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Portada crítica Inuyasha

Crítica de InuYasha

Para que os hagáis una idea del abismo entre el primer episodio, en el que conocimos a Kagome e InuYasha, y el último, que enterró a Naraku de una vez por todas, el capítulo uno se emitió en el año 2000 y el final de la OVA en 2010. Hubo un parón de cinco años desde que la serie fue cancelada en 2004 y recogida en 2009 para terminar de adaptar el manga. Si os dais cuenta, en el manga original, hay muchísimo relleno y la trama es interrumpida constantemente por enemigos insustanciales o personajes secundarios que no volverán a aparecer en los ciento sesenta capítulos que restan.

¿De qué trata InuYasha?

La historia empieza con InuYasha, un medio demonio que vive en la Era Sengoku, y Kagome Higurashi (Aome en latino, ya que Kagome suena bastante mal en español y puede dar lugar a varios juegos de palabras), que habita en el Japón del Siglo XX. Kagome tiene quince años y es una estudiante de secundaria. Vive en el templo con su abuelo, su madre y su hermano pequeño, Sota. Kagome se nos describe como una chica responsable, educada, estudiosa y colaboradora en las tareas del hogar.

Un buen día, Kagome, se cae al pozo por ir en busca de su gato y sufre el ataque de un Mononoke, un ciempiés con cabeza de mujer. El demonio la muerde en el estómago y del costado de Kagome se desprende una extraña esfera envuelta en una luz rosa. Kagome se encuentra en un lugar insólito y en una época desconocida. Frente a ella, se erige un árbol de grueso tronco y profundas raíces. InuYasha lleva sellado al árbol sagrado más de cincuenta años por una flecha de la sacerdotisa Kikyo. Cuando siente la presencia de la esfera, se despierta y le exige a Kagome que se la entregue. Sin embargo, la flecha le mantiene inmovilizado al tronco y, por más que grite y patalee, no podrá liberarse.

El medio demonio necesita que otra sacerdotisa, con un poder similar al que ostentaba Kikyo, levante su encantamiento. Kagome comparte un inquietante parecido con Kikyo y los habitantes de aquel sitio parecen creer que es su reencarnación. Kikyo era una sacerdotisa sumamente poderosa y la encargada de proteger y purificar la Esfera de los Cuatro Espíritus (Perla de Shikon). Esfera que, quinientos años después, aparecería en el interior de Kagome. Kikyo murió la misma noche en que InuYasha fue inmovilizado en el árbol y la enterraron junto con la perla. Las similitudes físicas entre Kagome y Kikyo y el hecho de que la esfera estuviera incrustada en las entrañas de Kagome corroboran la teoría de la reencarnación.

Kagome tiene el poder de sentar a Inuyasha simplemente con decirle: «¡Siéntate!»

InuYasha y Kagome llegan a un acuerdo; si ella le quita la flecha del pecho, él derrotará al monstruo. Kagome está asustada, en una época distinta a la comodidad del futuro y no quiere morir así, así que agarra la varilla de la flecha y tira de ella. Kaede, que resulta ser la hermana menor de Kikyo, confecciona un rosario y lo coloca en torno al cuello de InuYasha. El collar impide que InuYasha pueda robar la esfera y huir con ella. Funciona a través de la voz de Kagome que, con un simple; ¡siéntate!, provoca que el medio demonio caiga de bruces contra el suelo.

Kaede le anuncia a Kagome que, a partir de aquel momento, será la encargada de mantener a salvo la esfera y le advierte de que muchos demonios y humanos de intenciones oscuras vendrán a buscar la Esfera de los Cuatro Espíritus para utilizarla con fines egoístas. Dicho y hecho, aparece un demonio cuervo que engulle la esfera. Kagome le dispara una flecha, tal y como solía hacer Kikyo, con tan mala suerte y puntería que la esfera acaba rompiéndose en mil pedazos y desperdigándose por todo el mapa.

La aventura de InuYasha y Kagome empieza aquí. Ambos son reacios a viajar juntos, ya que no se soportan y se pelean todo el rato. Kagome no confía en InuYasha e InuYasha no tolera ni la voz estridente ni el olor de Kagome, porque es idéntico al de Kikyo. Sin embargo, no les queda más remedio que formar equipo y aprender a aguantar la presencia del otro. Les espera un largo viaje.

