En adelante, Jessica pensaría que su padre la abandonó aquel día, que permitió que se la llevaran y no luchó por ella. Aunque, lo cierto es que ese hombre enfermó por tratar de rescatar a su hija. Esto se ve en la visita que Jessica le hace. Le lee parte de su libro nuevo, le vuelve a preguntar por qué la dejó y le cuenta un poco de su vida. Su padre está ido. No razona ni reacciona como debería. Aun así, dice algunas palabras que se deberían de tener en cuenta en los flashbacks que nos muestran después.
Alice reúne los objetos y cualidades necesarias para realizar el conjuro que la hará digna de manifestar la puerta de Nunca Jamás. Chauncey la va guiando, hasta que la pequeña colorea los bordes de la puerta y un potente chorro de luz azul surge del otro lado. Se adentra en un mundo tan extraño como aterrador. Recuerda un poco al otro lado de Bitelchús por el ambiente y los interminables pasillos de baldosas blancas y negras. Nubes cargadas de electricidad flotan en el aire y cientos de puertas adornan las paredes.
Taylor y Jessica se dan cuenta de que Alice ha desaparecido. Entonces, Gloria se sincera con ella y le explica lo que le sucedió de pequeña. Resulta que, Jessica, hablaba todo el tiempo sobre un viaje que quería hacer con su amigo imaginario, aunque no decía a dónde. Gloria era consciente de que la niña estaba tratando con un ente de fuera de este plano. La última noche que la cuidó, vio algo tan extraño, que la hizo dimitir. Después de que Jessica se mudara, Gloria se obsesionó con el tema de los amigos imaginaros y lo convirtió en su pasatiempo y trabajo a tiempo completo.
Según las investigaciones de Gloria, a quien medio barrio cataloga de chalada, es raro que los adultos perciban a los amigos imaginarios. Los niños, en cambio, son una presa fácil. La mayoría de los imaginarios son benévolos y desaparecen cuando el niño crece (al igual que en la peli de “El Imaginario”), pero también los hay malvados. Cuando son separados bruscamente, el amigo imaginario siente un hambre voraz por la imaginación del niño. La amistad es recíproca. El niño disfruta de la compañía de su amiguito, mientras que, el imaginario, se nutre de la creatividad del chiquillo, lo que le genera más hambre. Como hemos hablado, Jessica es una persona muy creativa e imaginativa, por lo que, al ser separada de golpe de Chauncey, este cobró un hambre muy violenta y se quedó en la casa, esperando a que Jessica regresase algún día.
Un final insípido
Taylor, Jessica y Gloria recrean el ritual de la puerta de Nunca Jamás para ir a buscar a Alice. Las tres se sumergen en ese universo azul y negro y bloquean la puerta con unas tijeras para que no se cierre. Gloria se emociona mucho, porque la existencia de ese sitio confirma que no está loca y les quita la razón a todos aquellos que la tildaron de bruja, chiflada y rara. A continuación, Gloria retira las tijeras que impiden que la puerta se selle y las atrapa en Nunca Jamás. Le dice a Jessica que nada ocurre porque sí, que existe un motivo específico para que ella volviese a su casa y que no es una casualidad que se encuentren allí. Parece estar controlada por el ente. Me gustaría creer eso y no que, genuinamente, le importa más complacer a Chauncey, que su antigua ahijada.
Un monstruo de amplias fauces y garras de oso sale de una puerta y devora a Gloria de un bocado. Hasta aquí, un personaje que no era el mejor, pero sí llamativo. Si la intención era que Gloria fuera Team Chauncey al final, me parece un personaje arrugado, encestado y almacenado en una papelera, porque se convierte en lo que todos esperan de ella. Sin embargo, si es manipulada por el oso, me sigue pareciendo un personaje desaprovechando, ya que no tendría que haber muerto. Podría haber aportado a la trama mucho más que el background de Jessica y cuatro nociones sobre los imaginarios.
Aquí se nos abren dos caminos, un poco al estilo «Amanecer: parte 2» y nos engañan como si hubiésemos entrado en un laberinto de espejos en la feria. Primero, Jessica y Taylor se separan. Taylor acaba en una habitación infantil llena de dibujos y con un mural gigante de un oso. En el suelo hay una calesita que gira y produce música. Una niña idéntica a Alice, pero con ojos negros y rostro muy pálido, está agazapada en un rincón. El tema de que los ojos parezcan botones de peluche, recuerda a Coraline y a los habitantes del otro mundo. Jessica consigue rescatar a Taylor de Chauncey y ambas acaban cruzando otra puerta hacia el antiguo apartamento de Max y su exmujer.
