La excepción que confirma la regla
El caso de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos resume un poco lo que son los cinco años posteriores a Vengadores: Endgame (2019). Fue una gran película de origen que daba frescura a un universo que la necesitaba después de perder a sus grandes exponentes como fueron Iron Man y el Capitán América. El caso es que es la única película de origen en solitario de todo el MCU desde Capitana Marvel (2019). Y es que la decisión de Marvel Studios fue la de ir presentando a sus nuevos personajes más en series de televisión como Caballero Luna (2022) o Ms. Marvel (2022) que en el propio cine.
Algo que me parece insostenible si quieres que un personaje se gane el cariño de la gente, es el tiempo que pasa entre apariciones. No hemos vuelto a ver a Shang-Chi desde que se estrenó esta película, de hecho, no será hasta finales de 2026 cuando volveremos a saber algo más de él en Vengadores: Doomsday. La sensación que hay ahora mismo es de mucha variedad, pero poca cohesión y sensación de universo compacto como el que teníamos anteriormente.
Shang-Chi tenía el reto de introducir la mitología china dentro del MCU por primera vez. Para ello, Marvel Studios confió en un joven director como es Destin Daniel Cretton, hawaiano con ascendencia japonesa al que se le conocía por varios dramas biográficos como Just Mercy (2019) o Short Term 12 (2013). Con esto, buscaban que el enfoque familiar y de raíces asiáticas estuviera perfectamente desarrollado. Para las secuencias de acción para las que él no tenía experiencia, se decantó por el trabajo de Brad Allan, especialista de Jackie Chan y responsable de que estas escenas brillen tanto en la película.
Gustó tanto su trabajo en Marvel Studios que le han dado la oportunidad de dirigir una de las películas más grandes de los próximos años, Spider-Man: Brand New Day. ¿Saldrá Shang-Chi en ella? Dejando esto último de lado, la realidad es que la película no fue un gran éxito en cuanto a recaudación. De hecho, es la octava peor película en este aspecto, con 432 millones de dólares obtenidos tras 150 millones de inversión. Números que no son malos por sí solos si contamos con que veníamos de una pandemia y se trata de un personaje desconocido para el gran público. A Marvel Studios le costaría remontar en estas Fases 4 y 5.
Por último, hay que hablar de un nuevo acierto en la elección del casting por parte de Marvel. Simu Li como Shang-Chi es perfecto, tiene un carisma arrollador y es capaz de realizar la mayoría de las exigentes escenas de acción que tiene la película. Es muy ágil y hábil en artes marciales y parkour, aportando mucho dinamismo a cada pelea. Tony Leung Chiu-wai en el papel de padre y villano también es un lujo, pues es un actor con una carrera impresionante con cerca de 100 películas a sus espaldas.
Shang-Chi, un protagonista que sí está a la altura del MCU
Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos me parece de las películas que mejor presenta a su protagonista de todo el MCU. Hay un esfuerzo evidente en profundizar en quién fue, quién es y quién está destinado a ser, sobre todo gracias a numerosos flashbacks que nos relatan una infancia nada normal. Es hijo de Xu Wenwu, un hombre inmortal de más de mil años de edad que descubrió los Diez Anillos, que son los responsables de este poder. Con ellos, forma una organización criminal capaz de derrocar gobiernos, hasta que un día conoce a Ying Li, una mujer de un lugar místico llamado Ta Lo.
Pronto se enamoran y tienen dos hijos: Shang-Chi y Xialing. Tras la muerte de Li, Wenwu se vuelve más despiadado, con el único objetivo de hacer de su hijo el guerrero perfecto. Sin embargo, esto no lo aguanta Shang-Chi y acaba escapando a San Francisco con un nuevo nombre, Shaun. Allí, su vida es muy diferente. Es aparcacoches junto a su mejor amiga Katy, el clásico acompañante del héroe que sirve como descargo cómico. La verdad es que hacen un dúo muy gracioso, cantando en karaokes hasta las tantas y algo perdidos en la vida, hasta que llega una carta indicando la dirección de su hermana.

La primera escena de acción en el autobús, cuando ambos son atacados por los Diez Anillos, es de las mejores que nos ha dado el MCU. Ver a Shang-Chi ejecutar artes marciales con esa agilidad, al mismo tiempo que Katy trata de enderezar el rumbo de un autobús sin frenos es puro espectáculo. Está muy bien rodada, sobre todo las peleas físicas, una constante que se repetirá en varias ocasiones más durante la película. Es de los protagonistas que más me hacen disfrutar en combate, por lo que espero ver mucho más de él en próximos proyectos.
Adentrándose en la mitología China a través del reino místico de Ta Lo
Entre pelea y pelea, la película no solo cuenta con numerosos flashbacks de su pasado, sino con varios chistes y momentos destensados que no siempre funcionan. Algunos son en forma de cameos de personajes que ya hemos visto en el MCU y tienen alguna relación con la cultura asiática. Vemos a Wong en el club clandestino de peleas que creó Xialing combatir contra Abominación, a quien no veíamos desde hace 13 años. La verdad es que la utilidad que le dan es la excusa para agregar a Shang-Chi en Los Vengadores, lo que me parece algo cogido con pinzas.