A lo largo de los episodios y conforme la relación de InuYasha y Kagome se profundiza, vamos conociendo a más personajes. Además de establecer al villano de toda la saga. Habrá más antagonistas y contrincantes para nuestros protagonistas, pero solo uno de ellos existirá de principio a fin; Naraku.

Los personajes

Naraku

Como hemos mencionado, Naraku, es el único villano que nos acompañará desde el capítulo uno hasta el ciento noventa y tres. La verdad es que, como villano, es bastante bueno. Es un maestro de la manipulación y el engaño, un experto en el juego sucio y en elaborar unas reglas favorables para él y es el responsable de todo lo que ocurre en la trama. Naraku orquesta los acontecimientos desde las sombras y se dedica a poner trampas o a enviar esbirros para que se enfrenten a InuYasha y compañía.

Es muy típico de él dejar que sus enemigos luchen contra uno de los demonios que se ha encontrado un fragmento de la esfera, para luego arrebatárselo. O entregarle un pedazo de la perla a un demonio cualquiera para que entretenga a Kagome e InuYasha y después recuperar el fragmento. Hay una cantidad enorme de capítulos así. Por eso he dicho al comienzo que predominan los rivales insustanciales y los enfrentamientos sin sentido. Al final, acaban suponiendo veinte minutos de tu vida perdidos, ya que no es un combate que haya hecho avanzar la trama, al contrario, la ha retrasado.

Por otra parte, los orígenes de Naraku, sí que son interesantes. Para empezar, Naraku no es un demonio completo, sino un medio demonio como InuYasha, y, en sus inicios, ni siquiera albergaba esa mitad demoníaca. Naraku era un humano bajo el nombre de Onigumo. Onigumo no era más que un ser malvado y despreciable, un vulgar ladrón que codiciaba la Esfera de los Cuatro Espíritus. Fue traicionado por sus propios aliados, quemado vivo y arrojado a una zanja. Seguramente, lo darían por muerto. Pero, se equivocaron. La sacerdotisa Kikyo lo rescató y le condujo a una cueva, donde le suministró cuidados, le curó las heridas y le alimentó a diario.

Kikyo, aunque veía la verdadera naturaleza de Onigumo, no le temía. La sacerdotisa era bondadosa y la piedad era una de sus más destacadas cualidades. Kaede, sin embargo, detestaba aproximarse al escondite donde descansaba ese bandido de Onigumo. Cincuenta años después, descubriríamos que Kaede tenía razón y que Kikyo pecó de ser demasiado confiada. Para aquel entonces, Kikyo se estaba ablandando, ya que su corazón se encontraba conquistado por otro medio demonio, que no portaba el nombre de Naraku.

Naraku sin máscara
Naraku, el gran villano de Inuyasha desde el principio hasta el final.

Onigumo se enamoró de Kikyo. Ansiaba recibir su atención y sus afectos. Pero, lo único que la sacerdotisa sentía por el ladrón convaleciente era piedad y pena. InuYasha y Kikyo mantenían una relación y pretendían utilizar la Esfera de los Cuatro Espíritus para convertir a InuYasha en humano. Kikyo decía que, una vez pidiesen el deseo correcto, la esfera se purificaría y desaparecería para siempre. Entonces, ella obtendría su mayor deseo; ser una mujer normal, sin cargas ni responsabilidades, y vivir junto a InuYasha. Lo que Kikyo pasó por alto es que, aunque los deseos hablen de amor y de uniones eternas, también son fines egoístas.

El vil ladrón hizo un pacto con cientos de demonios. Les permitió que se alimentasen de su cuerpo y alma, a cambio de que le entregasen todo su poder. Así, Onigumo se evaporó de la historia y nació Naraku, un medio demonio compuesto de la unión de otros de demonios, sin importar que fueran débiles o fuertes. Naraku urdió un plan para acabar con InuYasha y Kikyo y hacerse con la esfera. Primero, adoptó la forma de InuYasha e hirió de muerte a Kikyo. Después, se mostró frente a InuYasha con la forma de Kikyo y le espetó que no pretendía malgastar la esfera para transformarle en humano.