La verdadera Alice se encuentra allí, acompañada por la que piensa que es su madre biológica. En realidad, es otro engaño de Chauncey. Jessica da con el modo de escapar y se pone a pintar una puerta en la pared para poder volver a su mundo. Alice y Taylor se marchan, pero Jessica se queda atrás. El oso horrendo, cabreado y hambriento la persigue. Las quejas sobre la historia y el miedo que da la película son lícitas, pero el monstruo está muy bien hecho y asusta de verdad. Jess llega a la puerta por la que entraron, aquella que Gloria cerró, y se marcha por allí sin dificultad por conveniencias del plot (o eso pensé la primera vez).
Pero, antes de que nos adelantemos, Jessica está con Max, Alice y Taylor, leyéndole a su padre el libro que acaba de terminar de escribir. Nos llevamos la sorpresa de que todos tienen ojos con forma de botón negro y de que Jessica no ha salido de Nunca Jamás. El oso vuelve a hacer acto de presencia y ruge. Sin embargo, no se comerá a Jessica tan rápido como esperaba, porque Taylor ha vuelto a entrar para salvar a su madrastra. Golpea a Chauncey con un objeto contundente y le distrae. Ella y Jess aprovechan para salir corriendo hacia la salida del sótano, donde Alice las espera.
Chauncey no se lo pone fácil, porque agarra a Jessica de las piernas y tira de ella, como ya hizo años atrás, y vuelve a abrir la puerta cuando están intentando sellarla con pintura negra. Pero, esta vez, cuentan con Alice, que toma la decisión de decirle a Chauncey que ya no son amigos y de prenderle fuego con una cerilla. El oso, que había cobrado una apariencia similar a la de la araña que visitaba las pesadillas de Jessica al principio, acaba calcinado. La casa se quema desde los cimientos hasta el tejado y las protagonistas se marchan a un hotel. La cuestión es que, en la escena que despide la película, vemos a un niño jugando con un oso de peluche, al que se refiere como Rufus, y diciéndole a su madre que su amigo tiene hambre.
Conclusión (sin spoilers)
Imaginary es una película que ver si estás aburrido y no sabes qué hacer, o si estás buscando una peli de miedo y no te decides porque ninguna te convence. No te va a paralizar de terror, si es lo que esperas. Es más, lo más probable es que se te haga larga, a pesar de que dura poco más de hora y media. Tal vez sea más recomendable verla en familia o con amigos que en solitario, como la vi yo. Así, por lo menos, te echarás unas risas. La verdad es que esperaba bastante más de ella al ver los estudios que la han producido y, sobre todo, habiendo consumido otras películas suyas como Megan. Megan tiene un hilo argumental parecido a Imaginary, con la diferencia de que el amigo no es imaginario ni un peluche, sino un robot.
La historia tampoco se salva de recibir tomatazos. Es buena hasta cierto punto, pero se torna predecible y soporífera conforme avanza la peli. Las partes más entretenidas de la historia son las que hablan del pasado de Jessica. El resto se pueden considerar acompañamiento, al mismo tiempo que prescindibles. Al final, la historia entera gira en torno a Jessica y su infancia. Los demás personajes y sus fanfarrias personales poco o nada tienen que aportar a la trama.
Los personajes son otro aspecto aberrante. De nuevo, el único que merece la pena es Jessica y su padre (pero, solo porque salvó a su hija). Los demás personajes tienen un diseño muy pobre y una profundidad nula. Por ejemplo, Max. Para lo que hace en la película, mejor que no hubiera aparecido. Taylor no es más que la típica niñata caprichosa e inmadura. Alice es una niña adorable y muy sensible. Gloria es un personaje decente. En conjunto, componen un grupo bastante variopinto del que me sobran todos menos Jessica y, quizá, Gloria.
Los puntos positivos de la película son los escenarios y el arte. Las partes que están ambientadas en zonas sobrepobladas de imaginación quedan muy bien, tanto en la habitación de Jessica/Alice y en la guarida de Chauncey. Hace un muy buen trabajo en demostrar lo que es la imaginación de un niño o la capacidad creativa de un adulto con mucha inventiva. El libro de Jessica también es muy chulo. Podría ser perfectamente un librito infantil que se despachase en las librerías. El monstruo, que entra en el arte, me gusta bastante y la transición peluche-engendro poseído y endemoniado está muy bien conseguida.
No recomiendo la película, porque creo que las cosas malas que presenta opacan a las buenas y, como dijo alguien, el tiempo es oro. Si le queréis echar un vistazo, podéis poner a prueba si el grado de terror es suficiente o si os parece que solo es traumática para los peques. Yo tengo clara una cosa; no volveré a ver Imaginary.