El otro “cameo” es el regreso de Trevor Slattery, actor que conocimos en Iron Man 3 (2013), donde se hizo pasar por El Mandarín, un líder terrorista. Es un personaje que funciona mejor aquí que en aquella cinta, pues resultó ser un fraude creado para reírse de la gente. En esta ocasión, ya sabemos a qué atenernos. Es un lunático, pero también un Deus ex machina que utilizarán, junto a su amigo y criatura de Ta Lo, Morris, para encontrar dicho lugar.
Más allá de estas apariciones secundarias, el resto de aportaciones reales de la mitología China que vemos en la película me parecen muy bien representadas, prácticamente al nivel de Wakanda en Black Panther (2018). Comenzando con la propia introducción de la película narrada en chino mandarín por Ying Nan, la hermana de Ying Li, en la que nos cuenta la historia de los anillos y del primer encuentro entre los padres de Shang-Chi. Esta última escena me parece de las más bonitas en lo visual. Es un combate que mezcla dos estilos muy diferentes, el suave y similar a un baile de la madre con el duro y preciso del padre.

Todo en una ambientación llena de árboles de bambú, uno de cerezo en flor y una música con tintes asiáticos que redondea la puesta en escena. Es en el bosque de Ta Lo, un reino místico que es protagonista de la segunda mitad de la cinta. Es precioso visualmente, pues se trata de un pequeño poblado al lado de un gran lago rodeado por montañas y bambú. Un lugar onírico y de ensueño, pero que guarda al Morador de la Oscuridad y a sus devoraalmas. Es por esto que todas las personas y criaturas de Ta Lo están allí para custodiar la puerta que esconde dicho mal y que puede asolar todo nuestro universo.
Criaturas que son claras referencias a la mitología China, como El Gran Protector, un gran dragón blanco que funciona como la principal línea de defensa del reino. También hay zorros de nueve colas, qilins o shishis. Este contraste con la primera mitad de la película, una mucho más urbana y terrenal, le da mucha fuerza a la película en su recta final. Es difícil quedarse con una, pues mientras al principio brillan más las artes marciales y el humor, en la segunda es más la épica y la fantasía.
Una nueva relación padre-hijo que se complica
El MCU está lleno de relaciones padre-hijo que acaban más bien que mal. De hecho, en muchas ocasiones el padre es directamente el villano de la historia. Tenemos el caso de Thanos y Gamora, el de Peter Quill y Ego en Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2017) o Rocket y el Alto Evolucionador en Guardianes de la Galaxia Vol. 3, que no deja de ser su “creador”.
En Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, esta relación es el núcleo sobre el que gira toda la trama. Antes de la muerte de la madre, eran una familia feliz que no se complicaba en exceso la vida. Vivían tranquilos y apartados de todo conflicto al que sí regresaron cuando Wenwu empezó a perder la cabeza tras aquel fatídico día. Uno del que el Shang-Chi echa las culpas a su padre, pues fue la Banda de Hierro, una enemistada con los Diez Anillos la que atacó la aldea y se llevó a Ying Li en las narices de un Shang-Chi que apenas era un niño y no tenía capaz de defenderla.