El verdadero InuYasha, sintiéndose traicionado por su amada, acudió a la aldea para robar la esfera y proseguir con el que había sido su objetivo antes de conocer a Kikyo; convertirse en un demonio completo como lo fue su padre. La Kikyo original, moribunda y cansada, además de con un evidente corazón roto, fue a buscar a InuYasha. Le disparó una flecha que lo sellaría para siempre al árbol sagrado y recuperó la esfera. Posteriormente, cayó al suelo y antes de fallecer le pidió a Kaede que la enterrasen junto con la esfera para evitar que cayese en malas manos. Kikyo fue incinerada con la Esfera de los Cuatro Espíritus y se la llevó a la tierra de los muertos.

Naraku completa con éxito su plan. La parte de separar a InuYasha y Kikyo para siempre, triunfa. Mientras que, la esfera, se escurre bien lejos de sus manos, gracias al intelecto de Kikyo que supo que, tras su muerte, muchos hombres y demonios vendrían a buscar la joya. Por lo tanto, durante cincuenta largos años, el mundo de la época feudal viviría algo similar a la paz.

Kikyo

La sacerdotisa era muy poderosa y admirada en su tiempo. Murió herida gravemente tras el engaño de Naraku y la supuesta traición de InuYasha. Se incineró junto con la Esfera de los Cuatro Espíritus en un último intento por alejar aquella joya maldita del mundo terrenal. Sus cenizas fueron depositadas en una tumba en su pequeña aldea y veneradas por los habitantes y por fieles que hacían ofrendas y oraciones. Sin embargo, la esfera no descansaría con sus restos. Quinientos años en el futuro, en un Japón industrializado y carcomido por las ciudades y las carreteras más que por hectáreas de árboles y bosque, una joven Kagome Higurashi nacería siendo un calco de Kikyo.

Después de que Kagome haya visitado la Era Sengoku y la perla se haya esparcido por todas partes, una hechicera, de nombre Urasue, roba las cenizas de Kikyo. Su intención es resucitar a la sacerdotisa para que se convierta en uno de sus muñecos de barro y sirva a su voluntad. El hechizo funciona. Kikyo retorna a la vida, pero no es la misma mujer que falleció cincuenta años atrás. La kikyo que murió entonces lo hizo llena de rabia, dolor y resentimiento hacia InuYasha. La Kikyo que vuelve sigue almacenando esos sentimientos y ya no es la misma persona ingenua, bondadosa y desinteresada que algún día fue.

Kikyo en el anime Inuyasha
Kikyo, la sacerdotisa que entra y sale de la trama cada dos por tres. Es muy importante para comprender el pasado de Inuyasha.

Para mantenerse con vida necesita robar almas y absorberlas. Al principio, su objetivo es encontrar a InuYasha y matarle. De hecho, lo intenta varias veces y también con Kagome. Pero, cuando ambos descubren que fueron engañados por Naraku, la cosa cambia. Los planes de Kikyo se convierten en aguantar el suficiente tiempo viva para acabar con Naraku de una vez por todas. El sentimiento principal que mueve a la sacerdotisa es la venganza.

Naraku no está obsesionado con Kikyo. Sin embargo, la parte de Onigumo que perdura en él, sigue teniendo debilidad por ella. Aunque, Kikyo, acabará arriesgando su vida y muriendo de todas formas. Creo que es un buen cierre para el personaje, ya que no pienso que la Kagome reencarnada de Kikyo y la Kikyo del pasado sean la misma persona, pero la Kikyo resucitada por Urasue tiene más de demonio que de sacerdotisa, porque se ha dejado corromper por los sentimientos oscuros que condujeron a su muerte.

Kagome

Las cualidades de Kagome que más me gustan son algunas que hereda de Kikyo y otras que posee de fábrica. Kagome es una chica muy sencilla, sensible, bondadosa, amiga de sus amigos y solidaria. Le encanta ayudar siempre que dispone de la oportunidad y es incapaz de volver la espalda a los indefensos. Kagome alberga todas las partes buenas de Kikyo, pero mejoradas. No es una hipócrita. Es una persona con principios, que se rige por lo que piensa que está bien y que, si se equivoca, pide disculpas. Creo que parte de la responsabilidad de que Kagome sea como es la tiene su familia, ya que ha crecido rodeada de amor, afecto, comprensión y calidez.

