Corazones metálicos
Las películas de robots que conectan directamente con tu pequeño corazón, podrían ser un género en sí mismo. De hecho, algunas de ellas han marcado a diferentes generaciones. En mi caso lo hizo El Gigante de Hierro. Aquella película en la que un enorme robot caía al mar y era encontrado por un niño que le iba poco a poco enseñando cómo funcionaba su mundo, se me quedó grabada en la patata hasta el último de mis días. Una clase maestra de hacerte sentir con un ser completamente artificial.
Otras películas del estilo las han traído Disney y Pixar, con Wall-E, una de sus obras maestras, o Big Hero 6, que va más en la línea de El Gigante de Hierro o la misma Robot Salvaje que tenemos hoy entre manos. No me quiero olvidar de una muy reciente y de la que me quedé totalmente maravillado, como es Robot Dreams, creada en España y una de mis películas favoritas del año pasado.
Con similar sensación con esas películas he salido del cine al ver Robot Salvaje. Y eso son palabras mayores, ya que en esa lista hay alguna de mis películas favoritas de siempre. En un momento en el que Pixar ya no es lo que era, es necesario que aparezcan competidores al nivel para poder incluso arrebatarle el trono en festivales de premios como los Óscar. De hecho, en los últimos dos años así ha sido, llevándoselo El Chico y la Garza en 2023 y Pinocho de Guillermo del Toro en 2022. Este año Pixar sí ha sacado una buena película con Inside Out 2, aunque ya adelanto que no se acerca al nivel de Robot Salvaje.
Y es que parece que Dreamworks, el estudio de animación que nos ha dado algunas de las sagas más emblemáticas en la animación, como Shrek, Cómo Entrenar a tu Dragón o Madagascar, está cogiendo una buena forma, habiendo sacado en los últimos dos años, un par de películas sobresalientes. La otra no es otra que El Gato con Botas: el último deseo, una película que imponía un estilo artístico que creó Sony en Spider-Man: Un nuevo universo y que tan de moda empieza a estar. Es una mezcla de dibujo tradicional en 2D mezclado con 3D que hace las delicias de todos nuestros ojos. Robot salvaje coge ese mismo concepto y lo lleva a su terreno de una forma magistral.
La maternidad más allá de la lógica
Robot Salvaje está estructurada en tres arcos narrativos bastante bien diferenciados. En este caso, comienza con la unidad 7134 de Roz despertando en una playa de una isla deshabitada. Allí, se va encontrando con animales de todo tipo, desde el más pequeño cangrejo hasta el más temible de los osos. Todos ellos tienen algo en común, rechazan por completo a Roz. La mayoría por verle como una amenaza, algunos huyendo y otros atacándola o incluso robándola.
Es un inicio muy frenético, ya que ella, sí, la voy a tratar de ella y no como un objeto, se lo ha ganado durante los 101 minutos de metraje, trata a toda costa de ayudar a todo animal que se encuentra. Es una unidad diseñada para el uso doméstico y para ayudar a todo tipo de tareas. Está fabricada por una compañía que parece dominar Universal Dynamics, algo que se ve al plantarle una pegatina de esa compañía a todo animal que “socorre”.

Y lo pongo entre comillas, ya que provoca todo lo contrario. Lo único que provoca es más enemistad con todos, quedándose sola y confusa, decidiendo activar el módulo de regreso para que vengan a recogerla. En ese momento, durante una noche lluviosa, es perseguida por el oso de la isla, lo que acaba en un accidente que provoca la muerte de un ganso y sus huevos, salvo uno. Ahí comienza una de las historias sobre la maternidad más bonitas que se haya escrito nunca. Ella no entiende muy bien qué significa ese huevo, aunque se ha autoproclamado una misión para protegerlo. Ahí aparece otro de los protagonistas, Bribón, un astuto y solitario zorro que intenta comerse el huevo.
Es cuando el huevo eclosiona y nace Picobrillo, nombre puesto por Roz al ver que su pico brilla, pensamiento lógico típico de un robot, pero que le acaba sentando como un guante. No quiero contar más de la trama, ya que hay que descubrir sus sorpresas por uno mismo. Decir que este primer acto tiene de todo, acción, emotividad, mucho humor y un Picobrillo bebé del que te enamorarás mientras se lleva todo tipo de golpes. Te sentirás como Roz acompañándole en un crecimiento que pasará por múltiples etapas. Es por eso, el segundo acto trata sobre eso mismo, el crecimiento de Picobrillo y su necesidad de relacionarse con otros gansos. Por último, el acto final solo decir que es un espectáculo visual y una concatenación de emociones que, a poco que seas un poco sensible, te hará caer alguna lagrimilla.
Unos personajes encantadores
Uno de los grandes éxitos de la película reside en el fantástico elenco de personajes que tiene. Roz al comienzo de la película se pasa varios días aprendiendo y traduciendo el “idioma” en el que hablan los animales. Esto provoca que pueda hablar con ellos con total naturalidad. Es ahí cuando empezaremos a conocer a los animales de la isla, con más o menos peso en la historia. Podemos sacar en claro que existen tres personajes principales. Vamos a detallar un poquito la personalidad y motivaciones de ellos.
Roz, el robot que aprende a ser madre. El título de la película lleva su nombre y ya hemos hablado bastante de ella. Su motivación es en un principio ayudar a todo ser que se encuentre, teniendo una evolución magnífica durante toda la peli. Su personalidad es completamente analítica, buscando la lógica en todo. Esto da pie a muchos momentos graciosos en los que su falta de empatía provoca varios accidentes inesperados. El título de la película está elegido a la perfección y el momento en que es mencionado por la propia Roz es genial. Un personaje escrito, con un gusto impresionante y un desarrollo creíble, que trata la maternidad desde un plano nunca antes visto en el género.