En la actualidad, el Morador de la Oscuridad está mandando mensajes falsos sobre que Li sigue viva y encerrada en la puerta que esconde el mal de Ta Lo. Por lo que su objetivo, como buen villano, es abrir la puerta y acabar con aquellos que se interpongan en su camino. Aquí tengo la duda de si está algo manipulado mentalmente o realmente se cree, por voluntad propia, que está encerrada allí. Me parecería de alguien muy inocente para llevar tantos años vivo.
De todas formas, sí que creo que es una persona tremendamente tóxica, incapaz de controlar sus emociones y un criminal a todos los efectos. No creo en la redención de su personaje, ni como padre ni como ser humano. No es tampoco uno de los villanos que más recordaré en el futuro, pues es un tipo de personaje que ya es demasiado cliché, lo hemos visto ya demasiadas veces.
Un tercer acto a la altura de los mejores del MCU
Aquella complicada relación acaba dando pie al gran combate final entre los Diez Anillos, los aldeanos de Ta Lo, Shang-Chi y sus amigos y los devoradores de almas. Un cóctel que me parece que da pie a uno de los mejores últimos actos de todo el MCU. De hecho, estas últimas fases 4 y 5 me parece que flojean justo en dar cierres épicos y que sean recordados en el tiempo, siendo esta una de las que mejor lo hacen.
Como hay tantos frentes abiertos y es todo acción sin parar, me voy a detener en las partes más relevantes. Para empezar, el combate entre Shang-Chi y su padre es una pasada, pues mientras uno tiene el poder de los anillos, el otro cuenta con la bendició de Ta Lo y las técnicas de combate de su madre. De esta forma, se cierra el círculo, pues el padre vuelve a perder contra el mismo estilo de combate de Ying Li, similar a un baile circular. Shang-Chi acaba con el poder de los anillos, convirtiendo el combate en uno similar a Dragon Ball. De hecho hay un momento que parece que va a lanzar un «Kame Hame Ha».
Por el otro lado, hay una gran batalla, con todas las de la ley, en la aldea. Allí, Katy se defiende como una arquera de gran puntería, Xialing utiliza su dardo de cuerda para acabar con oleadas de devoradores de alma y los grupos de Ta Lo y los Diez Anillos acaban uniendo sus fuerzas contra la oscuridad, al ver que iba en serio. Disfruto más de esta batalla que, por ejemplo, las que tuvimos al final de Black Panther o Thor: Ragnarok. Quizás sea por la estética asiática y las preciosas criaturas que aparecen, pero también creo que cuenta con un buen CGI y una épica final muy alta.

Y es que el último enemigo a batir es el Morador de la Oscuridad, una especie de enorme dragón con tentáculos capaz de devorar hasta el alma del gran dragón blanco. El combate contra él es muy comiquero, con todos aportando su granito de arena y con un último golpe final, utilizando los anillos, que da un cierre inmejorable a un último acto intenso y épico. Como punto más negativo, el CGI cuando montan al dragón y en algunas escenas de Shang-Chi en el aire se notan menos pulidas que el resto.
Antes de acabar, hay una escena postcréditos que sirve de encaje a Los Vengadores, tanto de Shang-Chi como de Katy. Gracias a Wong, conocen a Bruce Banner y a Capitana Marvel, pues están preocupados por el poder de los anillos. Por último, la segunda escena postcréditos nos da a entender que Xialing es la nueva líder de los Diez Anillos, de la que imagino que sabremos más en Shang-Chi 2.
Conclusión
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es la única película de origen en solitario que hemos tenido en las fases 4 y 5, donde esta función quedó relegada a series como Caballero Luna o She-Hulk. Y, a toro pasado, me parece una decisión errónea, pues esta película está a la altura de las mejores películas de origen del MCU. Aporta una enorme frescura gracias a la introducción de la mitología China, a sus costumbres, criaturas y , sobre todo, a su estilo de combate.
La película se puede dividir en dos grandes partes: la primera mitad, una más terrenal y a piel de calle, en la que conocemos la faceta de artes marciales de Shang-Chi y su relación con su mejor amiga, Katy. Aquí se encuentran las mejores escenas de acción, una en un autobús y otra en lo alto de un rascacielos. Además, toda la trama personal de Shang-Chi está muy bien contada, aunque es algo cliché y sobreexplicada. En la segunda mitad entra la fantasía, con Ta Lo como una región mística preciosa en lo visual. Un escenario que es ideal para dar lugar a uno de los mejores terceros actos que recuerde en el MCU.
Shang-Chi me parece un protagonista lleno de carisma, capaz de ser uno de Los Vengadores más importantes en los próximos años y es un auténtico lujo ver cada una de sus peleas. Unas que, en su mayoría, las lleva a cabo un Simu Li que encaja como un guante en el papel. Katy aporta gran parte del humor de la película, es simpática y no llega a ser cargante, aunque había riesgo de que así fuese. Xu Wenwu como villano cumple, aunque toma decisiones bastante inexplicables y no acaba de tener un gran cierre de arco.
En definitiva, es una película ligera y divertida, con escenas de acción que brillan más en el combate cuerpo a cuerpo, con unas coreografías que son las mejores que nos ha dado el MCU, pero que también sabe ser espectacular, épica y grandilocuente en su recta final. Una pena que, cuatro años después de su estreno, no hayamos vuelto a ver a un personaje que tiene mucho más recorrido del que le están dando hasta el día de hoy.
Lo Mejor:
- ✅ Shang-Chi es un gran protagonista, carismático y con unas escenas de acción genialmente coreografiadas.
- ✅ Un tercer acto espectacular.
- ✅ La representación de la mitología China da momentos visualmente preciosos.
Lo Peor:
- ❌ La sobreexplicación de la relación familiar de Shang-Chi.
- ❌ El villano es demasiado cliché y olvidable.