Kagome y su arco
El arma predilecta de Kagome, el arco.

Son más los aspectos que no me gustan de Kagome que los que sí, pero no es por su personalidad, sino por cómo se ejecuta el personaje. En primer lugar, me molesta que no se desarrollen los poderes de Kagome. Kikyo era una sacerdotisa muy fuerte y con muchas dotes y se supone que Kagome es su reencarnación, con lo cual debería haber heredado ciertos poderes. Y, así es, Kagome tiene unas habilidades similares a las de Kikyo, pero no aprende a manejarlas. Su única utilidad para el grupo es que puede ver y localizar los fragmentos de la esfera, lo que la torna en imprescindible y, al mismo tiempo, en un personaje con un potencial desaprovechado.

Otra cosa que me incordia aún más es que la convierten en una damisela en apuros. Kagome podría haber sido una hechicera o sacerdotisa muy poderosa y se podría haber valido por sí misma. Sin embargo, cada vez que se encuentra en peligro, lo único que hace es gritar el nombre de InuYasha o esperar a que el medio demonio acuda en su rescate. Si Kagome fuera una humana ordinaria, esto estaría bien. Pero, no lo es.

InuYasha

Con InuYasha experimento algo parecido que con Kagome. Aunque, tiene menos aspectos que me desagraden. InuYasha es un medio demonio. Su madre era una humana y su padre un demonio muy poderoso. Cuando InuYasha era pequeño sufrió el rechazo de sus dos razas. Los humanos no le querían por albergar rasgos y parte demoníaca y los demonios puros le consideraban una mancha en su linaje. Su padre murió combatiendo contra otro demonio, mientras que su madre fue asesinada.

InuYasha tiene un hermanastro por parte de padre, Sesshomaru, que es un demonio completo. Entre los dos existe una rivalidad muy grande y se odian mutuamente. Sesshomaru considera que InuYasha es un bastardo, un hijo que no se merece honrar el legado de su padre. Razón por la cual intenta matarle en varias ocasiones y robarle la Tessaiga (Colmillo de Hierro), espada que InuYasha extrajo de la tumba de su padre.

Mi parte favorita de InuYasha es la evolución que tiene. Aunque, conforme averiguamos cosas sobre el pasado y su relación con Kikyo, comprendemos que tampoco era una mala persona entonces. Al principio de la historia, parece un villano enfocado exclusivamente en obtener la esfera y transformarse en un demonio completo. Cosa que no viene motivada por ansías de poder, sino, porque toda su vida le han dicho que por ser un medio demonio es menos que los demás. Con el aliciente de que, tras el engaño de Naraku, se sintió traicionado por la única persona humana en la que confiaba. Debemos tener en cuenta que InuYasha lleva dormido y sellado cincuenta años. Por lo tanto, cuando despierta, el tiempo no ha transcurrido para él. Su mente sigue viviendo instantes después de la traición de Kikyo.

Inuyasha y la Tessaiga
Inuyasha portando la Tessaiga.

Otro aspecto que me parece acertado, e incluso tierno, es lo torpe que se vuelve InuYasha con los sentimientos. Para ser tan demonio, guerrero e imbatible, cuando Kagome le abraza o le da las gracias por algo, se sonroja y tartamudea. Sin embargo, en momentos importantes sabe demostrar su cariño y ofrecer unas palabras de aliento.

Sesshomaru

Sesshomaru es el medio hermano de InuYasha. Se trata de un demonio completo que, al principio de la serie, ambiciona abrazar el legado de su padre para superarle en fuerza y porque piensa que es el único que se lo merece. Considera a su padre, Inu No Taisho, débil por haberse enamorado de una humana y a InuYasha un bastardo por más sangre que puedan compartir. Sesshomaru es un engreído, con excesiva confianza en sí mismo y en sus capacidades y exento de respeto por vidas más frágiles que la suya. Parece que los sentimientos son un juego de niños para él.

Es un personaje muy querido por muchos, ya que valora la lealtad, la sinceridad y el cumplimiento de su palabra. Viaja junto con Jaken, un pequeño demonio al que rescató y que a cambio le ofreció servirle, y, más adelante, con Rin. Rin es una niña humana que salvó de ser devorada por unos lobos y acogió bajo su protección. Cuando Rin entra en la vida de Sesshomaru, este se va transformando paulatinamente en alguien con tolerancia por la vida humana. Después de encariñarse con Rin, ya no parece pensar que los humanos son como insectos.