Picobrillo, el ganso con alma de robot. Comienza siendo un pajarito pequeñito de ojos saltones que sale de un problema para meterse en otro. Es un milagro que sobreviviese a su infancia, ya que Roz al principio no es que le cuide de la mejor manera. Aun así, consigue crecer y convertirse en un ganso adulto, aunque no en uno normal, puesto que tiene varios tics heredados de su madre robótica. La historia trata, en gran parte, de su crecimiento y desarrollo, de cómo se relaciona con el mundo que le rodea y aprende a vivir entre dos realidades tan distintas. Le cogerás cariño al instante y querrás ser Roz para poder cuidar de él.
Bribón, el zorro solitario que solo quiere una familia. Bribón es el punto macarrilla del trío. Es muy astuto y se las apaña para atiborrarse a comer a costa de la ingenuidad de Roz. Todos en la isla le odian y siempre deambula solo por la isla. Sin embargo, el vínculo que acaba formando con Roz y Picobrillo es precioso. Actúa como mejor amigo de ambos y acaba siendo el más fiel de todos. Me recordó en ciertos aspectos a Nick Wilde en Zootrópolis, teniendo un desarrollo similar. Un pequeño canalla que acabará siendo el favorito de muchos por esa apariencia dura por fuera pero blandita por dentro.

Mención aparte merecen los secundarios. Ahí englobo a todos los personajes que habitan la isla. Uno de ellos es Colirrosa la zarigüeya, madre de varias crías muy graciosas que fingen la muerte de distintas formas para evitar a los depredadores. Es amiga de Roz y la enseña conceptos sobre la maternidad imprescindibles para “cambiarle el chip” a Roz. Cuellilargo, el líder de la bandada de gansos. Es muy sabio y acaba convirtiéndose en el mentor de Picobrillo en el ámbito de los gansos. Hay muchos secundarios más que aportan su granito de arena en dar una gran variedad de situaciones. Están muy bien integrados y no desentonan con los protagonistas.
Una experiencia que vivir en pantalla grande
Hay películas que están creadas para explotar todas sus cualidades en salas de cine. Experiencias que te apabullan con constantes imágenes para el recuerdo. Por desgracia son pocas, ya que vivimos en una época de inmediatez, vemos miles de imágenes de usar y tirar cada día, haciendo imposible retener nada. Robot Salvaje existe para cambiar, aunque sea durante hora y media, esa tendencia. Y para ello es necesario hacerlo en las mejores condiciones posibles. No te arrepentirás, puesto que se trata de una de las animaciones más bonitas que se han visto en los últimos años. Como ya he dicho antes, el estilo artístico viene heredado de la nueva saga de Spider-Man en animación, pero aquí lo lleva a un terreno más natural, con un bioma cambiante y detallado al máximo.

Tenemos playa, bosque, nieve o flores, todo mezclado con elementos artificiales como son los robots. Una mezcla que casa a la perfección, llevándonos a unos contrastes maravillosos que provocan imágenes potentísimas. Todo esto se acompaña con una animación en los personajes muy dinámica, haciendo que las escenas de acción también reluzcan, aunque no sean el punto principal de la cinta.
No me quiero olvidar de la banda sonora. Es preciosa y brilla sobre todo en esos momentos más pequeños y personales, donde un par de personajes intercambian sus sentimientos. Sin embargo, es capaz de volverse épica cuando lo necesita, y lo hace a las mil maravillas, dotando de una fuerza enorme a los momentos culmen. La verdad es que es tan variada en lo visual como en lo sonoro, una auténtica experiencia audiovisual que eleva a Dreamworks a lugares a los que no había llegado antes, salvo con El Gato con Botas: El último deseo. Como pequeño apunte, hay una canción cantada por Chiara Oliver, concursante de OT 2023, a mitad de película, que es bastante bonita y protagoniza el gran momento de Picobrillo aprendiendo a volar.
El casting de actores de voces en su versión original es un escándalo, destacando Lupita Nyong’o, Pedro Pascal, Catherine O’Hara, Bill Nighy, Kit Connor o Mark Hamill entre otros. Sin embargo, no he podido disfrutar de ellos ya que el visionado ha sido en castellano. Aun así, como acostumbra el doblaje español, es de altísima calidad y todas las voces están interpretadas maravillosamente.
Conclusión
Robot salvaje es la mejor película de animación del año, con bastante diferencia respecto a la segunda. Una auténtica maravilla audiovisual con una historia y personajes que entran de lleno en lo más profundo de tu corazón. Ideal tanto para niños como adultos, la fórmula perfecta de hacer películas familiares. No paséis la oportunidad de verla en el cine, hacía tiempo que una película de estas características no merecía tanto la pena ser disfrutada en pantalla grande.
Con el rumbo que está cogiendo Dreamworks con producciones como esta y la última del Gato con Botas, Disney Pixar se va a tener que empezar a poner las pilas, ya que su trono puede tambalearse. Estamos en un gran momento para la animación, ya son varios estudios que están despegando con nuevas técnicas visuales que hacen el deleite de todos nosotros. Solo nos queda disfrutar y esperar a que nos sigan sorprendiendo con más historias que recordar en el futuro, algo que por desgracia ocurre cada vez menos.