Sesshomaru acompañado de Jaken y Rin.

Al igual que nuestros protas, Sesshomaru, también va a la caza de Naraku. Tiene sus propios motivos, que poco tienen que ver con traiciones amorosas como en el caso de InuYasha y Kikyo. En un inicio, Naraku y él no cuentan con ningún problema. Hasta podrían haber llegado a ser aliados en la lucha contra InuYasha. Pero, Naraku engaña a Sesshomaru y eso es algo que el orgulloso demonio de la media luna no puede perdonar. Así que, tontamente, Naraku desaprovecha una posible alianza y se gana otro enemigo. Sesshomaru no es de mis personajes preferidos, pero sí que puedo decir que yo no le querría como enemigo.

Sango

Ella es uno de mis personajes favoritos. Sango es una cazadora de demonios profesional que procede de una larga estirpe de exterminadores y habita en la aldea en la que se creó la Esfera de los Cuatro Espíritus. El pueblo se conoce con el nombre de la aldea de los cazadores de demonios. La familia de Sango al completo se dedica a la exterminación de demonios y empiezan a entrenar desde muy pequeños. Sango es una cazadora novata, aunque muy habilidosa, que ya acompaña a su padre en diversas misiones y encargos.

Un día, sucedió lo impensable. Naraku tendió una trampa a los exterminadores de demonios, engañándoles para que fuesen a un castillo a acabar con un demonio araña. Los mató a casi todos. El hermano menor de Sango, Kohaku, quedó bajo el control de Naraku y, manipulado como un títere, asesinó a los supervivientes y a los miembros de su familia. Sango logró sobrevivir a duras penas y regresó huérfana a su aldea. Para su gran horror, comprobó que todo había sido un plan orquestado para atacar su aldea mientras que los exterminadores estuvieran fuera y que nadie pudiese proteger a los habitantes. El pueblo estaba arrasado.

Sango y el Hiraikotsu
Sango, la ninja intrépida, con su arma, el Hiraikotsu.

Un hombre, que no era otro que Naraku bajo uno de sus disfraces, le dijo a Sango que era InuYasha quien había destrozado su hogar y matado a su gente. Ella, cegada por la ira y la sed de venganza, parte en busca del medio demonio con su Hiraikotsu en mano y la katana en el cinto. Cuando descubre la verdad sobre la muerte de sus familiares y de los aldeanos, se une al grupo de Kagome e InuYasha para dar caza a Naraku.

Miroku

El monje Miroku tiene una maldición que heredó de su padre. En su mano derecha, cubierta por un trozo de tela morada y un rosario de cuentas, esconde un agujero negro que absorbe todo lo que se encuentra. El vórtice va creciendo con el paso del tiempo hasta que se traga al portador. Lo vemos en un capítulo cuando, Miroku, conduce a sus amigos a un gran socavón en la tierra y les dice que aquella es la tumba de su padre. Naraku maldijo al padre de Miroku y su hijo obtuvo la misma maldición, que se pasaría de padres a hijos hasta que Naraku fuera derrotado. Por eso, el monje se embarca en una cruzada para encontrar y derrotar a Naraku y cambiar, así, su destino.

Miroku tiene dos caras. Por un lado, es una persona noble, caritativa y dispuesta a arriesgar su vida para salvar a un ser querido. Por otro lado, es un monje depravado, sinvergüenza y ambicioso. Una de sus mayores aficiones es ir por las distintas aldeas preguntándoles a las jovencitas si tendrían un hijo con él o prometiéndolas que volvería a buscarlas cuando acabase su viaje. No sienta la cabeza hasta que su relación con Sango pasa a otro nivel y, aún así, sigue siendo un baboso que hace sufrir muchísimo a la exterminadora de demonios. Aunque, parece que, al final, Miroku acaba madurando (¡Menos mal!).

Miroku, el monje degenerado
Miroku, el monje depravado capaz de abrorber el universo con la palma de su mano.

También es un timador nato. Es cierto que posee poderes y que puede ayudar a aquellos que han sido poseídos por un demonio o levantar barreras de protección. Pero, la mayoría de las veces, se presenta en una casa bonita y grande, en la que seguramente vivirán personas con riquezas, y les dice que hay algo extraño en el lugar. Se inventa una historia y finge realizar un exorcismo para tener un sitio en el que pasar la noche, comida gratis y marcharse con un pago que no se merece. Al igual que Sango, se une al equipo de InuYasha y Kagome para derrotar a Naraku y acaba siendo una parte fundamental del grupo.

Miroku no es uno de mis personajes favoritos. Solo me cae bien cuando razona y no se comporta como un niño pequeño. El aspecto del monje depravado hace gracia hasta cierto punto. Pero, cuando su relación con Sango escala, deja de ser divertido y se convierte en cruel. Lo único positivo que puedo destacar de él es que, en muchas ocasiones, protege con su vida a sus cuatro compañeros de viaje.

Shippo

Shippo es un demonio zorro. Tiene la apariencia de un niño con cola de zorro. Es el primero en unirse al grupo de Kagome e InuYasha. En un principio, les roba los fragmentos de la esfera, porque está planeando vengar la muerte de su padre, que fue asesinado por los Hermanos del Rayo. Su plan no sale como debería e InuYasha y Kagome terminan ayudándole a vencer a los perpetradores del asesinato de su padre. Kagome y Shippo se llevan muy bien. Sin embargo, se pasa los capítulos discutiendo con InuYasha. Se pelean, se insultan y se pegan hasta que Kagome o Sango intervienen a favor de Shippo.

Shippo, el niño zorro
Shippo es el pegamento del grupo. Da estabilidad y se encarga de arreglar las pequeñas fracturas de sus compañeros. Además sirve de alivio cómico.

No hay mucho más que decir sobre Shippo, ya que es un niño pequeño. Salvo un rol de acompañamiento, momentos cómicos con InuYasha y algún episodio especial sobre «la novia de Shippo» o su futuro como demonio zorro, que no aportan nada a la trama, Shippo hace lo que debe hacer; ser un crío. No es un personaje que me guste mucho por lo que ya he estipulado; su mayor cualidad es ser adorable.

Mis impresiones

El tema de los personajes es una cuestión a parte. Los principales están muy bien pincelados y matizados. Cada uno aporta una cualidad distinta al grupo, que hace que sea variado, ameno y que dé para mucha dinámica entre los cinco protagonistas. Los secundarios también están bien diseñados y respetados. Tienen su identidad propia e historia individual. Por ejemplo: Kaede, Koga, el demonio lobo, Kagura, Rin… hasta Hojo, el chico de la escuela secundaria de Kagome que tiene un «crush» con ella y no para de llevarle remedios para las enfermedades que su abuelo se inventa para justificar las ausencias de Kagome.

Pero, cuando pasamos a los personajes terciarios o a los que cuyo protagonismo dura sólo un episodio, se pierde el respeto completamente. Aquí nos damos de bruces con personajes con diseños repetidos e idénticos. No creo que sea una casualidad que todos los personajes femeninos tengan el mismo peinado que Kagome y Kikyo y una apariencia muy similar. El hecho de que las prendas sean parecidas se puede justificar con que en aquella época todo el mundo vestía así, salvo Kagome, claro.

Y ya si nos ponemos a hablar de los demonios, entramos en una zona de guerra. Al igual que con los protagonistas humanos, los demonios que son personajes principales están muy diferenciados entre sí y cada uno tiene su propio sello de identidad. Los demonios que son de usar y tirar, o sea para un episodio concreto y que ya no aparecen más, tienen diseños pobres y calcados. Lo penoso es que haya un enemigo en el capítulo 50, por ejemplo, que se le mate y que, después, en el episodio 94 aparezca el mismo personaje que antes era un demonio del agua y ahora es un demonio del algodón de azúcar.

Autor

  • Avatar de Marina - Wanheda de Los 100

    Mi abuelo me compartió el amor por la escritura. Sus manos ancianas me enseñaron que para escribir hacen falta dos cosas; corazón y verdad. Ya lo dijo Stephen King: "escribe sobre lo que sabes que es cierto". Así, aprendí que la inspiración es el mayor regalo y maldición de un escritor. Hay dos cosas que vería y leería en bucle para el resto de mi vida y son; Harry Potter y Los 100.

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